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CULTURA | 01-07-2018 02:01

Literatura y derecho: detrás del gran juicio

En Nüremberg, por primera vez, se habló de “genocidio” y “crimen contra la humanidad”. Philippe Sands, el hombre que rescató la historia.

Los juicios de Nüremberg no sólo llevaron al banquillo de los acusados a los principales funcionarios del régimen nazi, culpables del exterminio más cruel que haya sufrido hasta hoy la humanidad; también sentaron las bases del derecho internacional tal como sería de allí en más. El trabajo mancomunado de equipos jurídicos diversos, de países con sistemas legales diferentes -los Aliados de la Segunda Guerra mundial- fue la condición de posibilidad, a futuro, de instituciones como la Corte Internacional de La Haya o el Tribunal Penal Internacional.

También, a partir de estos juicios, se establecieron nuevos delitos. O mejor dicho, nuevas denominaciones para delitos eternos que por primera vez eran considerados tales en una corte. Así, Nüremberg vio nacer dos expresiones que en el futuro jugarían un papel fundamental en la defensa de los derechos humanos.

El primero de estos delitos es el de “crimen contra la humanidad”, establecido por un famoso jurista nacido polaco pero nacionalizado inglés, que participó en Nüremberg junto al equipo legal británico, llamado Hersch Lauterpacht.

El segundo delito es el de “genocidio” y se refiere al crimen cometido contra individuos en su calidad de miembros de un grupo. El concepto surgió a partir del trabajo de Raphael Lemkin, jurista también polaco, que participó del equipo legal norteamericano en Nüremberg. Tanto Lauterpacht como Lemkin eran judíos.

Estas dos historias, la de los delitos que tipificó Nüremberg y el derrotero de sus autores desde la Europa Media hacia Occidente constituyen el centro de la trama de uno de los libros más apasionantes que se publicaron este año en la Argentina. El volumen se llama “Calle Este-Oeste” (Anagrama) y su autor es Philippe Sands, un abogado inglés especializado en derecho internacional.

Sands es uno de los expertos en derechos humanos más destacados de Inglaterra. Profesor universitario, consultor de las cortes internacionales más importantes (europeas y mundiales), escribe regularmente en The Guardian y Vanity Fair, y ha publicado más de una docena de libros investigando temas tales como la tortura en Iraq. Con la Argentina tiene una relación especial. Ha escrito una novela (inconclusa) sobre una historia de robo de niños y ha intervenido en la denuncia internacional contra el militar Ricardo Cavallo. Pero además, fue el abogado que representó a nuestro país en el juicio por las Papeleras, ante la Corte de La Haya.

El libro. “Calle Este-Oeste” es un fascinante rompecabezas en el que se entrelazan varias historias, hilvanadas por la pasión investigativa de Philippe Sands. Una ciudad se ubica en el centro de la trama. Hoy se llama Leópolis y pertenece a Ucrania. Pero en el pasado fue también Lemberg, Lviv, Lvov y Lwów, a medida que cambiaba de país dominante: Austria, Polonia, Alemania o Rusia. Todo un símbolo de la Media Europa, un territorio eternamente en guerra a lo largo del siglo XX.

En Lviv estudiaron Derecho Lauterpacht y Lemkin, y allí también vivió el abuelo judío de Sands, León, cuya misteriosa juventud es la tercera pata de la estructura de este libro. El cuarto eslabón de la trama es Hans Frank, el funcionario nazi que gobernó Polonia durante el Tercer Reich. Su hijo, Niklas Frank -un hombre que va por la vida con un retrato de su padre muerto en bolsillo para asegurarse de que no va a volver- presta uno de los testimonios más valiosos en “Calle Este-Oeste”. Como un capítulo desprendido de esta gran investigación, Sands guionó también y participó del documental “My Nazi Legacy: What Our Fathers Did” (“Mi herencia nazi: lo que hicieron nuestros padres”) donde Niklas Frank, crítico acérrimo de su propio progenitor, enfrenta al hijo de Otto Wächter, gobernador nazi de Galitzia, que prefiere considerar a su padre bajo una luz más comprensiva (estuvo en Netflix hasta hace muy poco, hoy se lo puede ver en You Tube).

La reconstrucción del devenir de estos cuatro personajes a lo largo de la Segunda Guerra mundial, casi conviviendo al mismo tiempo en el mismo territorio, confluye en Nüremberg. Allí la historia es la de la inclusión de los dos delitos mencionados - “crimen contra la humanidad” y “genocidio”- en las acusaciones y alegatos del juicio contra el régimen nazi. “Calle Este-Oeste”, de 600 páginas, se lee como un thriller apasionante. De él dijo John Le Carré (muy amigo de Sands): “Es un logro monumental: profundamente personal, narrado con amor, indignación y una gran precisión”.

En diálogo vía mail, desde Londres, Philippe Sands contestó las preguntas de NOTICIAS, sobre derecho internacional, delitos contra la humanidad y la dictatura en la Argentina. Aquí sus respuestas.

Noticias: Su libro es una aventura emocionante a través de archivos, memorias personales, libros y testimonios. ¿Cuánto tiempo le llevó investigar y escribir estas historias?

Philippe Sands: Seis años, desde el momento en que acepté la invitación a dar una conferencia en la ciudad de Lviv, en la primavera de 2010, hasta la publicación en Inglaterra en 2016.

Noticias: ¿Por dónde comenzó la investigación? ¿A partir de Lauterpacht y Lemkin? ¿A partir de su abuelo? ¿A partir de Lviv?

Sands: Empecé con mi abuelo, que fue muy cercano para mí. Simplemente quería conocer la casa en la que había nacido, la calle en la que había caminado cuando era chico. Para saber quién era yo y de dónde venía. Todo surge a partir de este íntimo y simple deseo.

Noticias: ¿Cuánto influyó su historia familiar en la elección de su carrera?

Sands: Es difícil decirlo exactamente. Pero mi sensación es que esa historia familiar no contada ejerció su influencia. Con el tiempo, como estudiante, lo que más me interesó fue el derecho internacional.

Noticias: ¿Por qué cree que su madre o su abuelo (como tantos otros sobrevivientes de la persecusión nazi) prefirieron mantener en silencio su historia?

Sands: En mi experiencia con otras situaciones de atrocidades masivas y traumas de estas características, esta actitud es común. El silencio es la regla y hablar es una excepción y esto sucede desde América a Zimbabwe. ¿Por qué? Por un instinto de protección para las generaciones siguientes. Hay una sensación de vergüenza de haber estado envuelto en esos sucesos, por haber sobrevivido, tal vez por no haber hecho lo suficiente. Es un instinto de autopreservación. Una cuestión para psicoanalistas, psiquiatras y psicólogos, no para un abogado.

Noticias: ¿Cuál es el personaje que más admira de su libro y por qué? ¿Es Miss Tilney, la misionera que transportó a su madre desde Viena y le salvó la vida?

Sands: Además de mi abuelo, un hombre de gran dignidad y coraje, admiro a Miss Tilney. Ella es un emblema de los instintos humanos más refinados, un individuo que hace una verdadera diferencia, que llega a un encrucijada y hace lo correcto, aún cuando se exponga a grandes riesgos. Amo a Elsie Tilney, me gustaría poder abrazarla.

Noticias: Los juicios de Nüremberg marcan un antes y un después en el derecho internacional. ¿Cuáles son los progresos que en esta materia todavía deben hacer los estados del mundo?

Sands: Le enseño a mis alumnos que las leyes internacionales y la justicia son un juego a largo plazo. En comparación con la legislación inglesa, en derecho internacional estamos en la temprana Edad Media y va a llevarnos siglos, no décadas, para lograr que surja algo cercano a un sistema efectivo y que funcione.

Noticias: En el documental “My Nazi Legacy: What Our Fathers Did” usted indaga, junto a los hijos de Frank y Wächter, en la importancia de enfrentar el pasado. ¿Cuál es el valor de mantener viva la memoria?

Sands: Crear un sentido de comunidad y pertenencia. Y también es parte de una expresión de esperanza: si sabemos lo que pasó antes podremos prevenir que no pase de nuevo. ¡Una esperanza!

Noticias: En su libro usted narra la creación de los conceptos de “crimen contra la humanidad” y “genocidio”, ¿cuál considera que tiene en la actualidad mejor aplicación jurídica? ¿Prefiere uno por sobre el otro?

Sands: Usted sabe, porque leyó el libro, que yo me siento en conflicto entre los dos conceptos, que favorecen al individuo o al grupo. Esencialmente, este conflicto plantea las preguntas más básicas para un ser humano: quién soy y cómo quiero ser definido, como un individuo o como parte de un grupo. Y si soy parte de un grupo, de qué grupo (entre muchos) soy parte. Y cómo debe protegernos la ley: por nuestras cualidades esenciales como seres humanos individuales o porque somos miembros de un grupo que se considera necesitado de protección. Mi cabeza está con los individuos, mi corazón late con el grupo.

Noticias: ¿En qué casos, en relación a la Argentina, le tocó trabajar? ¿Qué opina del tratamiento jurídico que se dio a los criminales de la dictadura?

Sands: He tenido el dudoso privilegio de trabajar en muchos casos relacionados con asesinatos masivos, en muchas partes del mundo, incluida la Argentina. Tuve una participación periférica en un caso que involucraba a Ricardo Cavallo (Sérpico) y en el caso de Pinochet (participé en procedimientos que tuvieron lugar en Londres), un caso que también tocaba a la Argentina por la llamada “Operación Cóndor”. El modo en que una comunidad o un país lidia con la oscuridad de su pasado es algo complejo. No hay una solución que le encaje a todo el mundo. He seguido de cerca la forma en que la Argentina se ha manejado en este terreno. En ciertos aspectos ha tenido cierto grado de éxito, pero no siempre. Sabemos también que la herencia de estos horrores permanecen a través del tiempo. Esto es una conexión obvia con mi libro “Calle Este-Oeste”. Estoy muy impresionado también con el cine y la literatura argentina sobre este tema. Tengo una apreciación particular por su literatura; por un libro notable, “La pregunta de sus ojos”, de Eduardo Sacheri, a quien tuve la gran dicha de conocer. Argentina se ha vuelto muy especial para mí. Voy a visitarlos muy pronto, en octubre de 2019.

por Adriana Lorusso

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