Lousteau (CEDOC)

Lousteau y el radicalismo: punching ball de Milei

El Presidente le hace bullying al titular de la UCR. Polémica por el ataque a su oficina. Los gobernadores que piden plata al Gobierno.

La última avanzada contra Martín Lousteau y la Unión Cívica Radical sucedió el sábado 2 de noviembre, cuando  varios intrusos ingresaron a la sede nacional del partido, a una cuadra del Congreso, y produjeron daños en la oficina y roturas de la documentación. Con celeridad, todo el arco político se solidarizó por lo que le había pasado al centenario partido y pidó una rápida resolución de la Justicia. Todos, menos el Presidente.

Javier Milei hizo pública su conclusión: “Tremenda casualidad. Justo cuando la UBA se niega a que le hagan las auditorías, a 125 le entran en la oficina a destruir evidencia que podría tener la marca de sus dedos... Ciao”, escribió en Twitter.

Días después, la Justicia detendría a tres personas, de nacionalidad chilena, por los daños producidos en la UCR. Ahora se concentra en encontrar el motivo: si se trató de un robo o de un intento de intimidación. Milei no volvió a referirse al tema. Para él, el caso ya estaba resuelto.

Ataques al radicalismo.

El Presidente usa al radicalismo de punching ball. Antes de acusar a Lousteau de producir un autoatentado, había criticado al referente moderno más importante del partido, Raúl Alfonsín. “Lo muestran como el padre de la democracia, siendo que fue partidario de un golpe de Estado”, dijo en referencia a la renuncia de Fernando de la Rúa.

El problema para el partido es que no logra decodificar a Milei. Hundido en una crisis interna, está demasiado aturdido como para poder transitar por el terreno al que los empuja el Presidente: “Todos los días nos invita a subir al ring y nosotros nos rehusamos. Contestamos livianito”, dice un armador radical en el Congreso. Del otro lado están los que creen conveniente no ir permanentemente al contragolpe. Uno de ellos es Facundo Manes, que incluso le recomienda a su entorno no contestar a las provocaciones. “Si te metés en un ida y vuelta con el populismo, sea de izquierda o de derecha, estás haciendo el juego que ellos quieren. No es la tarea del radicalismo”, concluye otro referente. Las opiniones están divididas.

El desafío por delante para el radicalismo es electoral: cómo conservar el músculo legislativo si ven que la discusión se polariza entre La Libertad Avanza y el peronismo. Permanecer en el centro podría ser un problema de cara a las urnas.

Sumisión.

El martes 5, días después del último ataque de Milei al partido, gobernadores radicales se sentaron a almorzar con el Presidente y parte de su gabinete. Hubo un atisbo de protesta cuando le plantearon la furiosa crítica que había hecho contra Alfonsín. El liberal les respondió: “Fíjense que así discuto yo. Miren lo que digo de los economistas”, retrucó. Nadie quiso ahondar en la controversia.

“No le quisimos discutir sus dichos contra Alfonsín, que nos causaron dolor, porque queríamos discutir el futuro de Argentina. Nadie fue a Casa Rosada a exigir disculpas”, se defendió el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro. Es que, a pesar del destrato permanente del Presidente, los mandatarios provinciales necesitan del diálogo para conseguir obras, no ser asfixiados por la falta de recursos y que paguen las suculentas deudas que tienen, sobre todo por las deudas de Anses a sus cajas de jubilaciones. Obtener herramientas para la gestión es una necesidad imperiosa. El oficialismo lo sabe. Por eso se animan a jugar fuerte contra la UCR. Cada vez que en el Congreso le dan la espalda a Milei, los acusan de estar aliados al peronismo. “El Presidente nos sometió a dudar sobre nuestros votos por miedo a que no nos acusen de ser K”, admite un legislador.

El dardo principal es contra Lousteau, quien desde hace tiempo repite su defensa: “El Gobierno acusa de kirchnerista a todo el que piensa distinto”, protesta. En los últimos meses, el argumento fue esgrimido por Lilia Lemoine, Manuel Adorni y hasta el mismísimo Milei: “Lousteau es un kirchnerista de closet”, dijo en una conferencia. El Presidente los ataca porque sabe que la respuesta es siempre leve y poco coordinada.

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