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CABEZAS - 20 AñOS | 11-06-2016 14:45

Prellezo, el asesino de Cabezas, estudia para escribano

El ex comisario que mató al fotógrafo de NOTICIAS cursa en la Facultad de Derecho de La Plata, aun cuando se supone que cumple prisión domiciliaria. Un buen alumno siniestro.

Viernes en la ciudad de La Plata y la noche empieza a caer. Cerca de las 20, los negocios cierran sus puertas y las calles principales comienzan a quedar desoladas. Sin embargo, en la facultad de Derecho, en pleno centro de la capital provincial, la cursada sigue. En el aula 406 del antiguo edificio de calle 48 un grupo de alumnos aún permanece en clase. Ellos ya son abogados, pero ahora buscan aprobar una última materia para también tener el título de escribanos. Al contrario del imaginario popular, el estudiante más activo y participativo no se sienta adelante, sino que ocupa uno de los pupitres del fondo del aula. Ese siniestro alumno entrado en años y que dispara una pregunta tras otra es el ex comisario Gustavo Prellezo, condenado a reclusión perpetua por el crimen del reportero gráfico de NOTICIAS José Luis Cabezas. De haber sido el autor material de los dos disparos que ultimaron al fotógrafo y de haber organizado la banda que lo secuestró, ahora se convertirá en quien dé fe sobre la legalidad de los actos de otros.

Prellezo se recibió de abogado en julio del año pasado y lo celebró como cualquier otro estudiante con la tradicional manteada en la puerta de la facultad. No faltaron las fotos ni la harina. Sí se notó la ausencia de personal del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) que controlara al recluso. Esa falta de custodia se repite aún hoy, ya que el asesino de Cabezas llega y se retira de la facultad en completa soledad. “Él goza del beneficio de la libertad no monitoreada, por lo que puede moverse sin custodia”, informaron desde la fiscalía de Dolores, al tiempo que explicaron que esto se debe a que desde el SPB realizaron un informe muy favorable sobre su conducta y determinaron que no era necesario vigilarlo.

Pero una vez dentro del aula, la situación cambia. El aspecto taciturno no se inmuta. Sin embargo el silencio y la soledad desaparecen y surge la verborragia. El alumno más participativo de la clase no soporta el silencio. Es siempre el primero en responder a las preguntas de la profesora Adriana Carrozas, aunque no siempre con respuestas correctas. Además, jactanciosamente trata de ilustrar a sus compañeros de cursada sobre ardides legales que los escribanos pueden utilizar. Justamente él, que antes de ser juzgado por el crimen de Cabezas, fue puesto a disponibilidad por falsificar documentos.

La clase arranca puntual todos los viernes a las 16. Prellezo llega un rato antes. Por lo general a las 15.45 ya aguarda en los pasillos de la facultad, antes de que llegue alguno de sus compañeros. Para amenizar la espera, repasa sus apuntes o suele quedarse con la mirada perdida por minutos. Cuando la clase anterior termina y el aula 406 se desocupa, es uno de los primeros al ingresar y se dirige hacia los pupitres del fondo. En esa zona se sentará alguien con quien está haciendo muy buenas migas: Marcelo Dandeu.

Ambos son entrados en años para la media de edad del estudiantado, aunque comparten algo más: cumplen sentencias a perpetuidad. Dandeu fue condenado a prisión perpetua tras ser sindicado como el autor de un triple crimen en Villa Tesei en el 2001. Con sentencia firme de la Corte Suprema de Justicia, Dandeu al igual que su flamante amigo Prellezo, gozan de beneficios que les permiten alivianar sus condenas. De todos modos, una escena peculiar sucede cada viernes que se encuentran para asistir a la misma clase. El ejecutor de José Luis Cabezas llega solo y así se retira. Casi en el anonimato. Dandeu, por su parte, es custodiado por efectivos del SPB que lo acompañan hasta la puerta y cuando termina la clase, lo vuelven a esposar para trasladarlo de vuelta al penal.

Pero ser el alumno más proactivo del aula tiene además otros beneficios. Prellezo ha entablado una buena relación con la doctora Carrozas. Tanto que dentro del aula pasó a ser “Gustavito”. El vínculo llegó incluso a traspasar el límite del aula y se volcó a Facebook, donde suelen intercambiar saludos y buenos deseos.

Justamente en esa red social el ex policía se muestra muy activo. Entre numerosos posteos comentando el estado de salud de su hija menor o cargando a sus amigos hinchas de Gimnasia y Esgrima de La Plata, destacan aquellos en los que Prellezo aborda la política. Con una postura que podría definirse como antikirchnerista antes que macrista, no duda en señalar las injusticias que a su parecer deberían ser condenadas. En clases, estos lineamientos políticos no desaparecen. Incluso en los debates que surgen durante la cursada se refiere a Lázaro Báez como “un delincuente”.

Excepción de alumno. Concluida su clase de los viernes, Prellezo sale tranquilamente del céntrico edificio de la facultad y aguarda sobre calle 7 la llegada de alguno de los colectivos que lo lleve de vuelta a Los Hornos. No tiene apuro. Sabe que la Cámara de Apelación Penal de Dolores le brindó el permiso para salir y, además, que no hay nadie custodiando sus movimientos. Su reporte de buena conducta es suficiente para que le autoricen cualquier excepción que pida.

El beneficio de las salidas para concurrir a la facultad se suman a otros permisos que el ex policía bonaerense obtiene a menudo de parte de la Cámara y que le permiten cumplir parte de su condena ya no sólo fuera de un penal, sino también en el domicilio en el que fijó su reclusión domiciliaria.

En septiembre del 2010, la defensa de Prellezo exigió a la Cámara el cese de la prisión preventiva o en su defecto, que se le otorgue al imputado la prisión domiciliaria. Susana Miriam Darling Yaltone y Fernando Sotelo, los camaristas, denegaron el primer pedido pero dieron el visto bueno para el segundo. El argumento fue que las condiciones carcelarias del Penal de Olmos donde el ex policía estaba detenido agravaban una dolencia de Prellezo: una hernia de disco. Y que, además, dicho problema requería atención kinesiológica constante. Así, pasó de cumplir su condena en la Unidad Penal 9 de La Plata a hacerlo en la casa de su padre Anastasio, en el barrio de Los Hornos.

Ese fue el primero de los varios beneficios que recibiría a lo largo de los años. Todos amparados en su buena conducta y su estado de salud.

Así, en el 2012 aprovechó para obtener otro privilegio. “Me autorizaron a estudiar” fue lo único que se limitó a decir Prellezo cuando fue fotografiado saliendo del domicilio donde debía purgar su pena. Tras subir a un colectivo de la línea 307, su destino final fue la misma Facultad de Derecho donde hoy busca convertirse en escribano. En aquel entonces, la carrera era la abogacía.

Sin custodia y sin pulsera electromagnética que lo vigile, desde que comenzó su reclusión domiciliaria Prellezo sólo debe presentar un escrito para abandonar su casa y dirigirse al lugar que él quiera. “Cada pedido que él realiza se lo conceden. Esto se debe a que en el informe del Servicio Penitenciario consta que no es necesaria la vigilancia”, apuntan desde la fiscalía.

En su expediente constan salidas para consultas odontológicas, turnos médicos en el Hospital San Martín de La Plata e incluso una autorización para abandonar una hora por día su casa para caminatas. Según la sentencia, esa es la mejor manera de tratar su enfermedad crónica.

Pero más allá de la salud, Prellezo tampoco sabe de privaciones. A pesar de que en la sentencia del 2010 se le concede la libertad domiciliaria “sin posibilidad de salida de ningún tipo”, increíblemente su vida social no se vio afectada ya que en su expediente también constan salidas para eventos de este tipo. A fines del año pasado, por ejemplo, pudo concurrir a la fiesta de egresados de su hija mayor y posar sonriente ante las cámaras.

Sin embargo, y aunque goza de una libertad “de facto”, las Justicia no lo exonera de su condena. En el 2015 pidió ser incorporado al régimen de libertad asistida, pero la Cámara no hizo lugar a su reclamo. Según explica la sentencia firmada por Sotelo y Yaltone, la inclusión del ex comisario dentro de este régimen es inviable ya que está vedado “a quienes se haya perseguido penalmente por los delitos de privación ilegal de la libertad coactiva seguida de muerte”.

Similar suerte había corrido un año antes cuando presentó ante la Corte Suprema un recurso de queja pidiendo por su libertad. Los integrantes del máximo tribunal de la nación consideraron “inadmisible” el pedido de la defensa para que se aplicara el beneficio del “dos por uno”, vigente al momento en que se cometió el crimen.

Pasadas las 20, el grupo de estudiantes abandona la facultad. En noviembre terminarán la cursada y estarán a sólo un final de convertirse en escribanos. Entre ellos se retira Gustavo Prellezo que encontró en esta cursada una excusa más para burlar su reclusión perpetua. Y será quien mañana diga ante terceros: "Doy fe".

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