Friday 29 de March, 2024

OPINIóN | 01-02-2013 14:28

Venezuela: matar al padre

Por qué, pese a la certeza sobre una nueva victoria, tanto el chavismo como la oposición dilatan la agonía política de Chávez.

Pasó el 10 de enero sin que Hugo Chávez jurara como presidente de Venezuela; ya que por un lado sus médicos habían dicho que no está en condiciones de hacerlo, y por el otro lado el Tribunal Supremo de ese país resolvió que no es necesario el juramento formal ante la Asamblea Nacional, Chávez era y sigue siendo Presidente, y el juramento puede hacerse posteriormente ante el mismo tribunal.

Cada quien puede pensar lo que quiera, pero así es. También sabemos que por lo pronto Chávez no va a renunciar, provocando la celebración de nuevas elecciones en el transcurso de los siguientes treinta días. Y sabemos que si bien su estado de salud es muy grave, sólo sería inminente su fallecimiento por decisión de la familia. Todo lo demás son suposiciones, es decir, lo más divertido.

Una posible explicación de la extrañísima paradoja recién surgida en Caracas consiste en un fenómeno casi psicoanalítico. Me explico: los chavistas, es decir, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, apoyados por el segundo nivel de gobierno y del poder, se sienten seguros de arrasar en una elección convocada después del deceso de Chávez o su inhabilitación voluntaria para ejercer la Presidencia.

La oposición, encabezada todavía por Henrique Capriles, parece pensar lo mismo: iría al matadero electoral de celebrarse comicios nuevos. Por tanto, la oposición está actuando lógica aunque no muy valientemente al no presionar para que se convoquen elecciones; pero la postura chavista se antoja contradictoria: si van a ganar y saben que Chávez ya no se recupera, ¿por qué al mal (buen) paso no darle prisa? Pues, como dirían Freud y Lacan, porque matar al padre es un asunto muy complicado.

Chávez, para ellos y para sus partidarios, no es un simple Presidente, un simple comandante, un simple mandatario, sino junto con Bolívar, una figura paterna con todas las implicaciones de la misma. Y si los clásicos del psicoanálisis hablaban de matar al padre en un sentido afectivo o analítico, en este caso se trata de algo mucho más literal: una decisión política de desconectar a alguien que muy probablemente está en una situación de vida asistida.

*Ex secretario de Relaciones Públicas de México, Profesor Global Distinguido

en la Universidad de Nueva York.

Más información en la edición impresa de la revista.

por Jorge Castañeda

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