Con el argumento de ofrecer un horizonte más extenso para
la inversión a largo plazo que requieren los hidrocarburos, (el entonces gobernador neuquino) Jorge Sapag impulsó durante su primer año de gobierno (2008) una ley, la 2.615, por la que se prorrogaron de forma anticipada todas las concesiones petroleras vigentes hasta ese momento en Neuquén, excluida la de Loma La Lata, que ya en 2000 se había extendido hasta 2027. Las demás áreas vencían a mediados de la década de 2010 y se prolongaron hasta la mitad de 2020. Poco se escucharon las críticas por los beneficios que supuso a empresas que en general reducían sus niveles de inversión, producción y reservas. La norma fue la que creó el extracanon para las petroleras.
—Las concesiones vencían en su mayoría en 2017 y entonces
era muy difícil que se hicieran inversiones no recuperables en tan
corto plazo —recuerda Sapag el contexto de aquella ley de 2008—.
La norma se aprobó en la Legislatura con 27 de los 35 votos. Los
diputados de los distintos bloques eran conscientes de la situación
que estaba viviendo Neuquén de declinación de reservas, producción y, por lo tanto, de regalías, de la impotencia del Estado para hacer frente a sus obligaciones en salud, gas, educación y desarrollo de la economía.
A cambio de la prórroga, petroleras como YPF, Petrobras,
PAE, Apache o Capex pagaron en total un bono inicial de 450
millones de dólares y un canon extraanual de 100 millones, de los
cuales el 15% fue a los municipios.
La ley 2.615 también estableció que las empresas beneficiadas
por la prórroga debían reconocer en una declaración jurada los
«espacios ambientales afectados», según explica el secretario de
Ambiente neuquino, Ricardo Esquivel, que llega tarde a la cita
con sus entrevistadores, pero cargado de bolsas con botellas de
Coca-Cola y Sprite y varias docenas de sándwiches de miga para
ofrecerles. En otro de los modernos edificios vidriados de la administración pública neuquina, vacíos por la tarde después de una
jornada laboral que se extiende de 8 a 13, Esquivel acomoda su
campera azul en la silla y explica que «se establecieron un inventario
de la superficie afectada y un cronograma de inversiones y
trabajos para remediarla a lo largo del tiempo». Las tareas de reparación comenzaron entre 2009 y 2010 según el área, cuenta el
funcionario formado como técnico químico.
Las petroleras admitieron en sus declaraciones juradas que
habían empetrolado hasta 2008 unos 250.000 metros cúbicos de
suelos en Neuquén. Es decir, el equivalente al volumen de pasto
de 350 canchas de fútbol como La Bombonera. Pero Esquivel se
jacta de que, cuando comenzó la remediación, su Secretaría descubrió que eran aún más. En 2013, Neuquén informó que se habían reparado más de 450.000 metros cúbicos de suelos, lo que equivalía al 40% de los daños detectados. Es decir, se habían limpiado unas 630 canchas de Boca, pero aún faltaban por descontaminar otras 945. Las cifras no convencen a la diputada provincial Beatriz Kreitman, de la CC:
—Neuquén vivió del petróleo convencional, pero también fue
agredido por él. Tenemos pasivos ambientales enormes, listados
en las renegociaciones de concesiones, pero que ahora no los remedia nadie. Hay ductos que se revientan y van los líquidos al río
Colorado.
por Alejandro Rebossio, Alejandro Bercovich
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