¿Cómo podemos aprender a manejar esta realidad para que deje de ser un obstáculo y se convierta en una fuente de bienestar y crecimiento?
Desde la antigüedad, filósofos han reflexionado sobre el papel de la incertidumbre en nuestras vidas y cómo podemos enfrentarnos a ella. Los existencialistas a través de frases como “todo fluye, nada permanece”, “condenados a ser libres”, “amor al destino” ilustran la inquietud que el tema provoca, asumiendo que la libertad trae consigo la incertidumbre y a su vez puede transformarse en una fuerza positiva que impulsa nuestro crecimiento personal.
El primer paso crucial a mi criterio es aceptar que la incertidumbre es intrínseca a la vida humana y que abrazarla, desde un proceso continuo y sano, nos permite vivir en libertad y plenitud para avanzar. El coaching ontológico nos enseña que nuestras interpretaciones y creencias sobre el mundo son lo que realmente nos limita y que, al desafiar y reestructurar estas versiones, podemos abrirnos a nuevas posibilidades y formas de ser y de existir.
En el ámbito laboral, por ejemplo, aceptar la incertidumbre puede llevar a una cultura de innovación y colaboración. Cuando los equipos se sienten cómodos con el cambio, pueden responder con creatividad y agilidad a los desafíos del mundo del trabajo.
En lo personal, la aceptación nos permite transformar nuestra perspectiva en oportunidades y vivir de manera más plena y auténtica. La incertidumbre, lejos de ser sólo una fuente de obstáculos puede convertirse en el catalizador de una experiencia de vida con mayor profundidad y propósito.
¿Y qué espacio tienen las emociones ante la incertidumbre? Creo, que como en todos los dominios de nuestra vida, juegan un rol protagónico, vinculándose entre ellas, aportando y/o deteriorando nuestro bienestar, en consonancia con nuestra capacidad y conocimiento para gestionarlas.
El miedo paralizante y disfuncional nos detiene y nos impide tomar decisiones y acciones necesarias para avanzar; la ansiedad en tanto preocupación constante por el futuro nos limita disfrutar del presente y agota nuestra energía emocional; la desesperanza de sentir que no hay salida o solución puede llevarnos a un estado de inacción y la ira, la frustración y el enojo pueden atentar contra nuestro juicio y dificultar nuestras relaciones interpersonales, exacerbándola.
Otras nos fortalecen como la confianza en nuestras habilidades y en el proceso de la vida que nos ayuda a enfrentar la incertidumbre con una actitud positiva y proactiva; el optimismo para ver lo positivo en cada situación y esperar resultados favorables para seguir adelante a pesar de las dudas; la ternura para apreciar lo que tenemos y las experiencias que vivimos, y el amor que nos permite encontrar paz, satisfacción y agradecimiento por el sólo hecho de estar vivos.
Se hace esencial entonces, desarrollar ciertas habilidades y prácticas si deseamos navegar la incertidumbre y encontrar oportunidades y bienestar. Aquí hay algunas estrategias que pueden aportar:
La reflexión y el aprendizaje continuo como prácticas habituales para observar y desafiar nuestras creencias y suposiciones y desarrollar una mayor tolerancia a la incertidumbre.
La resiliencia para recuperarse rápidamente de las adversidades, con coraje ante cada desafío y como oportunidad para crecer y descubrir aspectos inéditos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
La confianza en nosotros mismos para encontrar soluciones y adaptarnos a las circunstancias cambiantes, construyéndola mediante pequeñas victorias diarias y reconocimiento de nuestros logros
La adaptabilidad, la flexibilidad mental y emocional para centrarnos en lo que sí podemos influir.
La conexión con otras personas para contar con una red de apoyo y brindarnos fortaleza y perspectiva, recordándonos que no estamos solos en nuestras luchas.
El vivir auténticamente de acuerdo con nuestros propios valores y elecciones, para ayudarnos a enfrentar lo incierto con más coraje, coherencia y claridad.
Y todas y cada una de las estrategias que cada uno de nosotros invente, cree, diseñe aplique y que le sea afín para evolucionar.
Como coach, he acompañado a numerosas personas en este aprendizaje ontológico desde la reflexión de cómo deciden vivir y qué desean transformar para su bienvivir, desde la libertad, el crecimiento y su autocomprensión para navegar la incertidumbre con sabiduría, en un vida incierta y también llena de oportunidades.
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por CEDOC
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