Thursday 25 de April, 2024

POLíTICA | 24-12-2019 12:43

Los riesgos que implica cuidar a un gobernante

Jorge Vidal, experto en seguridad y ex custodio de políticos, analiza el peligro de que un Presidente maneje su auto o ande sin protección entre sus fans.

La palabra “proteger” por si dice todo, al menos todo lo que creemos que la misma significa, según el rol que nos encontremos interpretando en la sociedad que vivimos. Para una madre significa una cosa distinta de lo que puede significar para un vendedor de seguros, como así también es disímil la interpretación para un operario que trabaja en líneas de electricidad de alto voltaje.

Creo que se entiende lo que trato de significar con los ejemplos. Esta palabra, protección, proteger, sustantivo abstracto, la podemos definir básicamente entre otras cosas como “el arte o profesión aplicada a que una cosa, objeto o persona no sufra daño alguno”

Observamos con atención días pasados la asunción y toma de funciones de un nuevo Presidente de la República en esta buena costumbre de continuidad o alternancia democrática que supimos entender hace ya varios años. Junto con este cambio institucional, se deben observar otros muy importantes que se ciernen al entorno de la institución del Presidente y de su círculo cercano, en sus funciones de responsable político de la administración del Estado: la denominada custodia gubernamental.

Es sabido que los políticos sudamericanos, nuestros gobernantes, en mayor o menor medida descreen o no consideran tan necesario hacer caso o seguir las recomendaciones de los responsables de sus esquemas de seguridad. Es más, van algo más allá, sustituyendo en algunos casos a profesionales de la protección por algún que otro familiar o conocido “de confianza” que, sin experiencia alguna, tuvieron algún paso por las fuerzas de seguridad o Fuerzas Armadas, y que en definitiva les permita hacer lo que deseen, entre otras cosas tomar “contacto con la gente”, como les gusta decir.

No basta una trayectoria de años en una comisaria o cuartel para decirse custodio gubernamental. No existe tal cosa. Nada más alejado de la realidad. Ser custodio y pertenecer a una unidad de seguridad encargada y responsable de la seguridad de una figura gubernamental, se estudia, es una especialización que se debe desarrollar y de capacitación permanente. Es una responsabilidad inmensa, que debe estar exenta de la permeabilidad que uno como custodio-subordinado pudiera llegar a tener a las órdenes de la figura custodiada.

Que quiero decir con esto, que como profesionales debemos educar y hacerles entender a nuestros protegidos, sobre los serios riesgos que amenazan a su figura cuando no se toman las medidas necesarias de protección y se desarrolla la debida inteligencia para protegerlo, en tierra, en movimiento, estático, a pie o en automóvil. Nada debe quedar librado al azar.

Hay veces que esa cercanía con la gente, considerada necesaria por el protegido o su entorno, encuentra entre las manos extendidas de felicidad y cariño, otra mano que tiene alguna intención diferente que va más allá que la de saludar o tocar a la figura de su gobernante. Con solo mirar lo sucedido al presidente Jair Bolsonaro de Brasil. Ahí nos damos cuenta de que la alegría que tenía al estar rodeado de partidarios simpatizantes, muy apretadamente rodeado, más aquello que se consideró un mal e inexistente esquema de seguridad a su alrededor que lo protegiera como indican los manuales, casi le valió su vida.

Se deben escuchar los consejos, si estos son lo debidamente profesionales, y recordar que “los magnicidios no se ven solamente en Netflix”, y que los sucesos más desagradables muchas veces nada tienen que ver con conspiraciones internacionales, vasta una disconformidad local para desatar un lamentable suceso, si es que no se siguen las reglas y normas correspondientes.


*Por Jorge Luis Vidal, experto en Seguridad Pública, analista en Inteligencia Delictual, y especializado en capacitación y transformación de las fuerzas policiales.

por Jorge Luis Vidal

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