Thursday 28 de March, 2024

EMPRESAS Y PROTAGONISTAS | 31-05-2023 11:12

Fer Leiva: nada cambia sin el coraje de protagonizar la propia transformación

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En toda sociedad coexisten normas legales que funcionan como pautas de conducta con normas perceptivas que hacen las veces de marcos de referencia.

Solemos tener una clara noción de la existencia de un cuerpo normativo legal que nos rige, sin embargo, somos menos conscientes de la existencia de normas no escritas que, al ser aceptadas socialmente como criterios válidos para darle el mismo significado a los hechos y cosas circundantes, funcionan como marcos de referencia comunes.

Las normas perceptivas hacen posible la convivencia social y de un modo casi imperceptible, constituyen un baluarte que tendemos a mantener, ya que conforman un conjunto de referencias que nos generan seguridad.

Es así que, nosotros mismos las vamos enseñando y transmitiendo, de generación en generación, a través de un sistema de premios y castigos, para que efectivamente sean internalizadas como reales,  tomadas por válidas e interpretadas como  una verdad indiscutida. Estas normas que funcionan como marcos de referencia, son  paradigmas.

Un paradigma es un modelo que, aplicado a la realidad social, se traduce en un conjunto de valores y saberes compartidos colectivamente, usados y convalidados por una comunidad a través del tiempo.

Funcionan como una norma no enunciada que nos es entregada para encuadrar la realidad y, a su vez,  para que nosotros encuadremos en ella.

Cada uno de nosotros fue criado y educado en un paradigma  que nos ha hecho ver el  mundo a través de un prisma determinado, condicionándonos en nuestra manera de observar el mundo y de constituirnos a nosotros mismos.

Todos hemos aprendido una serie de supuestos, creencias y valores que hemos tomado por ciertos y que, en conjunto, diseñaron en nuestras mentes una especie de mapas que nos permitieron comprender la realidad.

Los mapas no son el territorio que representan sino una explicación de ciertos aspectos de algo que no puede ser comprendido de otro modo.

De igual manera, los paradigmas funcionan como mapas mentales que nos han servido de guía para descubrir el mundo usando cierta matriz interpretativa; hemos crecido dando por ciertos una serie de supuestos, realidades y valores  preestablecidos, que tomamos y no cuestionamos. 

Aprendimos a dar por sentado que el modo en el que vemos  las cosas corresponde a cómo realmente son o cómo deberían ser y sobre esas presunciones, a las que les atribuimos  fuerza de verdad, hemos construido nuestras actitudes, conductas, creencias y valoraciones.

Es hora de asumir que esos mapas que aprovechamos como guía no son la realidad misma, sino una mera interpretación aprendidade un universo que nos está invitando a abandonar viejos moldes.

Vivir en una sociedad dada en un mismo tiempo histórico nos hace compartir paradigmas estructurales básicos; sin embargo, cada uno de nosotros es el resultado de la suma de diversos paradigmas. Cada sistema del que formamos parte tiene sus propias formas, con lo cual, vamos sumando a lo largo de la vida características derivadas del lugar social que ocupamos, de la familia a la que pertenecemos, del ámbito en el que nos desarrollamos, de nuestro género, profesión, edad, estado civil, trabajo y cada una de las circunstancias que van definiendo nuestro tránsito por este mundo.

Cadaquien será, al fin de cuentas, un compendio de diversos paradigmas yuxtapuestos.

Usando nuevamente la metáfora de los mapas resulta fácil comprender cuán compleja puede ser la interacción humana si todos seguimos aferrados a los mapas conocidos, reconociendo como válido solamente el propio.

Tomar consciencia de los supuestos básicos que damos por ciertos y desde los cuales interpretamos todo cuanto nos sucede, nos permite descubrir qué hay debajo de todo eso que aprendimos, que nos define y nos  hace observar al mundo, a los otros y a nosotros de determinada  manera.

Entendernos como simples observadores condicionados por ciertos paradigmas que nos hacen ver las cosas de una manera y no de otra es el primer paso para salir de la caverna que nos distorsiona la mirada y es, al mismo tiempo, el único resquicio para afirmar que no existe una verdad indiscutible, sino tantas perspectivas válidas como miradas posibles, lo cual nos da la oportunidad de elegir nuestra personal manera de ver la vida y diseñarnos a nosotros mismos según nuestras propias necesidades, deseos y aspiraciones.

Al mismo tiempo, sólo desde el desmantelamiento de la estructura aprendida como única verdad cierta, es factible reconocer en la mirada del otro una diferencia que, lejos de ser calificada como acierto o equivocación, puede ser tomada como posibilidad de expansión de la propia perspectiva.

Somos protagonistas de un tiempo que nos interpela a hacer un ejercicio de plena consciencia que nos habilite a reconocer que solo en la medida en que seamos capaces de abandonar la comodidad de mantenernos dentro del esquema aprendido podremos generar, a partir de nuestra propia evolución, un cambio en el paradigma compartido.

Así como Copérnico, para desarrollar la teoría que situó al sol en el centro del universo, tuvo que cuestionar el paradigma instaurado por Tolomeo, de igual modo, todo cambio parte de una primera acción relacionada con tener el coraje de generar un cambio de visión en relación a algo que se daba por cierto.

Todo cambio suele tener origen en un ejercicio consciente que permita reconocer las zonas de incomodidad que intentamos disimular para mantener el status quo de tranquilidad que otorga el terreno conocido; luego, ese movimiento iniciado trae consigo el cuestionamiento del modelo vigente y un análisis desde otras perspectivas que permita ampliar la mirada y derribar las creencias que sostenían el esquema aprendido.

Solo a partir de la determinación de salir de los lugares de  confort que, muchas veces, encierran un  profundo malestar, es posible provocar un ejercicio de  análisis y posterior cuestionamiento que nos permita distinguir el contenido del paradigma que nos rige y, en consecuencia,  nos habilite a iniciar un proceso de selección idóneo para crear nuestra propia forma de ver las cosas.

Ningún cambio será posible si no somos capaces de generar en nosotros mismos miradas más expansivas que nos permitan encontrar en la misma realidad nuevas posibilidades.

Podemos permanecer instalados en la queja, alimentando motivos para sostener siempre los mismos argumentos o podemos despertarnos del letargo, abrirnos paso hacia entre nuestras propias dudas e incertidumbres y elegir ser promotores de un cambio de mirada que logre transformar la realidad.

Probablemente, solo en el último caso estaremos a la altura de las circunstancias, habiendo asumido el desafío de cuestionar, en principio, el paradigma que sobre el cual nos hemos construido, sabiendo que nada cambiará si no somos capaces de modificar nuestras propias miradas.

Está en nuestras manos ser artífices de una nueva realidad o prisioneros de nuestras propias celdas. De nosotros depende.

 

 

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por CEDOC

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