Friday 29 de March, 2024

SOCIEDAD | 14-02-2020 19:28

La cancelación: el desprecio digital

Tras el ataque que recibió en redes, Jimena Barón debió suspender dos shows. La nueva censura que disciplina el pensamiento.

No fue gratis. El afiche con el que Jimena Barón salió a vender su nuevo tema, que simula a los carteles callejeros que promocionan la prostitución, generó una ola de críticas imparables. Y lo que primero surgió como una campaña de marketing polémica, luego se convirtió en un posicionamiento político: la cantante explicó que su canción era una forma de apoyar los proyectos que buscan regular el trabajo sexual en la Argentina. Escribió en redes sus razones y publicó fotos con Georgina Orellano, la titular del sindicato de meretrices. Sin embargo, lejos de frenar las agresiones, sus publicaciones enardecieron a sus detractores, que llegaron a acusarla de fomentar la trata de mujeres. La historia terminó -al menos por ahora- con Jimena bajo tratamiento psicológico, con shows suspendidos y pidiendo perdón: “Me puedo equivocar”, declaró. De acuerdo al diccionario centennial, lo que le pasó a Jimena es que fue "cancelada".

La "cancelación" es un concepto que se impuso en los últimos años para explicar un fenómeno propio de las redes sociales: una especie de desprecio digital aleccionador que se dirige contra artistas que, por algún motivo, "decepcionaron" a sus seguidores. Ni bien aparece el motivo que los desilusiona, los usuarios salen en masa a repudiar a la celebridad con el salvajismo típico de la inmediatez. Y de un momento para el otro, la estrella es bajada del podio de la idolatría.

Jimena Barón, que se construyó a sí misma en las redes sociales, ahora es víctima de ellas. Si bien en esta oportunidad la mayoría de los cañones apuntaron contra la cantante, no fue la única perjudicada. Orellano, sin ir más lejos, tuvo que publicar sus antecedentes penales para desmentir las versiones que la involucraban en causas de explotación sexual de mujeres.

Sin embargo, la cancelación no es algo que funcione de manera lineal. Así como se canceló a Jimena y de cierta forma también a Georgina, sus detractoras también fueron objeto de fuertes agresiones. La politóloga Florencia Freijo y la guionista Carolina Aguirre, que están en contra de la regulación de la prostitución y se opusieron con virulencia a Barón, cuestionándola en redes, también fueron objeto de agresiones

El fenómeno no es argentino. A nivel mundial, dos de los más claros ejemplos sobre cómo se puede "cancelar" a una celebridad fueron los casos de Harvey Weinstein y Kevin Spacey. Y, dentro del universo feminista, J.K. Rowling, la autora de la saga de Harry Potter, fue “cancelada” por haber publicado un tuit transfóbico. 

Particular. “La cancelación a veces recuerda a las lógicas de los escraches y las listas negras, pero no es lo mismo. Su surgimiento tuvo que ver con muchísimos colectivos que en el pasado no eran escuchados y que encontraron en las redes sociales una plataforma para denunciar a alguien. Era un llamado a no consumir productos de esa persona. Pero se terminó convirtiendo en algo muy nocivo, se deformó”, explicó a NOTICIAS Tomás Balmaceda, filósofo y periodista especializado en tecnologías.

El concepto de la “cancelación” circula en el mundo de las redes y suele asociarse a cierta idea de censura. La idea de no consumir más productos del cancelado, llamar a no asistir a sus espectáculos, a no leer sus textos u opiniones es una manera de hacerlo desaparecer. No es una práctica que pueda ser planificada o anticipada sino que explota con la lógica inmediata de las redes.
Sin embargo, quienes observan estos comportamientos con desconfianza insisten en que, en muchas ocasiones, no hay lugar para una reflexión que frene este accionar. “Hay quienes creen que la cultura de la cancelación es una especie de reingreso del punitivismo dentro de sectores que se pensaban progresistas”, agregó Balmaceda.

Como elemento disciplinador, es eficaz. Días después de suspender sus espectáculos y de alejarse de las redes, Barón volvió a Instagram con un video: “Pido perdón si herimos susceptibilidades”, advirtió. “Es un aprendizaje. Capaz ustedes lo hacen desde su casa, leen, piensan, un día piensan una cosa y al otro día otra. Yo hago ese recorrido en público, bajo el ojo de mucha gente. Me puedo equivocar, como cualquier persona”, aseguró. 

En la “vereda opuesta”, Freijo y Aguirre también manifestaron que iban a tener que cambiar su actitud pública frente a la avalancha de críticas que recibieron por parte de quienes defendieron la postura. La guionista anunció que “se iba” del feminismo y escribió en Instagram: “Nunca pero nunca más voy a hacer una declaración sobre ningún tema”. La politóloga, por su parte, denunció violencia virtual: “Esto es lo que vivimos hace días, y gente feminista y que me sigue dándole Like. No es solo Jimena la que está mal y con seguimiento médico. Hoy le tengo más miedo al mundo ‘feminista’ que a los machos allá afuera, y no saben qué alivio poder decirlo”. Lo que siguió a sus declaraciones fue, claro está, más violencia.

Para la analista de medios Adriana Amado, lo que sucede en estos casos es que los mensajes agresivos "prenden más" pero, al mismo tiempo, insiste con que ese es el tono común del lenguaje actual: "Muchos hablan de la agresividad de las redes pero lo cierto es que la agresividad nos habita y es un estilo de comunicación. La misma campaña, por más que fuera creativa, era agresiva", señaló la especialista.

Sin debate. Las agresiones llegaron más rápido que los argumentos. A pesar de que el asunto podría haber sido una buena oportunidad para debatir en profundidad acerca de la prostitución, en la lógica tuitera ganó la "cancelación".

Para Balmaceda, lo que sucede es que ese no es el terreno apropiado: "Las redes cumplen el rol de exponer a más personas a cierta información o datos. Pero para que vos puedas tener una buena discusión, precisás argumentar. No puede ser 'porque me parece', 'porque esta es mi experiencia'", afirmó.

Barón, Orellano, Freijo y Aguirre fueron el blanco de la semana. Las redes, convertidas en un terreno disciplinador por excelencia, decidieron "cancelarlas" a todas. 

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Giselle Leclercq

Giselle Leclercq

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