Intimidad del casting de Gran Hermano: todo vale por la fama (cedoc)

Intimidad del casting de Gran Hermano: todo vale por la fama

La primera instancia de candidatos a ingresar a la casa dejó en evidencia la desesperación de muchos anónimos por volverse conocidos. Postulantes increíbles.

Sexópatas, personas que se autodefinen como bipolares y traidores, narcisistas y otros que se enorgullecen de no trabajar ni estudiar. El inicio del casting para ingresar a la casa de Gran Hermano trajo a la luz un conjunto de personas, o personajes, que están dispuestos a todo con tal de algo de fama y reconocimiento. Porque si bien se sabe que para ingresar a la casa más famosa del país es necesario tener algo para ofrecer que seduzca a las audiencias, lo cierto es que esta primera instancia de postulantes dejó en evidencia que hay personas que no entienden de límites y son capaces de cualquier cosa con tal de estar en tevé.

Más aún, este espíritu transgresor que estas personas quisieron plantear con el fin de lograr entrar al reality no las ayuda en lo más mínimo, sino que, por el contrario, acaba siendo el motivo por el cual es muy probable que no sean convocadas. Es que, lejos de que su personaje sea atractivo o cautivante, dejan poco librado a la imaginación y no logran empatizar con el público. “Me considero una persona extrovertida y sexópata. Todo tema que hablemos lo voy a relacionar con el sexo”, fue por ejemplo la presentación de Ludmila, una joven de 21 años oriunda de Córdoba, quien con esa estrategia busca cumplir el rol de femme fatale dentro del programa. Pero lejos de eso, sólo quedó demostrado que el valor de la fama que puede aportar ingresar al reality es suficiente como para que nadie tenga pruritos en “venderse” de una manera que considera trangresora.

“La trangresión de límites y normas parece ser el nuevo valor social. Cuando se busca una notoriedad rápida y ascendente sin demasiado mérito, es el recurso al servicio de la notoriedad, aún cuando sea negativa”, explica la consultora psicológica Analía Forti. Ese es el fenómeno que ha hecho que muchos de los postulantes queden expuestos. De hecho, varios de los castings son tan extravagantes que las parodias que se han hecho sobre algunos de ellos se confunden con los reales.

Misterio

“Todos cuentan todo y ni siquiera le dan la chance a la producción de pensar que detrás de eso hay algún misterio. Que hay algo detrás de esa persona que pueda ser atractivo para ver en el programa”, explica a NOTICIAS el periodista Augusto Tartúfoli, quien formó parte del equipo que se dedicaba a elegir a los concursantes en ediciones anteriores del reality. Según su óptica, si bien todos los postulantes construyen personajes, erran el camino: “Si quieren entrar como una persona y no como un perfil creado, deberían plantearse diferente en estos videos. Hacer algo más complejo que deje entrever que existe un misterio, o algo, que va a ser revelado. Y eso no lo estoy viendo en estos videos”, detalla.

Si bien las últimas dos ediciones que se realizaron del reality y se emitieron por América TV no fueron igual de exitosas que sus predecesoras, Gran Hermano sigue siendo sinónimo de fama instantánea. No sólo porque muchos de quienes estuvieron en la casa lograron conseguir un trabajo en los medios al salir de allí, sino porque la constante exposición en prime time es algo que muchos desean.

“La búsqueda está en el reconocimiento que brinda la fama, aún carente de todo mérito, porque es la que posibilita el acceso a beneficios y a cierto poder que permite alcanzar con rapidez la satisfacción de las propias expectativas”, analiza Forti. Oriana, una postulante de 24 años de La Matanza, es el ejemplo cabal de esto. En su presentación no sólo se vanagloria del hecho de no trabajar ni estudiar porque se dedica a “vivir de joda”, sino que se autodescribe como una show-woman. “Quiero entrar al reality porque quiero ser famosa como sea. Nací para serlo”, finaliza su casting, dejando en claro que el trampolín de fama instantánea y fácil que supone el reality es el objeto del deseo de muchos.

En las últimas dos ediciones del programa, las que no se emitieron por Telefe, el casting se había decantado por seleccionar un estilo similar de concursantes. Influencers, o al menos reconocidos en redes, no mayores a 40 años y de belleza hegemónica. Incluso, el primer día dentro de la casa, muchos de ellos ya se conocían o se seguían en redes sociales. Esto conspiró contra el producto. El conflicto, las revelaciones y las identificaciones con los personajes brillaron por su ausencia. “La construcción de los personajes de la casa es una construcción coral. Se piensa en tener perfiles complementarios y tiene que haber de todo. A partir de ahí se va armando”, explica Tartúfoli sobre uno de los puntos donde radica el éxito del reality.

Por eso, para esta décima edición del programa, Telefe decidió volver a las fuentes. No sólo amplió la edad de quienes pueden inscribirse llevándola simbólicamente a los 101 años, sino que además decidió volver a apostar por el anonimato. Esto dejaría fuera de juego a Tomás, un rosarino de 21 años que no tuvo ningún reparo en catalogarse en su video como “el influencer del verano” ya que tiene más de 225 mil seguidores en Instagram. Al igual que otros concursantes, al momento de describirse quiso mostrar un costado desenfrenado: “Soy un pibe muy querido y muy odiado. No tengo punto medio. Amo salir de joda. Soy un pibe muy conocido en la Argentina”, explicó sin mucha humildad.

“A mí me gustaría al personaje descubrirlo yo, no que expongan todo antes. Para mí se están autodestruyendo”, dice a NOTICIAS Gastón Trezeguet, ex concursante de la primera edición del reality y actual productor televisivo. “Me llama poderosamente la atención y hasta me da vergüenza ajena al nivel de exposición que pueden llegar con tal de entrar. Eso antes no pasaba”, comenta el ex participante. Para Forti, “ese anhelo de ser mirado, notado, requerido y reconocido puede empujar a una exposición extrema”.

Riesgos

Si bien esta etapa del casting a través de videos es preliminar y faltan instancias para la selección que además incluye exámenes psicofísicos, la sobreexposición a la que lleva la sed de fama y reconocimiento es llamativa y hasta preocupante. Dentro de todo el universo de postulantes, hubo uno que llamó poderosamente la atención. “Necesito entrar a Gran Hermano porque, sinceramente, siempre fue mi sueño. Más allá del premio voy por la fama, que la gente me conozca”, se presentó Alejandro, un mendocino de 31 años. El testimonio se enmarca en la misma tesitura que los anteriores, sin embargo, lo que dijo después es lo que acabó por encender las alarmas: “¿Qué puedo aportar? Tengo personalidad y carácter fuerte. A veces creo que podría ser bipolar. Mi estrategia es traicionar hasta a mi mejor amigo y estoy dispuesto a todo por ganar”, agregó. Y si bien esos dichos ya son de por sí llamativos, el hecho de que Alejandro sea un efectivo de la policía provincial generó preocupación. Luego de que se viralizara el video, el ministerio de Seguridad mendocino lo derivó a sanidad policial y quedó en observación. Además, desde la cartera le prohibieron a Alejandro presentarse en el programa. “Es peligroso. Así sea real o no. Porque si no es verdad, peor aún, demuestra a lo que están apelando para querer entrar”, opina Trezeguet.

Otro policía que sufrió las consecuencias del casting fue el cabo Aldo Prieto, quien integra la Dirección Informática y Comunicaciones de la fuerza neuquina. En su video se presentaba como Fabián Sandunguera y también expresaba su deseo de ingresar a la casa porque era el sueño de su vida. Sin embargo, su casting no era más que una sátira que hizo para reírse con sus amigos. Si bien en su caso se trataba de una humorada, la policía neuquina abrió una investigación en su contra por una posible falta al código de conducta de la institución.

Vidriera. La desesperación de estos candidatos a entrar al reality para obtener fama instantánea se basa en que los participantes de ediciones anteriores no sólo cobraron notoriedad durante la emisión del show, sino que además lograron, en algunos casos, seguir una carrera en el mundo del espectáculo. Joaquín, un postulante chaqueño de 23 años que trabaja como actor pornográfico, llegó incluso a decir que sus miles de seguidores en redes sociales estarían muy contentos de verlo en el programa e incluso afirmó que llegará a tal nivel de fama que el rating iba a ser gracias a él. “Para mí están errando el camino de cómo postularse. Porque lo que se intenta siempre buscar es que el grupo sea diverso y genere algo, no que todos quieran ser famosos, porque si no es todo lo mismo”, apunta Trezeguet.

“Estos postulantes que se han viralizado creen que deben ser súper extravagantes y que a la producción no le queda otra alternativa más que llamarlos, pero la verdad es que lo más probable es que la producción no lo vea así, sino todo lo contrario”, agrega Tartúfoli, para quien el programa no deja de ser un show televisado por lo cual los perfiles de los candidatos se mantendrán dentro de ciertos márgenes.

Pero si bien es poco probable que alguno de estos postulantes consiga finalmente ingresar al reality, lo cierto es que, de lograrlo, deberá profundizar aún más el personaje creado, algo que puede volverse en su contra. “Cuando se accede a esa fama rápida y vacía de méritos, comienza la dependencia esclavizante para sostenerse en ese lugar, haciendo lo que sea preciso para no perderla, y ese narcisismo puede llevar al individuo a conductas perjudiciales”, explica Forti.

En 1968, Andy Warhol postuló que todos los individuos serían famosos por 15 minutos. En aquel momento no existían redes sociales y mucho menos un reality show que televisara la vida de anónimos durante 24 horas. Hoy, esos 15 minutos pueden ampliarse y esa posibilidad resulta muy seductores para algunos. Tanto que son capaces de traspasar límites increíbles sólo por un poco de fama.

 

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