Muchas personas creen que solo engordan quienes viven de atracones, asados eternos y grandes comilonas. La realidad es que no hace falta comer como una bestia todos los días para engordar. Incluso los pequeños aumentos en las calorías que consumimos día a día pueden resultar en un importante crecimiento del peso si se convierten en una costumbre habitual, especialmente si son acompañados de un bajo nivel de movimiento”. Adrián Cormillot dixit.
Tiene 37 años, es médico especialista en enfermedades crónicas (especialmente obesidad y diabetes), y asegura que “la comida no engorda, lo que engorda es lo que nosotros hacemos con ella, con nuestra actividad corporal, con nuestro estilo de vida”. En diálogo con NOTICIAS, el hijo de Alberto Cormillot (que acaba de publicar su libro "La comida no engorda. ¿Por qué engordamos nosotros?". repasa las razones por las cuales la sociedad occidental corre el riesgo de convertirse en gorda en su casi totalidad de aquí a 35 años, y qué cosas se pueden hacer para evitarlo. Más allá (o más acá) de razones estéticas, porque la salud así lo pide: comer y vivir de una manera más saludable, lo que no implica transitar años de vida de dieta en dieta.
Noticias: ¿Por qué dice que la comida no engorda?
Adrián Cormillot: Porque el problema está en cómo se alimenta la gente y en lo que hace con la comida. Porque cada vez más el ser humano busca en la alimentación una recompensa emocional. El consumo desmedido de grasas y el apego cada vez más estrecho a la tecnología del confort, del sedentarismo, por la cual (en teoría) todo está hecho para vivir cada vez más cómodos, hacen que, de seguir así, en el 2050 toda la parte occidental del planeta tenga sobrepeso y obesidad. Hay que tomar conciencia sobre eso, alertar sobre lo que está pasando. Cada vez nos movemos menos; con la tendencia al acopio y a la comodidadnos hacen creer de algún modo que ambos son El camino para ser más felices ...
Noticias: ¿Quién nos lo hace creer?
Cormillot: El marketing, que es terriblemente poderoso. Los chicos ven 10 mil publicidades por año de comida engordante. Pero cuando la gente observa a un chico obeso lo primero que suele decir es que es culpa de los padres, que no le enseñan a comer. Pero ¿cómo competis con los discursos publicitarios de la televisión, ¿Cómo hace una familia para convencer a ese chico de que es mejor, más saludable y también rico comer tomates? ¿Cuántas veces pueden decirle `comé tomate´? ¿Trecientas? Es necesario que haya campañas del Estado para fomentar la alimentación saludable... ¿Por qué no usar un espacio para hablar de las verduras, las frutas, los cereales, los legumbres?
Influencias
A medida que habla, Cormillot entra en calor, sube el volumen de la voz, mueve las manos a toda velocidad. “A veces la gente no come más por una cuestión de gusto a la comida, sino por el placer de acceder a lo mismo a lo que accede Tinelli, que ingiere en cámara... ¿Por qué no come una fruta en ese momento, en lugar de un alfajor triple? Eso seguramente ayudaría a impulsar a la gente a que se alimente más sano. Debería haber políticas, campañas para lograr esto. La gente compra ciertas comidas por cosas en las que pone el acento el marketing, la calidad del servicio, la limpieza del lugar, el juguetito adentro de la caja, recién después viene la hamburguesa: entonces, si vos pones una verdulería como si fuera un McDonalds la gente compraría más fruta y verdura, porque le daría más placer comprar tenerlo, se transformarían en objetos de valor.
Noticias: Suena lógico... y un poco fundamentalista...
Cormillot: Es cierto, ¿pero nadie se da cuenta? ¿No hay un alerta sobre todo esto? No hay regulación del marketing publicitario; que alguien me diga por qué es divertido comer mayonesa. ¿Me explicas cómo se “destapa” una felicidad como sugieren se puede hacer ciertas publicidades, si uno consume una gaseosa? Volviendo a la mayonesa, no se pueden comparar las calorías que tiene contra el aceite; ese es un mensaje engañoso, porque el problema no es si el alimento engorda o no engorda, si no si te enferma. Entonces se habla de las calorías del aceite, que sí las tiene, pero se olvidan de mencionar sus otros beneficios.
Noticias: ¿Un ejemplo de cómo podría intervenir el Estado, más allá de penalizaciones y sanciones?
Cormillot: En los Estados Unidos se hicieron pruebas piloto en ciudades pequeñas que mostraron que aumentar un 10% el precio de los alimentos con grasa hizo que la gente empezara a comer mucha más verdura, porque se abarató. Y entonces hay quienes sugieren incorporar un impuesto a la grasa...
Noticias: ¿Qué funcionaría cómo?
Cormillot: No es un gravamen para el consumo, sino uno por el cual al fabricante le resultaría más rentable usar mejores componentes para bajar el nivel de grasa de sus productos. Pero los intereses industriales son muy fuertes, presionan para que medidas como esta no salgan, y no están saliendo.
Inercia
Más que la comida, lo que engorda es no hacer actividad física, dice Cormillot. Porque el cuerpo, con el paso de los años, va mutando naturalmente. “El organismo está preparado para subir de peso; por lo tanto, cuanto más sobrepeso tengamos y cuanto más tardemos en tomar medidas más difícil será bajarlo. Si una persona sigue comiendo lo mismo y no hace ejercicio va a engordar; la única forma de evitar eso es manteniéndose activa y hacer más ejercicio, no solo en un gimnasio sino en lo cotidiano. No se trata de transpirar 20 minutos tres veces por semana, sino de hacer más cosas con movimiento”.
El cuerpo tiene tres formas de gastar calorías: mediante el movimiento (cerca del 40% de las calorías que gastamos a diario se deben al movimiento), mediante el acto de comer (digestión, absorción y distribución de la energía) y mediante el metabolismo, que es la energía que el cuerpo utiliza para cumplir sus funciones vitales.
“Aunque no nos movamos, el organismo sí lo hace –explica Cormillot- Gracias al metabolismo nuestro cuerpo quema energía todo el tiempo, sin que nos demos cuenta. Pero no todos funcionamos de la misma manera. Algunas personas tienen un metabolismo basal más lento, lo que significa que su cuerpo quema menos calorías en reposo, mientras que otras tienen uno más alto”.
Noticias: ¿De qué depende el funcionamiento de mi metabolismo, más allá de la genética?
Cormillot: Aunque está relacionado con varios factores como el peso, la altura, el sexo y la edad de las personas, la clave es la cantidad de músculo que tenga nuestro cuerpo. La grasa corporal es un órgano frío que cono no hace gran cosa, en comparación con el músculo, requiere poca energía. El músculo, en cambio, es un órgano caliente que tiene más exigencias, requiere más energía y hace que el metabolismo basal sea más alto. Un cuerpo con mayor porcentaje de masa muscular en relación con la cantidad de grasa que tiene, quema más calorías sin moverse que un cuerpo más fofo, que tiene más grasa y/o menos masa muscular.
Noticias: ¿Engordamos sin darnos cuenta, entonces?
Cormillot: Sí. Si somos sedentarios y ya pasamos los 30 años, nuestro cuerpo empieza silenciosamente a quemar menos calorías. Hacia los 25 años, una mujer sana tiene hasta un 22% de grasa en su cuerpo. A partir de entonces, el porcentaje sube progresivamente hasta superar el 31% después de los 60. En el hombre, el porcentaje aceptable de grasa pasa de 15% hasta los 25 años a un 23,5% luego de los 60.
Noticias: Hay que moverse más... ¿pero cuánto más?
Cormillot: Algunas guías y recomendaciones científicas cometen el error de transmitir un mensaje en el que si una persona no va al gimnasio o a hacer deportes dos o tres veces por semana no es activa, y que si sí se mueve tres veces por semana logra quemar la grasa de más. Y eso no es así, porque en realidad estamos sentados todo el día. Hay que procurar aumentar el movimiento cotidiano, y si hacemos actividad física es mejor. Pero, otra vez, esto muchas veces no tiene que ver con lo que uno decida, sino con lo que el Estado decida, en cuanto a qué medios pone al alcance de los ciudadanos: una buena red de trasporte público, bicisendas, calles peatonales en el microcentro como las que hay en países de Europa, donde la gente camina 10 cuadras y no les pasa nada. Para nuestra idiosincrasia, caminar 10 cuadras es casi una tragedia. Trasladarse en trasporte público demanda caminar, y eso es algo que le corresponde al Estado. El tema de no moverse es casi frenético...
Noticias: Bueno uno está apurado, tiene poco tiempo...
Cormillot: La gente esta apurada para llegar a casa a prender la televisión. Están apurados para no hacer nada... la comodidad ha hecho que pensemos que estamos todos cansados y precisamos descansar, cuando en realidad la gente que está en oficinas está casi todo el tiempo sentada. Caminar un poco cada día puede ayudarte a bajar más de medio kilo en poco más de un mes. Si a esto le sumas una reducción de la ingesta de tan solo 200 calorías por día podemos llegar a bajar hasta 10 kilos en un año, o prevenir un aumento sin tener que preocuparnos por el asado del fin de semana.
Noticias: Bueno, existe el cansancio mental también.
Cormillot: Sí, el mental es fuerte, pero no es un agotamiento de tipo físico, nada que impida llevar a la familia a buscar comida en vez de llamar al delivery a las 8 de la noche en verano. La gente confunde el hecho de descansar y cree que descansar es un premio porque está haciendo bien las cosas. Si hasta están diseñando computadoras que se comandan con los ojos, ni siquiera con las manos, y las casas domóticas (las que funcionan automáticamente) hasta nos ahorrarán levantarnos para prender las luces. Si seguimos así no vamos a tener cuerpo, mejor metamos la cabeza en una escafandra y listo...
Noticias: ¿No tendría una casa domótica si pudiera?
Cormillot: No (dispara primero) Puede ser (se queda pensando). Sí, todos la vamos a tener si podemos pagarla, pero ¿por qué? Porque el marketing nos dice que la precisamos. El marketing es infalible, y si nos dice que está bueno manejar el mouse con el ojo, lo más probable es que lo compremos.
Noticias: ¿Tan cómodos somos?
Cormillot: A tal punto, que pedimos comida a un delivery y ni sabemos cómo la hacen, en qué espacio, con qué ingredientes. Nadie visita los deliverys, como antes visitábamos la rotisería. Pero deberíamos ir a verlos y, sobre todo, decidir qué vamos a pedir temprano, con la cabeza fresca, no elegir en base a las ansias de comer, porque ahí uno no va a pedir una ensalada de rúcula y tomate, porque el hambre anula la racionalidad, anima a pensar hedónicamente, a buscar cómo estimularse mejor, pensando que uno se lo merece, que claro, que trabajó todo el día y que por eso, entonces, se merece esa suprema a la napolitana. Seguramente la grasa de la milanesa, la grasa del queso, van a estimular ciertas zonas del cerebro vinculadas con la sensación de recompensa que te van a reconfortar, pero después viene el malestar de haber comido mucho, los pensamientos de que `mañana empiezo´. Son todos apenas intentos, eso implica que son algo estéril, que no se mueve.
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