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SHOWBIZ | 07-09-2012 15:12

En su mejor momento

Mientras las salas baten récords de asistencia, la industria de la exhibición de películas se prepara para una revolución tecnológica.

En lo que va del año 2012, las ventas de entradas de cine ya superaron a la totalidad de lo facturado el año pasado. Al último día de agosto, las 850 salas en todo el país llevaban vendidas 42,5 millones de entradas, que suman un total de 974 millones de pesos facturados en ocho meses, frente a los 973 millones que generó el segmento en los doce meses del 2011. “Desde el 2004 que no veíamos una afluencia así, este es un gran año”, festeja Leonardo Racauchi, apoderado de la Cámara Argentina de Exhibidores Multipantalla, que congrega a los complejos cinematográficos.

La amplia propuesta de estrenos –nacionales e importados, tanques e independientes, de todos los géneros, aunque con una fuerte presencia del cine fantástico–, el crecimiento de la oferta de salas digitales 3D (que ya suman 180 en todo el país) y la disponibilidad de cupones de descuento hicieron que el público se volcara hacia el cine como una de las formas más económicas de entretenimiento.

A fuerza de descuentos 2x1, el valor promedio pagado por una entrada de cine apenas asciende a los 22,90 pesos, una cifra magra si se compara con el teatro (no menos de 100 pesos por una butaca económica en el circuito comercial) y hasta con la gastronomía (un combo grande en cualquier cadena de comida rápida vale el doble que una entrada de cine con descuento). Así, en el último año, la audiencia creció más de un 8%. Y no parece que la tendencia vaya a detenerse, pese a que “ya estamos en el final de la temporada alta”, explica Racauchi.

Cine de estación. Según la Cámara de Exhibidores, la temporada alta se concentra en las vacaciones de invierno, por la disponibilidad de tiempo de los adultos y la mayor afluencia de niños. El público menudo, además, le da un empujón notable durante la temporada alta al negocio de la venta de comida y golosinas en las salas. “De todos modos, por lejos, el ingreso por entradas sigue siendo la fuente principal del sector, más allá de la parte gastronómica”, agrega el vocero.

El período que corre entre el final de las vacaciones de invierno y mediados de diciembre se considera temporada baja para los cines locales y la afluencia de público queda sujeta a la cantidad de estrenos con los que los grandes estudios alimenten las carteleras, que crecen a fin de año a medida que, en el hemisferio norte, se disparan los lanzamientos navideños. “Luego, entre Navidad y Semana Santa, se da todos los años una etapa bastante buena”, que conjuga nuevas películas con vacaciones de verano, explica el representante de la Cámara de Exhibidores.

Renovación tecnológica. Entre tanto, mientras el segmento florece en el país, el mundo se prepara para un cambio que afectará a toda la industria. Los grandes estudios de Hollywood ya han anunciado en la prensa norteamericana que, a partir del 31 de diciembre del año próximo, dejarán de distribuir sus películas en fílmico –las tradicionales latas con rollos de 35 mm– para migrar al formato digital. La fecha es válida solamente para los Estados Unidos, pero la intención es que la proyección digital se implemente a nivel mundial para el 2015. Algunos países (Hong Kong, por ejemplo), ya están a la cabeza con la nueva tendencia y tienen el ciento por ciento de sus salas digitalizadas.

Pero en la Argentina solo 180 de las 850 salas cuentan con proyectores digitales; y no todas –por ejemplo– proyectan películas en 3D, una moda que viene imponiéndose en el gran cine de acción y aventuras, al punto que algunas películas ya clásicas (como "Titanic", de James Cameron, o la saga de "La Guerra de las Galaxias") han pasado procesos de reconversión para que se las pueda ver, anteojitos mediante, en tres dimensiones. Vale la aclaración: no todo el cine digital es necesariamente 3D, pero todo 3D es, en la actualidad, netamente digital. La incorporación masiva de proyectores digitales no hará que todas las películas sean tridimensionales, pero sí que todas  las exhibiciones crezcan en calidad de imagen y sonido.

Inversiones. Según la Cámara  Argentina de Exhibidores Multipantalla, digitalizar una sala de cine cuesta aproximadamente 100.000 dólares, aunque los costos pueden variar según la potencia del proyector (a mayor cantidad de butacas, mayor tamaño de pantalla y, por lo tanto, más potencia requerida). Además de cambiar los tradicionales proyectores de película por los digitales, son necesarias modificaciones a la pantalla y a los sistemas de audio de la sala, para adaptarse a la alta definición de estas nuevas tecnologías. “Suponemos que, en cuanto la demanda de este tipo de equipos se empiece a ampliar, los precios podrán negociarse en otros términos y bajarán –teoriza Leonardo Racauchi– pero, si no se digitaliza, por mucho que la gente acompañe a las buenas películas, vamos a tener un problema, porque a partir del 2015 no ingresará más fílmico en el país”, sobre todo teniendo en cuenta que solo un 4% de la cartelera local corresponde al cine argentino.

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por Diego Gualda

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