**** No se estrenó en la Argentina (salvo un paso por el último Bafici) y es una pena: esta comedia dramática que narra los últimos años de Laurel & Hardy es algo más que una biografía bien intencionada. Es la historia conmovedora y ligera de una amistad hecha a partir de la vocación. Y de la que es, probablemente, la vocación más hermosa del mundo: hacer reír y provocar felicidad. El trabajo de Coogan como Laurel y Reilly como Hardy es extraordinario, pero el film, lejos de apoyarse solo en lo mimético o de pegar un golpe emotivo tras otro, guarda el tono irónico y divertido de principio a fin. De hecho, por momentos, parece una de las mejores películas de Laurel & Hardy, con la realidad como proveedora de todos los absurdos. Es una pena que no la hayamos visto en pantalla grande (la reconstrucción de los teatros del Londres de posguerra es genial y turbadora por momentos), pero al menos está, qué le vamos a hacer.
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