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SOCIEDAD | 25-03-2020 13:19

Video | Comedores sociales: crece la demanda en los barrios y temen que se acabe la comida

Las medidas para contener el avance del coronavirus ponen en jaque a los sectores más vulnerables.

Hasta hace una semana, en el comedor “Los Angelitos”, en el barrio Inflamable en Dock Sud, el estofado se preparaba con cinco pollos. Ahora se cocina con ocho y se cortan en trozos más chiquitos para que rinda más. Antes que comenzara el aislamiento social preventivo y obligatorio, en el salón principal se sentaban, por turnos, unos 105 chicos a almorzar. Ahora ese número se duplicó y cada día son más los adultos que se acercan a buscar una vianda. A Claribel, una de las fundadoras del espacio, hay un solo tema que le preocupa: que se acabe la comida.

Lo que sucede en “Los angelitos”, que depende de la organización Barrios de Pie, es apenas una muestra del problema al que se enfrentan las organizaciones que trabajan con los sectores vulnerables. Mientras que las familias que necesitan un lugar donde comer se multiplican, las donaciones y las ayudas estatales no dan abasto para contener la emergencia. Claribel recibe a NOTICIAS y no pierde la calma para describir lo que pasa en su cuadra. “Ahora que aumentó la necesidad por la pandemia nos estamos quedando sin mercadería”, repitió. 

Con el avance del coronavirus en Argentina, la rutina de este lugar se transformó por completo. El almuerzo ya no se sirve dentro del comedor. Para evitar el amontonamiento de personas, Claribel decidió servir viandas en la puerta. Junto a las tres mujeres que trabajan con ella, empiezan a cocinar antes de las 10 de la mañana y abren las puertas a las 12. Cocinan con guantes y barbijos y extremaron las medidas de higiene. En el barrio, cuenta, todos conocen las medidas de prevención que hay que tomar. 

La conciencia sobre la pandemia es evidente. Antes de las 12 del mediodía, cuando todos salen con su tupper, la calle de tierra donde está “Los angelitos” está vacía. Pero cumplir a rajatabla con el aislamiento es difícil: “Me cuesta que mis tres chicos más grande se queden adentro. Están acostumbrados a estar en la calle y hace demasiado calor”, cuenta una mujer que espera su vianda con un carrito con una bebé. 

Cierres. Claribel describe todas las estrategias que llevan adelante para hacer rendir la comida y, por ahora, piensa que van a poder seguir trabajando. Sin embargo, no es la situación de todos los comedores. De hecho, frente al suyo funciona otro que estos días dejó de abrir. “Se va pasando la voz que nosotros damos comida y vienen cada vez más”, dice.

Los que ya tuvieron que cerrar sus puertas reclaman que la ayuda social llegue de inmediato. Ana María, del comedor Los Hermanos de Altos de San Lorenzo, en La Plata, cuenta que pudieron trabajar hasta el sábado pasado a la mañana. “Nos habían entregado mercadería del ministerio de Desarrollo hasta el mes pasado, pero se nos ha terminado porque hicimos bolsones para repartir en el barrio”, le dice a NOTICIAS. El lunes dos chicos tocaron el timbre de su casa para pedirle leche. “Me rompió el corazón decirles que no tengo cuando el Estado dijo que va a ayudar”, se lamenta. 

Preocupación. El tema de los comedores está en la agenda de los dirigentes bonaerenses, tanto que fue uno de los reclamos que llevaron los intendentes del Conurbano a la reunión que mantuvieron con Alberto Fernández esta semana. 

Según pudo saber NOTICIAS, los municipios plantearon que “no se dispone de los recursos necesarios para atender la demanda social y económica que se va a generar en la región”. Entre las propuestas que elevaron al Ejecutivo está la posibilidad de que instituciones intermedias como Cáritas, Cruz Roja, clubes o universidades puedan descentralizar la asistencia en los barrios.

Mientras se encuentran soluciones a nivel político, los referentes sociales le ponen el cuerpo a la contingencia. El viernes pasado, en "Los angelitos" llegaron al límite de viandas y no quedó comida para las personas que trabajan en el comedor. Claribel insiste en que los alimentos no perecederos y las verduras es lo que más hace falta.   

por Alejandro Rebosio y Giselle Leclercq

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