El más importante de los homenajes a José Luis Cabezas tuvo lugar en Pinamar, a las 20. Participaron unas 200 personas, entre ellas el intendente de Pinamar, Martín Yeza; el titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi; el cónsul de Francia, Iann Lorvo; Nilda Gómez, de la organización Para que no te pase, y el reportero gráfico Rafael Wollman, que cubrió el desembarco argentino en Malvinas en 1982, Hugo Ropero, ex editor de fotografía de NOTICIAS, y Gladys Cabezas, hermana de José Luis, quien cerró el acto.
Uno de los discurso más emotivos fue el de Gabriel Michi, quien era el compañero de José Luis Cabezas en las coberturas de temporada en Pinamar para NOTICIAS. Michi escribió un libro sobre el peso del caso Cabezas. En Pinamar, alzó su voz para recordar a todos los sectores que fueron cómplices del crimen y su encubrimiento. Aquí el discurso completo:
"Hay algunos compañeros míos de aquella época de la revista NOTICIAS que convivimos en una redacción diezmada por el dolor, donde tuvimos que salir a hacer periodismo con nuestro dolor a cuesta, sin saber dónde estábamos parados. No sabíamos para dónde salir, no sabíamos qué hacer. Imagínense lo que era para nosotros, imagínense lo que era para la familia de José Luis.
Frente a todo eso, se sacó fuerza de donde se pudo y se fue en busca de justicia. Nada más y nada menos que justicia. Y peleamos contra verdaderos poderosos, que intentaban dejar este crimen en la impunidad más absoluta. Y se lograron sentencias ejemplares, pero después la justicia nos volvió a dar una cachetada. Así como no nos olvidamos de José Luis Cabezas, a veinte años de este asesinato tan terrible, tampoco nos olvidamos de quiénes fueron los responsables de ese crimen. No nos olvidamos del autor intelectual de ese crimen, Alfredo Yabrán, que era el verdadero poder detrás del poder en aquellos años menemistas. Era el hombre que conducía a gusto y piacere la política y la seguridad, les diría, de todos los argentinos, porque tenía un ejército de custodios privados que en realidad eran ex represores de la dictadura militar. No nos olvidamos tampoco de esos represores, capaces de hacer lo que hicieron. Tampoco nos olvidamos de que acá intervino la famosa maldita policía, que para el gobernador de entonces, Eduardo Duhalde, era la mejor policía del mundo. Ni nos olvidamos de que hubo un presidente llamado Carlos Saúl Menem que le intentó dar todo el manto de protección posible a su amigo Alfredo Yabrán, y que en todo momento el gobierno de Carlos Menem pretendió ensuciar esta causa, y que no se llegue a la verdad.
Tampoco nos olvidamos que esa maldita policía trabajaba también contratando delincuentes comunes, como Los Horneros, que delinquían para ellos. Y lamentablemente muchos de esos sistemas mafiosos siguen actuando hoy en día.
Tampoco nos olvidamos que pese a la justicia que en su momento dio las perpetuas a los asesinos, hubo dos jueces del tribunal de la provincia de Buenos Aires, Piombo y Sal Llargués, que son los máximos responsables de que hoy los asesinos de Cabezas estén libres. Una vergüenza para la justicia argentina que esas personas hayan sido jueces de la Nación. Dos jueces contra la voluntad de dieciocho, que dijeron que estos asesinos tenían que estar presos, y sin embargo lograron su libertad habiendo estado apenas entre ocho y diez años en prisión. Esos jueces por suerte fueron echados de la justicia, pero en el medio causaron muchísimo mal a muchísima gente. Siempre estuvieron del lado de los victimarios, nunca de las víctimas.
Y no nos olvidamos de los dirigentes de distintos rubros, de distintos rangos, que también trataron de darle protección a ese poderoso que era Alfredo Yabrán.
El crimen de José Luis puso al desnudo un país que quería ser ocultado, y por eso lo matan a José Luis. Por revelar un país que estaba siendo oculto y desde la oscuridad se hacía poderoso. El poder es tener impunidad, decía Yabrán. La mejor definición de sí mismo. Y lo decía porque sabía que así había construido su poder. Con impunidad. Comprando voluntades. De políticos. De otros sectores económicos. De policías. De militares. De servicios de inteligencia. De gremialistas. De sacerdotes. Hasta de periodistas. De esa manera Yabrán se hizo impune. Contra esa mafia es que peleamos la familia de José Luis, sus compañeros, los colegas, diciéndoles que basta. Que ese mensaje de silenciamiento no iba a ganarnos. Y creo que la sociedad le dio un ejemplo al poder cuando demostró que no nos iban a vender mentiras como verdades. Y le dio un ejemplo al decirle, justamente, que digan lo que digan, nunca nos vamos a olvidar de José Luis Cabezas."
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