Alberto Fernández mimetizado con Vladimir Putin. (CEDOC)

Los rusos ya no estornudan pero Argentina seguirá resfriado

Los precios mundiales de alimentos y combustibles regresan a sus niveles anteriores a la guerra. Pero la crisis financiera generada impacta en los países más pobres.

"Cuando alguien estornuda en Moscú un argentino se resfría", explicaba Alberto Fernández sobre los efectos de la globalización durante la cumbre de mandatarios del Mercosur. "El hambre empieza a asediar al mundo entero y en el hemisferio sur están las principales víctimas", agregaba. 

Ganamos vendiendo trigo porque el trigo sube, pero a su vez nadie desacopla los precios internos y entonces hacen subir los precios del trigo a la par del precio internacional”, sumaba recientemente el presidente para explicar la suba local del precio del pan y otros alimentos en base a harina. 

Un lectura correcta, pero con delay. Hoy muchos de los precios mundiales de alimentos y combustibles que se dispararon cuando Rusia invadió Ucrania, han regresado a sus niveles anteriores a la guerra, desafiando los pronósticos más nefastos. Pero muchos políticos, no solamente Alberto Fernández, siguen advirtiendo sobre el riesgo de hambruna y crisis financiera en el mundo en desarrollo.

El ataque de Rusia el 24 de febrero contra Ucrania envió una onda de choque a través de los mercados de productos básicos. Pero los temores de que la guerra cortaría todas las exportaciones a través del Mar Negro han resultado infundados.

Los cargamentos de cereales rusos zarparon durante meses desde los muelles de Novorossiysk. Y los envíos de granos desde el puerto ucraniano de Odessa se reanudaron el 1 de agosto tras un acuerdo negociado por las Naciones Unidas con Moscú.

La presión sobre los mercados de materias primas ha cedido. Y los lobos de Wall Street comenzaron a vender sus participaciones tras la suba de las tasas de interés de la Reserva Federal, bajándole el pulgar a las apuestas sobre el aumento de los precios de las materias primas.

El trigo ahora es menos costoso que cuando comenzó la guerra. Y el petróleo crudo Brent, el punto de referencia mundial, ronda su nivel de mediados de febrero de 97 dólares por barril. Sin embargo, los mercados seguirán siendo volátiles durante el 2022 y buena parte del 2023, advierten los analistas

Hay dudas sobre si se mantendrá el acuerdo para los envíos ucranianos de granos. Y los fenómenos meteorológicos extremos, con la sequía que azotó el hemisferio Norte recientemente (como sucedió aquí el pasado verano), son una alarma creciente a la hora de pronosticar cosechas y precios

El valor del trigo se disparó un 63 % en menos de dos semanas tras la guerra, y el petróleo trepó hasta casi $128 por barril. Eso impactó en una inflación anual de alimentos de al menos el 15 por ciento en un tercio de los 153 países que rastrea el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas.

En ese lote Argentina es líder, superada por Turquía, donde el costo de los comestibles aumentó un 95 por ciento; Irán, que vio aumentar un 87 por ciento las facturas de alimentos; y el Líbano, con los precios de los alimentos por encima del 332 por ciento

Y los cambios en los precios mundiales de las materias primas impactarán por 10 a 12 meses en los países más pobres, según el Fondo Monetario Internacional. Pero son un fenómeno de las naciones importadoras, donde se ve en paralelo una caída de los valores de las monedas.

Las de Zimbabue, Sudán del Sur, Turquía, Sri Lanka, Laos y Malawi han perdido al menos el 25 por ciento de su valor frente al dólar. Un fenómeno al que Argentina se suma a pesar de ser un país exportador de granos. 

 

 

 

 

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