Analizar el primer año de Javier Milei como presidente de Argentina no es tarea sencilla. Intentar describir los últimos 12 meses mediante un simple informe sería insuficiente para captar la magnitud y complejidad de los cambios vividos en el país. Su administración ha estado marcada por un enfoque disruptivo y experimental que ha generado resultados sorprendentes, contrastes confusos y un debate constante sobre su impacto.
Plan experimental y gobierno polarizador
Desde el inicio, Milei puso en marcha un programa sin precedentes, basado en una visión liberal radical. Su gobierno opera bajo una estrategia dual: por un lado, un aparato estatal que intenta equilibrar las imposiciones ideológicas del presidente con las exigencias prácticas de la gestión diaria; por otro, una figura presidencial que concentra poder.
Javier Milei se ha posicionado en tres roles clave: político outsider, celebridad internacional y economista antiestatal. Estas facetas se complementan con un estilo confrontativo que rompe con las tradiciones políticas argentinas. Aunque su debilidad legislativa lo limita, Milei se presenta como un líder feroz y decidido, dispuesto a desafiar las reglas de la negociación política.
Su enfoque ha provocado temor y admiración en partes iguales. En un país acostumbrado a liderazgos más tradicionales, Milei ha empujado los límites del sistema político, imponiendo su agenda y consolidando su imagen como un provocador distinto a sus predecesores.
Modelo antiestado con consecuencias.
Milei ha articulado un camino claro: antiestado, antipolítica, desregulación y privatización. Su gobierno, mediante un ajuste fiscal severo, ha logrado reducir el déficit y contener la inflación, pero a un costo social elevado. Millones de personas han sufrido las consecuencias de recortes que, aunque celebrados como victorias ideológicas, han generado descontento en amplios sectores de la población.
En el plano internacional, el presidente ha alineado a Argentina con Estados Unidos y las democracias occidentales, condenando dictaduras y defendiendo a Israel como bastión democrático en Medio Oriente. En el ámbito doméstico, su enfoque ha chocado frontalmente con agendas feministas y posiciones tradicionales de derechos humanos, renombrando espacios simbólicos como el CCK, y generando controversias.
Los desafíos de gobernar y fragmentar
El primer semestre de gobierno estuvo marcado por conflictos internos y externos, mientras que el segundo trajo cambios en el gabinete y avances en la implementación de su agenda. Ahora, Milei busca consolidar su poder de cara a 2025, polarizando aún más el panorama político. Su objetivo: debilitar al PRO, desarticular a la UCR y enfrentarse a un kirchnerismo desgastado para capitalizar la fragmentación del sistema.
Las críticas a su gobierno señalan posibles beneficios para empresarios aliados y riesgos de descontrol social. Sin embargo, su base de apoyo, que supera el 50%, se mantiene firme, considerando que Milei es preferible a cualquier alternativa.
Un año es, al mismo tiempo, mucho y poco. Poco, si pensamos en las promesas de transformar a Argentina en una potencia económica en 35 años; Mucho, si miramos el camino recorrido por un forastero que ha desafiado el statu quo con la bandera de la libertad como estandarte. En este breve pero intenso período, Javier Milei ha demostrado que su estilo de gobierno no deja a nadie indiferente, redefiniendo los límites de lo posible en la política.
Gabriel Slavinsky. Psicólogo, consultor y analista político
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por Gabriel Slavinsky
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