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EN LA MIRA DE NOTICIAS | 03-02-2020 16:37

La carambola estratégica de Alberto Fernández

Qué se gana y qué se pierde con el intento presidencial de exportar a Gustavo Béliz a Washington.

En los últimos años, se puso de moda lanzar gobiernos presentando gabinetes ampliados como si fueran “dream teams”. Lo hizo Mauricio Macri, con sus maravillas del management, que en muchos casos terminaron eyectados de la función pública antes de tiempo, con ticket de regreso al sector privado. También lo probó Alberto Fernández, que conformó su staff principal con varios nombres destacados, no del mundo corporativo como en el macrismo, sino del circuito académico y de organismos de prestigio internacional. Es el caso de Gustavo Béliz, que ahora puede convertirse en la primera baja del equipo de las estrellas del Presidente.

Con el reciente apoyo oficial del gobierno de México, se acaba de confirmar la intención de la Casa Rosada de postular a Béliz para presidir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), organismo del cual viene el actual secretario de Asuntos Estratégicos. Béliz ingresó al BID tras su exilio forzado como ministro saliente de Justicia y Seguridad de Néstor Kirchner, cargo al que renunció en medio de un escándalo mediático por su pelea con el espía Jaime Stiuso. Si la actual candidatura al BID resultara exitosa, entonces sería la segunda salida prematura de Béliz de un gobierno kirchnerista, con destino a ese organismo regional.

Por eso los malpensados de la política analizan esta movida presidencial como un puente de oro para darle una salida elegante a un cuadro calificado que nunca termina de calzar en el peronismo real. Entre sus áreas de asesoría estratégica, la misión más caliente que le encomendó Alberto Fernández fue la reforma judicial, en plena guerra anti “Lawfare” contra Comodoro Py. Pero el plan de reforma de la justicia federal esbozado por Béliz sufrió críticas desde antes de nacer: en los primeros días del Gobierno, Horacio Verbitsky le señaló inconsistencias, en su columna digital de El Cohete a la Luna. En aquel texto, Verbitsky se inclinó a favor de otra colaboradora de confianza de Alberto, la ministra de Justicia Marcela Losardo.

Sin embargo, a pesar de las posibles lecturas conspirativas sobre el eventual regreso de Béliz al BID, sus allegados aseguran que se trata de buenas noticias. Dicen que se podría comparar el caso con el de Susana Malcorra, la ex canciller de Macri, que intentó volver desde el Gobierno a su viejo empleo en la ONU, solo que postulándose para el cargo máximo.

Además de las aspiraciones personales de Béliz, la presencia de un argentino por primera vez al frente del organismo le daría al Gobierno un empujón a dos bandas. Por un lado, apuntalaría la idea de un cambio de clima ideológico en la región, efecto que persiguen los Fernández desde la campaña electoral. Por otro, los miles de millones de dólares que el BID podría aportar a proyectos argentinos siempre hacen deseable una sintonía fina con el banco de desarrollo.

Sea cual fuere el factor clave de esta postulación, en el Gobierno dicen que ya hay enviados argentinos a Washington operando para lograr los votos necesarios para el nombramiento, tarea que implica superar el obstáculo del virtual derecho a veto que ostenta la Casa Blanca con su peso electivo en el BID. Y el propio Presidente monitorea la gestión, que forma parte de su único plan estratégico a la vista: hacer de necesidad, virtud.

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Silvio Santamarina

Silvio Santamarina

Columnista de Noticias y Radio Perfil.

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