El impulso de la gestión de datos
Es crucial comunicar a todos los colaboradores quién es el responsable de elaborar y mantener cada indicador actualizado y volcarlo en un sistema fuente compartido por todas las personas autorizadas.
Si bien es poco probable que una organización afirme que no se basa en datos compartidos para la toma de decisiones, es cada vez más habitual que éstas encaren un proceso más consciente de su uso pues, en general, al profundizar sobre cómo se gestiona la disponibilidad de los datos y su precisión se descubre la complejidad que existe para consensuar su definición y fuente de extracción.
Aunque parezca algo de sentido común, es frecuente escuchar la queja por el tiempo que se desperdicia en reuniones de toma de decisiones discutiendo sobre un mismo indicador elaborado con las particularidades que cada participante considera para su descripción.
Una organización que pueda argumentar que en su cultura es clave la orientación a basarse en datos compartidos para la toma de decisiones (data driven) supone una serie de características que me parece interesante destacar, obviamente, asumiendo omitir algunas.
La descripción de la composición de un dato es fundamental para que, una vez definido, no se manipule su contenido y el resultado sea confiable. Con esta condición básica, es clave la accesibilidad para agilizar la toma de decisiones y el impacto en la operación. Por lo tanto, es crucial comunicar a todos los colaboradores quién es el responsable de elaborar y mantener cada indicador actualizado y volcarlo en un sistema fuente compartido por todas las personas autorizadas.
A esto se suman condiciones de seguridad y protección de los datos y modalidades de acceso.
Desde ya que la masificación de la inteligencia artificial (IA) y el aporte y evolución de las nuevas tecnologías, contribuyen a facilitar las características mencionadas para la gestión, pero lo determinante es cultural. Como en cualquier proceso de transformación, la complejidad no suele presentarse en el diseño sino en la ejecución.
Algunas conductas típicas que atentan sobre esta tendencia hacia la gestión compartida de los datos aparecen en personas que asumen que su poder se sostiene en contar con información que solo comparten cuando lo consideran necesario.
También, personas que mantienen su propia descripción de los datos generando confusión al no coincidir con la definición de la fuente colaborativa.
Por esto, el respaldo y compromiso visible en la conducta del equipo de liderazgo alineada con la modalidad de gestión de la información definida, es sustancial para que los hábitos que hacen a la cultura organizacional se vean en su ejemplo e impulsen la adopción de esta orientación en todos los colaboradores.
*Raúl Lacaze es Partner en Backer & Partners, Master en Sociología y Coach especializado en Recursos Humanos y Transformación Cultural y Digital.