La racha es complicada. El cuerpo, al borde de la sexta década, ya no puede disimular la presión que provocan las horas de trabajo y el estrés por un rumbo que no termina de encontrar. Es un capitán peleando contra la tormenta, y las piernas no sólo empiezan a temblar sino que también duelen. El problema es que ya no sólo es la maldita rodilla que hace años lo persigue, sino que también se suman las dolencias por una costilla fisurada, una operación en las cuerdas vocales, un cuadro de arritmia en el corazón y ahora el hallazgo de un quiste en el páncreas. Aunque el último mal que aqueja a Mauricio Macri es benigno, la sucesión de dolencias físicas y también psicológicas son evidentes para un hombre que en menos de dos años y medio da la sensación de haber envejecido, al menos, el doble. Con las elecciones presidenciales que no paran de acercarse, y los números y la imagen positiva que tampoco dejan de caer, la sucesión de lesiones y achaques que persiguen al líder de Cambiemos empiezan a preocupar a más de uno. ¿Hay 2019?
Entre algodones. La novedad logró hacerse paso en una semana frenética donde se le dio media sanción al proyecto de despenalización del aborto y en la que arrancó el Mundial: al Presidente le habían detectado un quiste en el páncreas, y se sumaba a lo que empieza a ser una larga lista de dolencias. Aunque la alarma se encendió de inmediato, desde el entorno de Macri se apresuraron a aclarar que el absceso era benigno y que no iba a suponer ningún tipo de cambio en la vida del político y tampoco traería problemas en un futuro. “Lo sabíamos desde el 23 de mayo, cuando Mauricio se hizo un chequeo general –que incluyó un examen de sangre y de orina, una ergometría y una ecografía– , y ahora lo confirmamos. No es para nada grave”, dicen desde su entorno.
Sin embargo, a pesar de la tranquilidad que se quiere transmitir, todos en ese círculo se cuidan de aclarar cuánto mide exactamente el quiste que encontraron en el Diagnóstico Maipú. “Eso sólo lo saben los médicos, él y su familia”, repiten, pero no es un dato menor: el páncreas es uno de los órganos más sensibles del cuerpo, y hasta un quiste benigno puede llegar a complicar al paciente si crece por demás. “El páncreas, al estar en una zona de tan difícil acceso, obliga a que algunos pacientes terminen operándose aún cuando el tumor no sea maligno. En algunos casos sucede que crecen hasta crear una fuerte molestia por el roce con los nervios vagos o nervios neumogástricos, que están detrás del páncreas”, asegura el doctor Fernando Cichero, jefe del departamento de cirugía del Hospital Fernández, aunque dice que esto ocurre en poca cantidad de personas que lo sufren y que en general no afectan su vida diaria.
En la Quinta de Olivos afirman que Macri está vital. A quien se lo cruza y le pregunta por su estado físico, el Presidente le repite su fórmula mágica: el tratamiento con células madre. Según su relato, desde que comenzó este régimen, donde le extraen células desde la médula ósea y se las insertan en la rodilla derecha, esa que Macri tuvo que operarse tres veces –dos desde que está al mando del Ejecutivo–, se siente mejor que en mucho tiempo. “Dice que desde hace décadas no tenía la rodilla tan bien”, aseguran en los patios de la residencia presidencial. Gracias a este método, Macri juega un partido por semana de paddle, su gran vicio, más alguno ocasional los sábados o domingos en Los Abrojos. Aunque en la práctica se bajó del fútbol que todos los miércoles disputan los funcionarios en Olivos –participa muy poco y cuando lo hace entra menos de un tiempo–, sí mantiene fijo el partido de los domingos a la mañana en su quinta. Ese encuentro es el terror de varios hombres del PRO, que prefieren ser convocados en el que organiza en la semana Iván Pavlovsky, el vocero presidencial, para evitar tener que madrugar y atravesar la ciudad o el conurbano para jugar en Los Abrojos. “El problema es que si te llaman tenés que ir, y después en tu casa te miran mal por estar afuera medio domingo”, relata un intendente amarillo que tiene pavor de esas competencias.
Más allá del deporte, los problemas económicos y políticos del país también repercuten en el cuerpo del Presidente: en los días del anuncio del acuerdo con el FMI, Macri casi no pudo dormir. Eso ocurrió a pesar de que el Presidente es un consumidor regular de Somit, unos comprimidos para ayudar al sueño, que le recetó su psicólogo Jorge Luis Ahumada, con quien nunca abandonó las dos sesiones semanales. Esos encuentros de los martes y jueves son claves para la estabilidad del líder de Cambiemos. Sí hubo una novedad en términos médicos: a principios de año Macri le ordenó a Fernando de Andreis, secretario presidencial, la compra de desfibriladores y resucitadores para la Casa Rosada y la Quinta de Olivos. “Es que no había ni uno de estos equipos, no se podía seguir así”, es la explicación que da el entorno de De Andreis, que asegura que también adquirieron instrumentos para lugares que no transita regularmente el Presidente, como el Museo de la Casa Rosada.
Macri 2019. “Quiero evaluar cómo llego... El gran cambio en la Ciudad lo pude lograr cuando tomé envión. El cambio profundo en la Argentina recién se va a ver en ocho años, pero de golpe no sé cómo voy a estar de salud, cómo va a estar Juliana, porque tampoco me quiero comprometer”, le había dicho el Presidente a su biógrafa Laura Di Marco. No fue la única señal que dio en público. “Cuando termine mi mandato quiero viajar dos años por el mundo”, había asegurado en una entrevista para La Nación. Macri, que no oculta que siente el peso del poder sobre su espalda y que le duele no poder ver crecer a Antonia como le gustaría, es, como todo el PRO, parte de una generación que siente a la política como una vocación transitoria y no una ocupación de por vida. “No nos queremos morir aferrados al poder”, suele decir el Presidente ante su gente.
Son mensajes crípticos, difíciles de descifrar. Porque mientras
que asegura que el cuerpo puede decidir sobre sus intenciones políticas, Macri repite que le gustaría ir por una reelección, y todos los altos cargos del oficialismo secundan esa idea. Más allá del fantasma de la salud, la figura del Presidente está golpeada –la última encuesta de Synopsis lo da con tan sólo 29% de imagen positiva– y el camino para la reelección parece complejo. Por las
dudas, hay plan B: María Eugenia Vidal.
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