A pocos días de cumplir los 61 años, Alberto Fernández forma parte de los trabajadores que deben estar aislados por precaución ante el avance del Coronavirus. Él mismo pidió a los mayores de 60 “que se queden en sus casas” porque el Ministerio de Salud entiende que esa población es la que tiene un riesgo más elevado. Pero el Presidente no hizo caso a la recomendación, ni siquiera por ser un paciente con complicaciones respiratorias en su historia clínica. La última recaída fue en junio de 2019, cuando tuvo que ser internado por una inflamación pleural después de olvidarse de tomar una pastilla para la trombosis hereditaria que padece. “Alberto es el Presidente, no puede dejar de trabajar”, explican desde la Casa de Gobierno los mismos funcionarios que en simultáneo le piden hacer otra cosa al resto de la población.
Para intentar dar el ejemplo, el miércoles 18, Fernández se instaló unas horas en la Quinta presidencial de Olivos, desde donde se mostró haciendo “home office” con su perro Dylan y se sumó a la campaña que impulsó el periodista Ernesto Tenenbaum en radio: “Hola, soy Alberto Fernández de Olivos. Trabajo de Presidente. Estoy escuchando todos los mensajes que pasan en ese programa y me parece espléndido que la gente se comprometa y se quede en su casa”. Ese mismo día, en el Boletín Oficial se oficializó la designación de su médico de cabecera, Federico Saavedra, al frente de la Unidad Médica Presidencial. Es su médico del Otamendi desde hace más de diez años y quien ahora lo controla de cerca para evitar recaídas.
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