Javier Milei y Karina Milei (CEDOC)
Milei modificó una foto con IA para mostrar que tuvo una infancia feliz
En sus redes sociales, el presidente envió un mensaje navideño con una curiosa imagen.
En sus redes sociales, el presidente Javier Milei envió un mensaje navideño a sus seguidores. “Hay lazos con misión y propósito. Feliz Navidad”, fue la sintética dedicatoria que el mandatario redactó, desde su cuenta personal, acompañado de una fotografía de él mismo y su hermana abrazados y sonriendo, en su etapa infantil, en el living de su casa y cerca de un árbol de Navidad.
La imagen compartida por el jefe de Estado fue viralizado en varias cuentas y difundido por portales periodísticos por varias curiosidades. En principio no se conocía retratos de los hermanos Milei, cuando eran chicos, que estén sonriendo; tampoco la postura del abrazo entre los hermanos parece muy natural e, incluso, algunos de los rasgos de sus facciones faciales no coinciden con otras retratadas de la familia Milei de esos años. De hecho, las fotos de esos tiempos suelen verse a Javier y Karina con miradas muy serias y apagadas.
Estos indicios señalan que se debió recurrir a la IA para poder amoldar a los protagonistas de la imagen con una actitud alegre y feliz. Más allá que el uso de la Inteligencia Artificial se nota demasiado en la edición de la fotografía, también se viralizó la foto en la que sirvió de base para desarrollar las modificaciones con el software. Ese retrato original es muy diferente, los niños se encuentran tan solo mirando a cámara de manera seria y sin gesticular ninguna sonrisa.
Según reconstrucciones realizadas por el periodista Juan Luis González en distintas investigaciones publicadas en Revista Noticias y en libro "El loco", la infancia de Javier Milei y de su hermana Karina estuvo marcada por un clima familiar áspero, atravesado por episodios de violencia y distanciamiento emocional. Lejos de la imagen disruptiva que hoy proyecta el Presidente, esos años tempranos aparecen en los relatos como un período de encierro, miedo y silencios prolongados, en una familia de clase media del barrio porteño de Villa Devoto.
El vínculo con el padre, Norberto Milei, es descripto en esas notas como el más conflictivo. Milei contó en reiteradas oportunidadesque fue víctima de golpes y maltratos físicos durante la niñez y la adolescencia, episodios que incluyeron castigos corporales severos y humillaciones. “A mí me cagaban a palos”, llegó a decir en entrevistas, al explicar por qué durante años cortó todo contacto con su progenitor y decidió irse de la casa familiar apenas pudo sostenerse económicamente.
La relación con su madre, Alicia Luján Lucich, tampoco fue cercana en esos años. Según el trabajo de González, Milei la percibía como una figura distante, a la que acusa de no haberlo protegido frente a la violencia paterna. Esa sensación de abandono se tradujo en un resentimiento profundo que el propio economista reconoció públicamente, al afirmar que durante décadas no habló con ninguno de sus padres y que se consideró, en términos afectivos, “huérfano”.
En ese contexto, la figura de Karina Milei aparece como un refugio clave. Las crónicas mediáticas subrayan que los hermanos construyeron un lazo de protección mutua frente a un hogar que sentían hostil. Javier ha señalado que su hermana también sufrió maltratos y que ambos se prometieron salir juntos de esa situación. Ese pacto fraterno, forjado en la infancia, es presentado como el origen del vínculo casi indisoluble que mantienen hasta hoy.
Con el paso del tiempo y ya en la adultez, ese pasado volvió a emerger de manera pública cuando Milei decidió hablar sin eufemismos sobre los abusos sufridos. Sin embargo, hace unos años, el dirigente libertario señaló que se produjo una reconciliación parcial con sus padres. El economista explicó que ese acercamiento no implicó olvidar lo ocurrido, sino una forma de “cerrar etapas” tras un proceso personal de terapia y reflexión.
La recomposición del vínculo familiar fue, según esos relatos, gradual y pragmática. Elíder de LLA reconoció que logró perdonar, aunque no justificar, y que el reencuentro respondió más a una decisión adulta que a una reparación emocional plena. Para Juan Luis González, esa infancia atravesada por la violencia y el aislamiento ayuda a comprender no solo la centralidad de Karina en la vida del actual Presidente, sino también su carácter confrontativo y su desconfianza estructural hacia las figuras de autoridad.