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EMPRESAS Y PROTAGONISTAS | 11-06-2019 15:07

Proyecto Jacinta: unión con la naturaleza

Horacio Aquino es paisajista y creador del proyecto Jacinta; un jardín concebido como albergue de plantas y pequeños animales.

En la zona rural de Brandsen y emplazado sobre una fracción de 6.000 metros cuadrados damos vida al proyecto Jacinta. Creado en pos de generar condiciones para restaurar la flora nativa, como hogar de especies animales autóctonas, aún hoy relegadas en el diseño de jardines.

Nuestro jardín es concebido como albergue sagrado de plantas y pequeños animales y con interés en el desarrollo de pequeñas acciones que permitan vernos reflejados en nuestro desordenado y sensible ámbito de vida.

En él, la belleza de la vida es inseparable de su fragilidad. Vivirlo nos permite ampliar la imaginación y comprender que el tiempo para cada uno de nosotros es precioso y demasiado breve.

El jardín como hecho artístico

Se dice que las personas con el nombre Jacinta son seductoras, curiosas e independientes, que no saben quedarse quietas, odian la monotonía y la rutina.

Y esto buscamos con la materialización de este diseño de jardín sobre el terreno. No podemos dejar de percibir su aspecto artístico.

¿Es el paisaje el resultado de la suma de elementos separados?

Apoyamos un concepto integrador que combine de manera dinámica elementos físicos y biológicos y que nuestra acción humana de nacimiento a múltiples escenarios.

Incorporamos elementos de valor estético a la vista del observador. Con un sentido más escenográfico, totalizador y no solo de apreciación individual de cada sector o instalación. La armoniosa combinación de colores y formas es tenida en cuenta y a la vez trascendida; da lugar a un espacio para ser vivido, transitado, en el cual construir historias y momentos.

Al observar el paisaje podemos encontrar múltiples indicadores sobre el sistema de relaciones en un pequeño, variado y complejo mundo de formas, colores y comportamientos. La confluencia del mundo animal y vegetal genera momentos mágicos, donde la vida se regenera una y otra vez.

Los vistosos colores de los pétalos atraen a insectos como abejas y mariposas. Las flores brindan su delicioso néctar a cambio del traslado de material genético a otras y establecen una íntima asociación de mutuos beneficios en su desarrollo. Es el proceso vital que conocemos como polinización.

Preservando un sencillo conjunto de reglas, estimulamos el sistema biológico constituido por una diversa comunidad de organismos vivos, para generar exquisitas interrelaciones en una máquina asombrosa como lo es la naturaleza.

Es fascinante explorar diferentes alternativas reveladas por la ciencia y dar lugar a un mundo de nuevas sensaciones y colores, siendo capaces de traer a la existencia armoniosas, diferentes y maravillosas formas de vida.

Belleza y Seducción

Belleza y seducción, son formidables herramientas de la naturaleza para sobrevivir. Es decir, la naturaleza creó la reproducción con el fin de perpetuarse, una fuerza vital que nos atraviesa.

El truco de la evolución es generar vidas hermosas, ejerciendo una especie de magnetismo para lograr el placer de mirarlos. Se vale de muchos mecanismos.

En el jardín, lo vemos a través de los polinizadores: abejas, murciélagos, colibríes, mariposas y la evolución de más de cincuenta millones de años de las flores.

La experiencia de la belleza es una de las formas que la evolución tiene para despertar y sostener el interés o la fascinación a fin de tomar decisiones adaptativas para la supervivencia y reproducción.

Diseñar un agradable jardín teniendo en cuenta esto es dejarse impregnar por la belleza y redescubrir el sentido de lo maravilloso.

El paisaje y el jardín: perspectiva histórica

El paisaje, entendido como entorno natural, fue previo a los humanos y su alteración ha sido permanente, ya sea para valerse de sus recursos o para adecuarlo a diversas necesidades.

Las dinámicas del paisaje analizadas desde distintas disciplinas diferencian el paisaje como recurso natural de las derivaciones que han dado origen al paisaje socio-cultural, resultado de la acción humana.

Los trabajos de Charles Darwin y Alex von Humboldt son los primeros antecedentes de la ciencia del paisaje. Se dedicaron a aspectos relativos a la física del paisaje considerada la morfología terrestre y la acción de agentes naturales sobre sus formas.

Luego, y desde diversas vertientes, las ciencias han seguido la huella dejada por la actividad humana sobre el paisaje. El jardín, en la concepción europea, ha pretendido ser una reproducción artística de la naturaleza, capaz de generar emociones y diversas sensaciones, descripto como modelo de belleza natural.

Es probable que con características similares a las sabanas del pleistoceno en donde evolucionamos: espacios abiertos, pastos bajos, algunos pequeños bosques, diversos follajes, abundancia de agua y senderos serpenteantes.

Todo lo que haga propicio la vida vegetal y animal. Es aún hoy un modelo presente en espacios públicos. Al jardín hoy, lo entendemos, no solo como un conjunto de plantas organizadas en función de criterios estéticos, con marcados cambios en las diferentes estaciones climáticas que nos brindan diversas texturas, colores, aromas o ritmos; sino también como el soporte esencial para cobijar fauna silvestre de valor ornamental.

Fauna y flora componen la biodiversidad implantada para proponernos un jardín dinámico, a partir de las sorpresas de vuelos, cantos, movimientos y colores, que aparecen, danzan, juegan a las escondidas y se esfuman, en un escenario naturalizado donde el espectáculo de los seres vivos nos llena los sentidos.

No es solo un jardín que convoca fauna, sino que la acoge para contenerla y sea hogar de pequeños animalitos que nos hacen esbozar una sonrisa y admiración ante una acción inesperada de sus comportamientos reproductivos, de alimentación o marcación de territorio.

Esto es la naturaleza interpretada desde parámetros ecológicos, en el que las relaciones entre plantas y animales expresan interacciones que se despliegan como una fiesta de la vida en su mayor plenitud.

Ser humano y naturaleza

El ser humano se ha despreocupado por su influencia sobre la naturaleza. En los diseños de paisaje esto se ha convertido en una suerte de dominio del entorno que no tiene en cuenta cuestiones básicas como el abandono de la flora y fauna autóctonas.

Quienes estimulamos la ecología del paisaje en tanto, disciplina estratégica para la conservación del patrimonio natural y cultural, valoramos del proyecto Jacinta incorporar la actividad humana en el conjunto de componentes actuantes.

Somos parte de la naturaleza, no estamos al margen de ella y tenemos que cuidarla porque eso significa cuidarnos. Cada elemento incorporado al diseño del proyecto Jacinta partió de esta premisa: buscamos integrarnos, ser parte, reelaborar nuestro vínculo con la naturaleza.

Al momento de crear un jardín, reflexionamos que es imprescindible desarticular la dicotomía humano/naturaleza y reafirmar que todas las especies estamos ecológicamente integradas unas con otras.

Conoce más sobre ellos ingresando en www.proyectojacinta.com.ar.

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