Donald Trump (CEDOC)

Claves de una nueva victoria trumpista

Esta vez viene más autoritario, y reivindicado tras el atentado antidemocrático del asalto al capitolio de enero de 2021. Trump, de nuevo, logró meterse en el bolsillo a la nación más poderosa del mundo.

Estados Unidos es un país conservador, donde el poder del dinero, las armas y el consumo domina todo. Cada vez más gente piensa como Trump. Un personaje simplista, racista, pero inteligente y luchador; con un brillante sentido para aprovechar las oportunidades y vender “su marca”. Trump, de nuevo, logró meterse en el bolsillo a la nación más poderosa del mundo.

Esta vez viene más autoritario, y reivindicado tras el atentado antidemocrático del asalto al capitolio de enero de 2021. No pudieron impedir que compitiera pese a haber violado todas las normas democráticas. Los poderes se han rendido en su favor y la democracia no tiene anticuerpos para detenerlo. Ya lo dijo el presidente electo, el “enemigo interno” es más peligroso que cualquier conflicto externo, y los “lunáticos de izquierda radical” serán barridos con las Fuerzas Armadas esta vez.

Como bien refleja la película El Aprendiz, Trump repite basado en Roy Cohn, el abogado del senador Joseph McCarthy, la estrategia del macartismo. Nunca admitir derrotas, “siempre ganar”, atacar y luchar. El “múltiple embuste”, lanzar mentiras sin parar, y “llenar todo de mierda” como diría su asesor Steve Bannon.

No está sólo. Tuvo el apoyo de jugosos donantes. Entre ellos Musk, el próximo Trump. Musk, un “nuevo rico” en una sociedad jerárquica como la estadounidense, entendió como nadie que la circulación de la información es poder en los tiempos que corren. Compró Twitter (X) y apoyó sistemáticamente la campaña desde allí. Ahora tendrá “su parte”, un papel de relevancia en el próximo gobierno.

A su vez, Trump conectó con el desprecio por las “guerras infinitas” que libra el establishment estadounidense en el mundo.

Los demócratas, el establishment progresista, una vez más, subestimaron a Trump. Quizás no entienden la naturaleza del país en el que viven. Se auto engañan creyendo que viven en el “país de la democracia y el mundo libre”, un policía bueno que protegería al mundo defendiendo el orden liberal. Si alguna vez fue así, ya no lo es más.

 

*Por Ariel Goldstein, sociólogo y escritor

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