TRES ESTRELLAS Y 1/2
Visualmente, esta segunda parte de Duna es bella, aunque tiene el defecto -un gran defecto en general del realizador canadiense Dennis Villeneuve- de que cada cuadro busque un efecto pictórico, algo que por lógica va en contra del movimiento que el cine implica.
Hay acción, por supuesto (de hecho hay batallas, peleas, monta de gusanos gigantes, etcétera) y hay algo así como política galáctica que refleja los intereses de nosotros, humanos. Un poco lo mismo que pasaba en la malhadada, curiosa y surreal versión de la misma historia a cargo de David Lynch, pero sin alegría.
Acá todo es grave, debe serlo: después de todo, se habla de cosas importantes. Por suerte, el personaje principal, ese Paul Atreides de muchos nombres, tiene la complejidad suficiente como para mantener el interés en lo que podría suceder con él; y que el cast más veterano (Bardem, Ferguson, Skarsgaard, Josh Brolin, etcétera) es sólido.
La aventura, donde tiene que funcionar, funciona, pero nos preguntamos por qué todo es tan serio, tan tremendo, tan falto de alegría, tan sentencioso cuando se trata de una fantasía.
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