Javier Milei cierra su primer año de gobierno superando las expectativas iniciales, pese a haber asumido en un contexto de extrema vulnerabilidad. Con un panorama económico crítico, marcado por una inflación descontrolada y una débil base institucional, el outsider libertario enfrentaba un desafío monumental. Sin embargo, su gestión ha logrado consolidarse en tres frentes: el mercado, la interacción con los otros poderes del Estado y la sociedad.
En el ámbito económico, los mercados han sido su principal bastión. La confianza en el programa libertario, centrado en el superávit fiscal, ha generado resultados tangibles: la brecha cambiaria se redujo drásticamente, los bonos mostraron una tendencia alcista, el riesgo país descendió y el Banco Central comenzó a acumular reservas. Aunque la reactivación económica sigue siendo limitada, la caída de la inflación ha proporcionado un respiro al sector productivo, y el apoyo del mercado, aunque volátil, se mantiene sólido por ahora.
En paralelo, Milei ha logrado imponer su agenda legislativa a pesar de contar con una representación parlamentaria mínima: una treintena de diputados y solo siete senadores. La aprobación de la Ley Bases marcó un hito en su programa de reformas. Además, el Ejecutivo ha recurrido con frecuencia a decretos y vetos para sortear la resistencia del Congreso, asegurando así la continuidad de sus políticas. Incluso el Poder Judicial ha respaldado, directa o indirectamente, su plataforma de transformación.
Por su parte, la sociedad continúa mostrando un sorprendente respaldo al presidente, a pesar del severo ajuste fiscal implementado. Según datos de Opina Argentina, la aprobación de Milei alcanzó el 53% en diciembre, con un aumento de siete puntos respecto a octubre. La percepción generalizada es que la crisis económica es responsabilidad de las administraciones anteriores, mientras que Milei es visto como el líder que puede sacar al país adelante. La promesa de un futuro próspero tras el sacrificio presente sigue siendo un mensaje potente para su base de apoyo.
De cara al año electoral, Milei debe tomar una decisión estratégica clave: aliarse con el PRO de Mauricio Macri para enfrentar al kirchnerismo en Buenos Aires, o mantener la autonomía de La Libertad Avanza con el riesgo de fragmentar el voto de la derecha. Si bien su estilo audaz sugiere que optará por ir solo, el panorama político es siempre incierto.
Mientras tanto, el oficialismo se beneficia del debilitamiento del peronismo, sumido en una crisis de liderazgo y credibilidad. Con Cristina Fernández aún como figura central, pero sin capacidad para articular una nueva mayoría, el movimiento enfrenta el desafío de renovarse, como ya ocurrió en los años 80 y principios de los 2000, para volver a ser una alternativa viable de poder. Con la confianza del mercado, el respaldo popular, el control institucional y una oposición desorientada, Milei cierra este primer año con motivos de celebración y desafíos estratégicos para el futuro.
por Facundo Nejamkis
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