En el soleado y fresco mediodía del sábado 23, el barrio de Núñez disfrutaba de una calma frágil, mientras los hinchas de River que peregrinaban al Monumental marcaban la cuenta regresiva en silencio. La siesta se quebró con el rugido de una exótica motocicleta, la Can-Am de tres ruedas, que captó la atención de todos los comensales del ristorante regenteado por el Zorrito Von Quintiero, amigo del motociclista misterioso. Quizá por el casco, quizá por la edad, casi nadie reconoció al piloto que se bajó de la lujosa máquina “Made in USA”.
Como en sus tiempos dorados de Secretario General de la Presidencia, Alberto Kohan sigue fiel al estilo de político bon vivant y ostentoso, propio del posmenemismo que no baja las banderas estéticas. Mientras despunta el vicio político con su pequeño partido bonaerense Lealtad y Dignidad, Kohan sigue disfrutando de la caza mayor, a pesar del accidente que le dejó huellas en su andar. Y tampoco se priva de las escapadas con sus viejos amigos motoqueros, tomando la precaución de correr con una moto de tres ruedas. Almorzó en familia y se fue -anónimo-, rozando sin querer la mesa en la que almorzaban el canciller Timerman y señora.
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