Aunque cometió la torpeza de pedirle ayuda a Dios vía Jorge Rial para afrontar la paternidad madura antes de coordinar con su novia el operativo mediático, Daniel Scioli es menos transgresor de los mandatos sociales vigentes que el francés Emmanuel Macron.
Porque desconocer a una hija hasta su adolescencia, simular felicidad matrimonial con fines electorales y protagonizar escándalos con amante de catálogo y novia embarazada que acusa al emocionado papá de pedirle abortar, no es todavía más provocador que enamorarse de una mujer 24 años mayor. Con fe, esperanza y optimismo –además de un pragmatismo que le dictó sumisión ante el abofeteo K y estuvo a pocos votos de salirle bien– al ex candidato presidencial peronista le alcanza para posicionarse en la escena política y seguir en carrera a los 60, apenas bien llevados a dieta de pastafrola. En cambio, la historia de amor del presidente electo de Francia parece tan increíble que hasta tuvo que desmentir que su matrimonio era tapadera de una vida paralela gay.
En este contexto pirata friendly debe encontrar consuelo Scioli por estas horas. Después de todo, no se trata más que de las travesuras de un playboy cosecha tardía que sabe sacar provecho, en todos los ámbitos, de su probada resiliencia.
Que a los 39, Macrón siga fascinado por su mujer de 64, resulta altamente sospechoso. ¿Qué capital le suma a un político una mujer arrugada e intelectual, que no posa con trompita sexy ni permite ostentarse como trofeo de belleza obvia? Brigitte le lleva al futuro presidente de Francia más años que Scioli a su novia traicionada. Pero el argentino tiene más chances de conseguir clemencia.
*Editora ejecutiva de NOTICIAS.
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por Alejandra Daiha*
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