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MUNDO | 21-05-2019 17:35

Taiwán discriminado por la OMS: el costo de su democracia

Por presión de China el país quedó nuevamente fuera de la Asamblea Mundial de la Salud. Logros médicos, ayuda internacional y modelos exportables.

Catorce de los diecisiete países que mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán le requirieron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) debatir acerca de la exclusión de ese país de la Asamblea Mundial de la Salud (AMS) que se desarrolla entre el 20 y el 28 de mayo. El gobierno de la pequeña isla -de 36.000 km y 23 millones de habitantes, separada apenas por un estrecho de la China Continental- pretendía formar parte de la AMS en calidad de observador, como lo hizo entre el 2009 y el 2016. Pero no pudo obtener una invitación por tercer año consecutivo debido a la presión ejercida por China desde que asumió la conducción del país Tsai Ing-Wen, del Partido Democrático Progresista (PDP) pro independencia de Taiwán. La administración anterior, del partido Kuomintang, había priorizado los vínculos amistosos con Beijing.

El conflicto en torno al encuentro mundial por la salud no es más que un eslabón en la cadena de desavenencias que enfrentan las administraciones de Beijing y Taipei desde hace siete décadas: en 1949, tras la victoria de los comunistas de  Mao Zedong,  los nacionalistas de Chiang Kai-shek se refugiaron en la isla de Taiwán y desarrollaron un sistema democrático que hoy es un estado soberano pese a no tener un asiento en Naciones Unidas (lo perdió en favor de la República Popular China en 1971).

En el 2005 China promulgó una ley anti secesión por la que amenaza con intervenirla militarmente si Taiwán declara su independencia. Los pobladores apoyan mayoritariamente el sostenimiento del status quo y resisten la anexión basada en la fórmula “un país, dos sistemas” que les daría un gobierno local pero los convertiría en una región administrativa especial de China. Con esa fórmula es que China recuperó a Hong Kong y a Macao, pero esas experiencias evidenciaron una paulatina pérdida de libertades en sus ciudadanos que alertaron a los taiwaneses.

Entretanto, el poder económico chino sigue erosionando solidaridades. En 2018, El Salvador, Burkina Faso y República Dominicana le quitaron el reconocimiento que le habían otorgado a Taiwán. Y paradójicamente, Estados Unidos se comprometió a proteger militarmente a un país con el que mantiene relaciones no oficiales, de la agresión de otro con el que las mantiene oficialmente. Persisten en su reconocimiento formal a Taiwán un puñado de países del Caribe y Oceanía. De Sudamérica, sólo Paraguay, aunque la llegada al gobierno de Mauricio Macri había despertado expectativas que resultaron fallidas. Para visitar la Argentina un taiwanés debe pagar una visa de 250 dólares que ni siquiera se le adosa a su pasaporte. Obtiene un papel suelto que autoriza su ingreso al país. De todos modos, Taiwán tiene relaciones oficiales no diplomáticas con la Unión Europea  y unos cuarenta países como el nuestro en los que, ante la imposibilidad de disponer de embajadas, establece oficinas comerciales y turísticas.

Cara libertad. Sostener su democracia implica para los taiwaneses vivir en un limbo jurídico que los condena a ser ignorados por los organismos internacionales pese a su alto desarrollo económico y científico, y su vocación colaborativa. Así lo manifestaron distintos referentes del gobierno a la delegación de periodistas latinoamericanos invitados a la isla para interiorizarse de su realidad, que integró NOTICIAS.

“Desde 1991 mantenemos intercambios entre Taiwán y China Continental, pero en estos tres últimos años estamos abocados a salvaguardar la paz y la estabilidad en la región ya que recibimos muchas presiones que incluyen amenazas militares, represalias diplomáticas y sanciones económicas”, sostuvo el viceministro del Consejo para Asuntos con China Continental, Chiu Chiu-Cheng, quien considera “crucial el apoyo de países amigos y la cooperación internacional”.

Con una economía agrícola reconvertida a la producción tecnológica, la isla es una potencia en la materia: produce 9 de cada 10 computadoras que se consumen en el mundo y dedica recursos a la innovación como lo prueba su Parque Científico, una suerte de Silicon Valley taiwanés.

Tradicional y moderna a la vez –acaba de convertirse en el primer país asiático que legalizó el casamiento entre personas del mismo sexo- la sociedad goza de una cobertura sanitaria universal ponderada entre los mejores del mundo.

Desarrollaron herramientas que utilizan la inteligencia artificial y la computación en la nube para acceder a bases de datos masivas establecidas en los últimos 24 años. De modo que el paciente que ingresa a cualquier centro de salud del país se garantiza que el médico acceda a su completa historia clínica, y los farmacéuticos, a  su prescripción de medicamentos.

Necesitados como están de lazos con el resto del mundo que los avale, propician políticas de ayuda a sus países aliados. El Fondo para la Cooperación y el Desarrollo Internacional (ICDF)  desarrolla programas en el Caribe, África, Asia y Oceanía. En áreas tan dispares como la agricultura, ganadería, industrias livianas, tecnología informática, energía, educación, medioambiente y, sobre todo, salud. Dato que pone de relieve el absurdo de su ausencia en el mayor foro mundial en la materia por una obstrucción política.

Ubicado en el centro neurálgico del Indo-Pacífico, Taiwán afronta movimientos permanentes de personas, por lo que es clave en el control de enfermedades contagiosas transnacionales.

La prevalencia de consideraciones políticas sobre las sanitarias se evidenció en 2003, ante el brote de SARS, cuando Taiwán no obtuvo ayuda oportuna de la OMS y se multiplicaron las víctimas.

Pese a ello, en presencia de un nuevo brote de ébola, Taiwán ofreció el año pasado una donación de un millón de dólares estadounidenses que fue rechazada, también por razones políticas.

Sus investigaciones médicas, experiencia en emergentología (clave en una región habituada a las catástrofes naturales) y su intención de capacitar profesionales extranjeros quedarán nuevamente fuera del juego de las instituciones globales al ausentarse del foro de la salud.

Con el tesón de sus ancestros, anuncian que seguirán insistiendo.

*Editora Ejecutiva de Noticias (desde Taiwán).

por Alejandra Daiha*

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