La toma del Capitolio (CEDOC)

Elecciones en EE.UU.

El temor a que el resultado desate una guerra civil

Los seguidores de Donald Trump y Kamala Harris temen el impacto de una derrota y advierten posibles conflictos en un país polarizado.

Las encuestas recientes muestran que los estadounidense no solo están preocupados por los resultado de los comicios del día de hoy, sino que una gran parte del estrés que genera la elección está atada a la posibilidad de que el partido opuesto obtenga la victoria. La Asociación Estadounidense de Psicología señala que el 77% de los estadounidenses considera que las preocupaciones sobre el futuro del país son su mayor fuente de estrés, superando temas como la salud o la violencia, que dominaban hace 4 años. Además, un 69% considera estas elecciones como una fuente significativa de ansiedad, un aumento respecto al 52% en 2016.

La polarización y la incertidumbre se sienten en ambos lados del espectro político, con apoyos fervorosos y, en algunos casos, temores abiertos a una escalada en la violencia. En Milwaukee, seguidores de Donald Trump manifestaron su optimismo sobre una victoria, pero también se mostraron decididos a no aceptar una derrota sin cuestionamientos. “Trump tiene los votos, aunque los demócratas van a intentar detenerlo con algunos votos falsos”, aseguró Holly, una empleada de un almacén que confía en la reelección del republicano.

El apoyo fervoroso a Trump va de la mano con un sentimiento de posible conflicto. Cuando Euronews consultó a Holly sobre el futuro si Trump perdiera, ella respondió sin titubear: “Creo que habrá una guerra civil. Nuestra nación ya está dividida, pero solo va a estarlo más”. Esta percepción resuena en una base de seguidores de Trump que observa con recelo los comicios, considerando que una derrota equivaldría a una amenaza existencial.

Del otro lado, en Atlanta, el ambiente en el mitin de Kamala Harris presentaba un contraste tanto en tono como en contenido. Los asistentes, aunque conscientes de los desafíos legales y judiciales que podrían surgir tras la votación, confiaban en que se impondría "la democracia". John, un veterano activista demócrata, expresó su preocupación por la posibilidad de que “la Corte Suprema dé luz verde a las legislaturas estatales para anular la voluntad del pueblo”. Pero otros votantes de Harris, como Evangeline, quien colaboraba en una casilla de votación, celebran la alta participación anticipada, aunque en sus comentarios persiste el temor de que se repita un intento de manipulación del resultado, como dicen que ocurrió en 2020.

Agrietados

El aumento de la polarización y los sentimientos negativos entre votantes de los dos grandes partidos también ha crecido de manera alarmante. Datos del Pew Research Center indican que los estadounidenses ven a los simpatizantes de los partidos opuestos como cerrados, inmorales e irracionales. Esta hostilidad mutua no es exclusiva de la elección en EE.UU., se replica en Europa, donde un estudio reciente revela que el miedo y la desconfianza son cada vez más predominantes en las decisiones de los votantes.

La emoción, según señalan varios académicos, ha desplazado totalmente a la razón en el campo político. Aunque históricamente se ha entendido que un político persuasivo necesita un equilibrio entre lógica, emociones y carácter, este triángulo se ha visto inclinado hacia el "pathos", o apelación emocional. Lejos de estar en manos de figuras racionales y éticas, la política se ve impulsada por mensajes simplificados que buscan resonar con las emociones de la población, como los eslóganes de campaña de Donald Trump o los llamados al “cambio” de otros líderes.

Sin embargo, expertos defienden que la emoción y la razón no están separadas en política. Michael Bruter, profesor de ciencias políticas en la LSE, argumenta que incluso cuando las decisiones parecen racionales, están influenciadas por emociones latentes. Un claro ejemplo es el referéndum del Brexit, donde las emociones jugaron un rol fundamental en los resultados.

La creciente desconfianza en las instituciones también se ha transformado en un motor de animosidad política. En el Reino Unido y Estados Unidos, los votantes no solo han perdido la fe en los líderes, sino que también desconfían de otros ciudadanos. Los analistas indican que esta hostilidad se ha dividido en dos formas: una "ira vengativa", que busca culpar a otros, especialmente a inmigrantes, y una "ira destructiva" sin objetivo claro, alimentada por el simple rechazo hacia el otro bando.

Esta desilusión con el sistema también puede estar llevando a los votantes a buscar alternativas fuera de los canales democráticos tradicionales. La frustración democrática, como la denomina el profesor Bruter, surge cuando las expectativas de los ciudadanos sobre lo que debería ofrecer la democracia no se cumplen. Este sentimiento de alienación política, a su vez, intensifica la desconfianza y el rechazo hacia las instituciones democráticas.

 

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