A Adam Smith, el economista escocés que vivió en el siglo XVIII, se lo considera el padre intelectual del Capitalismo. Invocando su nombre, la periodista sueca Katrine Marçal escribió un libro apasionante llamado: “¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?” (Debate). En él explica, de manera muy didáctica, por qué el sistema económico en el que vivimos está asentado sobre la falacia de que el aporte femenino es inexistente. En diálogo con NOTICIAS, aclaró algunas de sus afirmaciones.
Noticias: ¿Cree que las mujeres se sienten egoístas, todavía hoy, cuando desean ganar dinero?
Katrine Marçal: Absolutamente. Nuestra noción de “buena mujer” es todavía la de alguien que pone las necesidades de los demás por encima de las propias, todo el tiempo. Hay muchos estudios que muestran que las mujeres se ponen más ansiosas que los hombres cuando piden aumento de sueldo. Otros estudios indican que cuando las mujeres intentan negociar sus salarios reciben más rechazos.
Noticias: ¿Es la autonomía económica la que garantiza la libertad a las mujeres?
Marçal: No. Creo que esta clase de pensamientos no conduce a la verdadera felicidad. Si sos autosuficiente financieramente pero vivís bajo un gran estrés, no sos libre. Los seres humanos necesitamos tiempo para disfrutar con la gente que amamos y sentirnos parte de algo más grande que nosotros. El dinero no es suficiente. Pero tiene su importancia. Puede significar la libertad, por ejemplo, para abandonar una relación abusiva, para educarte, para definir tu destino. Y como las mujeres, alrededor del mundo, ganan menos que los varones, su libertad es más limitada.
Noticias: Usted afirma en su libro que la desigualdad es un búmeran que impacta en toda la sociedad. ¿Hay esperanzas de un cambio?
Marçal: Ahora mismo están cambiando las cosas. Desde la crisis financiera de 2008 el pensamiento económico está transformándose. Ya no damos por hecho lo que los “expertos” opinan. Hoy cuestionamos las viejas doctrinas.
Noticias: ¿Por qué la economía como ciencia puede ser tan inhumana?
Marçal: Buena pregunta. Creo que es porque la transformamos en una religión. Tratamos de encajar en una idea demasiado simplificada del modo en que se manejan los mercados en lugar de adaptar los mercados a los seres humanos. Somos mucho más que un “Hombre Económico”.
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