Donald Trump y Javier Milei (Cedoc)

A lo Milei: la inflación fue el factor clave en la victoria de Donald Trump

Se impuso frente a Kamala Harris impulsado por el descontento económico, y prometiendo reactivar la economía con medidas proteccionistas y reducciones fiscales.

Donald Trump ha regresado a la Casa Blanca en un contexto de profunda preocupación económica entre los norteamericanos, tras una elección en la que el aumento del costo de vida y la inflación resultaron determinantes en la decisión de los votantes. Los últimos años han sido especialmente complejos para los estadounidenses, que vieron cómo los precios de bienes esenciales como alimentos, combustible y vivienda subieron a niveles alarmantes bajo el mandato de Joe Biden. Estas tensiones económicas fueron hábilmente aprovechadas por Trump, quien capitalizó el descontento prometiendo una estrategia diferente que pondría la economía en el centro de sus políticas.

La inflación estadounidense, aunque incomparable con la argentina, tuvo el mismo efecto: erosionó el poder adquisitivo de las familias norteamericanas, afectando especialmente a los sectores de menores ingresos. Desde finales de 2021, la tasa de inflación en Estados Unidos alcanzó niveles que no se veían en décadas, situándose por encima del 8% durante el 2022, y generando una presión constante sobre los hogares. Este fenómeno estuvo impulsado por factores como la crisis de la cadena de suministros, los costos energéticos elevados —agravados por el conflicto en Ucrania— y un aumento en la demanda tras la pandemia de COVID-19.

La Reserva Federal intentó contener el alza de precios con una serie de aumentos en las tasas de interés, un esfuerzo que logró moderar la inflación hacia finales de 2023, pero que también tuvo efectos secundarios sobre el crecimiento económico y el empleo. Los costos de financiamiento más altos ralentizaron la inversión, afectaron el mercado de la vivienda y generaron una creciente incertidumbre en sectores clave. Este escenario contribuyó a una percepción generalizada de inseguridad económica y frustración entre los votantes, quienes vieron en Trump una alternativa para reactivar la economía y aliviar sus dificultades.

Trump, el próximo 47º presidente de Estados Unidos, ha adelantado una agenda económica centrada en reducir impuestos (ídem Javier Milei al que los economistas trumpistas ven ahora como un faro), imponer altos aranceles a productos importados y eliminar regulaciones que, según él, frenan el crecimiento. Su discurso promete una economía más competitiva y menos dependiente del comercio exterior, un enfoque que, si bien podría impulsar a ciertos sectores locales, también podría provocar una subida en los precios de bienes importados y reducir el acceso a productos extranjeros. Esto explica, en parte, la positiva reacción de los mercados financieros: el dólar se fortaleció, las acciones en Wall Street subieron y las expectativas de una rápida baja en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal se esfumaron.

A nivel global, se anticipa que las políticas de Trump traerán consecuencias mixtas. Su decisión de imponer un arancel del 60% sobre productos chinos y del 10% sobre otros productos importados probablemente afectará a socios comerciales clave, como la eurozona, que ya enfrenta dificultades económicas. Para países como México y Canadá, los cambios en las políticas de importación de Estados Unidos también generan incertidumbre, dado que las exportaciones hacia este mercado son vitales para sus economías.

En términos internos, si bien los impuestos más bajos y las regulaciones reducidas prometen beneficios para las grandes empresas, la realidad es que los consumidores podrían ver aumentos en productos de consumo básico. Asimismo, la inflación podría mantenerse elevada, impulsada por el gasto público en infraestructura y defensa que Trump planea sostener. Esto podría presionar a la Reserva Federal a mantener las tasas de interés altas, una medida que, aunque frena la inflación, también limita el crecimiento económico al encarecer los préstamos para empresas y consumidores.

El retorno de Trump a la Casa Blanca marca un cambio de rumbo hacia una economía más proteccionista. Y aunque su victoria trajo alivio y entusiasmo a Wall Street, el impacto sobre el día a día de los estadounidenses, ya golpeados por años de inflación y salarios estancados, plantea interrogantes sobre la viabilidad y el costo de su agenda económica.

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