Nos encontramos inmersos en un mundo donde el cambio es la única constante en todos los aspectos de la vida. Transformación e innovación han dejado de ser eventos aislados para convertirse en el motor que impulsa nuestro día a día.
En el pasado hablábamos de procesos de change management. En esos procesos se gestionaba una transformación cultural debido a la instalación de nuevos procesos y sistemas. Change management justamente era el proceso que acompañaba al management para darle nuevas herramientas para gestionar en ese nuevo escenario.
Hoy se habla de transformación en las organizaciones y esto implica la adaptación de los líderes y colaboradores a pensar su empresas y negocios desde lo digital. Esto no implica solamente implementar soluciones tecnológicas, sino pensar el todo desde lo digital, y esto implica un gran cambio de mindset.
Hoy necesitamos tener una mente amplia para pensar en nuestros roles e imaginarnos cómo se pueden automatizar, y ser también los embajadores de ese cambio. Entiendo que todo cambio trae aparejado el miedo, el sentirnos amenazados de que podríamos ser reemplazables, pero lo somos. Siempre lo fuimos y lo seguiremos siendo. Antes tal vez era por otra persona, hoy y a futuro será por AI.
Entonces, ¿nos conformamos con ser víctimas de las circunstancias o decidimos abrazar esta nueva era y reinventarnos? Existen perspectivas muy fatalistas sobre lo que nos depara el futuro, pero yo prefiero darle una vuelta más optimista y desafiante. Creo firmemente que gran parte de nuestro destino está en nuestras manos, y depende de cómo nos preparamos para aquello que somos capaces de imaginar y proyectar.
Entiendo que puede ser más simple quedarse quieto y lamentarnos porque sentimos que podríamos ser reemplazados por una máquina. ¿Qué tal si en vez de eso aprendemos a acompañar y abrazar el proceso? ¿Qué tal si nos subimos a los programas de upskilling que ofrecen muchas organizaciones? ¿Qué pasaría si nos involucramos positivamente con las transformaciones de nuestras organizaciones y nos mostramos proactivos a aprender nuevos skills?
Acá se mezclan dos elementos que, cuando combinados, pueden ser explosivos:
Primero, poseer una mentalidad fija versus una mentalidad abierta al cambio y aprendizaje. Si somos personas que nos sentimos amenazados por los cambios se torna más desafiante participar de cambios culturales u organizacionales. La mentalidad fija cree que las habilidades son natas y no pueden ser desarrolladas. Aquellos con mentalidad abierta al aprendizaje, en contrapartida, ven lo novedoso como oportunidades para desarrollarse. Pongamos el ejemplo de David Beckham. Hay un documental sobre su vida en Netflix que muestra la dedicación de este hombre para asegurarse de que todos los aspectos de su vida sean los más perfectos posibles. Desde cómo jugaba al fútbol hasta como limpia su cocina. Es un ejemplo de triunfo claro, pero a través de dedicación y perseverancia. Uno puede nacer con algunas habilidades genéticas. Pero, desarrollarlas hasta nuestro máximo potencial depende de cada uno de nosotros. ¿Cuántas veces nos autolimitamos con frases como “no se pintar” o “soy pésima atleta”? ¿No sería mejor utilizar frases como “quiero aprender a pintar y voy a tomar clases” o “nunca fui buen deportista, pero es algo que me gustaría desarrollar a futuro”?
Segundo, recordemos que somos nuestras propias limitaciones debido a nuestros sesgos. Hay identificados unos 150 sesgos, que se pueden agrupar en cinco categorías: Similitud, Conveniencia, Experiencia, Distancia y Seguridad. Si uno o varios de estos entran en juego en diferentes oportunidades de nuestras vidas, por ejemplo, en instancias de cambio cultural podemos sentirnos amenazados y por ende reaccionar negativamente frente a los cambios propuestos.
Por eso, propongo identificar lo que nos sucede para “challengarnos” internamente y ver si hay oportunidades para modificar nuestra forma de pensar o la manera en la cual estamos encarando nuevos desafíos. Mi consejo es cuestionarse positivamente, tomarse un tiempo para repensar cuál sería el mejor camino frente a los nuevos desafíos propuestos, necesitamos ser más conscientes. Un paso de mayor madurez también sería ser nosotros los que proponemos los cambios sin sentirnos amenazados. Poder ser nosotros mismos los que nos desafiemos para desarrollarnos cada día más y más.
El mejor ejemplo que ilustra este concepto es el del ejecutivo que se siente dueño del mundo por haber alcanzado la posición que siempre aspiró. Primero, nadie es dueño del mundo, y segundo, si el único objetivo es "llegar", ¿qué pasa con todo el tiempo invertido en el proceso? Si no entendemos que la meta es llegar, pero que el verdadero propósito debería ser disfrutar el camino, nos estamos perdiendo una parte fundamental de nuestro desarrollo. El verdadero crecimiento está en esos momentos donde generamos nuevas conexiones neuronales, cuando aprendemos algo nuevo y nos desafiamos a nosotros mismos.
Si alcanzamos el destino, ¡bienvenido sea! Pero si no lo logramos, habremos hecho cosas increíbles que nos transformarán para siempre. Y ese debería ser nuestro verdadero objetivo.
El mundo está en constante movimiento y transformación. Lo que solía ser estático hoy es dinámico, y lo que parece una amenaza puede ser nuestra mejor oportunidad. Si logramos entender que no se trata de aferrarnos a lo que ya conocemos, sino de ser protagonistas activos en la creación de lo nuevo, entonces estaremos mejor preparados para lo que viene. Reinventarse no es solo una opción, es una necesidad. Porque al final, el mayor desafío no es cambiar, sino evolucionar. Y en ese proceso, la verdadera satisfacción no está en llegar, sino en disfrutar cada paso del recorrido.
*Sandra Olive es Managing Partner de Backer & Partners, especializada en la búsqueda de ejecutivos para la Alta Gerencia y Consultoría de Cultura y Liderazgo
por Sandra Olive
Comentarios