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EMPRESAS | 05-03-2020 18:55

"Difundimos a la Argentina en el exterior"

El country manager de Air Canada busca fomentar la llegada de turistas.

Cuando la crisis del coronavirus era incipiente en China, las primeras empresas en reaccionar fueron unas pocas aerolíneas, entre ellas Air Iga, que de inmediato suspendió sus vuelos al país asiático. En ese momento, tal vez parecía una decisión apresurada, pero la compañía centra toda su estrategia en una idea central: la seguridad.
Lo mismo quedó demostrado pocos días después cuando uno de sus aviones aterrizó de emergencia en Madrid.
Todos los dispositivos de seguridad y contención se activaron para resolver la situación de la mejor manera posible.
“No está solo en los papeles, sino que la seguridad es una prioridad en la mente de cada uno de los que formamos esta empresa”, comenta Ignacio Ferrer, country manager para la Argentina de Air Canada.
El directivo observa de lejos esos episodios globales para enfocarse en los desafíos locales, donde el impuesto del 30% que estableció el gobierno de Alberto Fernández agitó la realidad de las aerolíneas.
“Todavía es pronto para sacar conclusiones porque la mayoría ya había comprado por adelantado su pasaje o bien se apuró para anticiparse al impuesto”, dice Ferrer. Sin embargo, es conciente de que la medida demandará nuevas estrategias comerciales y costará solventar el tributo: “Tenemos los precios más bajos de las últimas décadas, por lo que puede resultar riesgoso apuntar a las tarifas, ya que los márgenes son pequeños como para bajar el valor del ticket aéreo”.
Según el directivo, deberán agudizar el ingenio, lanzar promociones o bajar precios en los casos en que sea posible.
Pero, avisa, la localización geográfica de Buenos Aires, tan alejada del resto del mundo, representa muchos kilómetros a cualquier destino internacional, por lo que parece complicado absorber ese 30% en el precio del pasaje.
En definitiva, considera, llevará un tiempo reacomodar las ventas en la Argentina, por lo que no se llegará en el corto plazo a las cifras registradas en los últimos dos años. De todas formas, con el paso del tiempo, en Air Canada esperan acercarse a esos números.
Expandirse con poco margen. Históricamente, el sector aerocomercial crece y lo hace, sobre todo, de la mano de los avances tecnológicos que implican mejoras en la comodidad del pasajero y su forma de viajar. Al mismo tiempo, para Ferrer, se achican cada vez más los márgenes del negocio.
“La rentabilidad del transporte de pasajeros en términos generales tiende a bajar, es algo propio de la industria”, explica.
Pese al contexto, en los últimos diez años, Air Canadá logró un crecimiento exponencial, abrió bases en todo el mundo y alcanzó diversos objetivos, como transformar el aeropuerto de Toronto en un verdadero centro o hub de conexiones internacionales.
Además, la empresa que fue miembro fundador de Star Alliance en 1997, se quedó por tercera vez consecutiva con el premio SkyTrax -algo así como los Oscars de la aeronavegación- a la mejor aerolínea de América del Norte, un reconocimiento que recibió ocho veces en los últimos 10 años.
En la Argentina, la aerolínea canadiense vuela seis veces por semana la ruta Buenos Aires-Santiago de Chile–Toronto.
Lo hace con sus Boeing 777 HD, entre noviembre y marzo, mientras que de abril a octubre opera con su avión más moderno, el Boeing 787 Dreamliner.
“Latinoamérica está creciendo en importancia para nuestra compañía”, sostiene Ferrer.
Y ese interés aumentó sobre todo en los últimos tiempos. “Hace 15 años solamente volábamos a San Pablo, Buenos Aires y Santiago desde Toronto. Ahora abrimos varias rutas nuevas en Sudamérica, como las más recientes Quito-Toronto y San Pablo-Montreal”, agrega.
La revolución de los aviones. En la Argentina, durante los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri, se habló mucho sobre transporte aéreo.
Desde el anterior Ejecutivo, incluso, se impulsó el negocio con nuevos aeropuertos, mayor cantidad de rutas o favoreciendo la entrada de las low cost, lo que revolucionó el segmento como nunca antes.
Claro que algunas empresas terminaron en crisis, sin volar, reduciendo sus operaciones o vendiendo sus rutas a otras.
“Quizás se sobredimensionó todo y las expectativas fueron más altas de lo que terminó sucediendo”, analiza Ferrer, pero considera que era necesario algo así: “El sector quedó un poco más revuelto, no sabría decir si mejoró o no, o si la palabra indicada fue revolución, pero es importante tener al país bien conectado internamente, saliendo de la órbita de Aeroparque para el tráfico doméstico”.
Además, reconoce, “si bien es cierto que la Argentina era uno de los países de la región con menos porcentaje de viajeros aéreos internos, quedó la sensación de que iba a ser más impactante de lo que en definitiva fue”.
Ahora, puntualiza, es tiempo de centrarse en otros desafíos de corto plazo: “Queremos colaborar con la difusión de la Argentina en el exterior, en particular en América del Norte. Hay una oportunidad, con la devaluación reciente y la ventaja comparativa con otros países de la región, para intensificar la promoción y podemos hacerlo a partir del tráfico de pasajeros desde Canadá y Estados Unidos hacia Buenos Aires”.
Por supuesto, también será una buena manera de compensar el impacto ante la posibilidad de que menos argentinos viajen al exterior.l

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Alejandro Rebossio

Alejandro Rebossio

Editor de Economía y columnista económico de Radio Perfil.

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