“No voy a hacer negocios con China. No voy a hacer negocios con ningún comunista”, aseguraba hace un año Javier Milei cuando las encuestas ya lo situaban como favorito a la presidencia. Sin embargo, su discurso viró: “me sorprendí muy gratamente con China. Es un socio comercial muy interesante”, dijo el mandatario en una entrevista reciente.
Después de dos décadas trabajando con empresas chinas, lo cierto es que la última afirmación del presidente es la que más se acerca a la realidad: se trata de un país desafiante, con tecnología de vanguardia y empresarios con “hambre”, ávidos de hacer negocios y de ganar dinero, muy agresivos en estos términos; con empresas en constante evolución, ágiles y en busca de resultados.
Los vínculos extendidos en el tiempo permiten establecer comparaciones: no es ésta la misma China que la de hace 20 años. De ser sede de las grandes empresas que se instalaban en su territorio para aprovechar sus recursos humanos y ocupar un rol netamente manufacturero, el país pasó a producir tecnología, aprovechando el know how de esas mismas compañías extranjeras para, finalmente y como sucede hoy, convertirse él mismo en referente tecnológico de vanguardia, profundizando de manera permanente en investigación y desarrollo.
Prueba de ello es la ciudad de Shenzen, situada en el sur del país, planificada en el marco de una política de estado para competir con Hong Kong, a la que está unida, cuando ésta todavía era territorio bajo administración británica. Pues hoy se trata de la Silicon Valley china y, vaya como dato ilustrativo, alberga a la cantidad más importante de multimillonarios del mundo.
La ciudad también cuenta con edificios contemporáneos y rascacielos altísimos, casi todos, del Centro Financiero Internacional Ping An. Shenzhen es el hogar de muchas empresas tecnológicas, la mayoría de punta y referencia, como Huawei, Tencent, Oppo, ZTE, Realme, Foxconn, Makeblock o DJ. También de Mindray, el mayor fabricante de equipos médicos del país.
Si Shenzen ilustra el desarrollo chino de los últimos años en términos de urbanismo y geopolítica, Mindray permite, a través de su evolución, asistir al camino que ha recorrido el país en términos de negocios durante el presente siglo XXI. Nacida en los ’90, hoy se trata de una empresa con presencia extendida en el país y en el globo, con 18.000 empleados en todo el mundo, altamente profesionalizada y más de 10.400 patentes obtenidas.
Y hay más ejemplos de empresas jóvenes con mentalidad joven, que son protagonistas del mercado de equipamiento médico, y que representan cabalmente la Investigación y el Desarrollo de la tecnología china: Ningbo David, de 1992, con foco en el área de neonatología, con más de 300 patentes registradas; Vinno, fundada en 2010, dedicada a las imágenes por ultrasonido, una de las empresas con mayor crecimiento de la última década y Medcaptain (2011), con seis centros y 65.000 m2 dedicados a la fabricación a nivel mundial.
Volviendo a los empresarios locales, a las razones por las cuales es conveniente vincularse y haciendo hincapié en la relación de tantos años de Mindray y de todas las citadas con centro de servicios hospitalarios, es posible afirmar que los hombres y mujeres de negocios chinos apuestan por establecer relaciones a largo plazo y profundizar los lazos, lo que es fácil cuando se comparten objetivos: continuar con las mejoras de los sistemas de salud, brindando todo tipo de soluciones, con el propósito de generar un mayor bienestar en las personas.
*Tomás Piqueras es CEO de CSH
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por Tomás Piqueras
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