Maximo Kirchner (CEDOC)

Máximo Kirchner: el celestino del peronismo

El hijo de Cristina busca mediar entre ella y Axel Kicillof. La foto "forzada" de la unidad y el rol de Massa. ¿Candidatura 2025?

Máximo Kirchner ejecutó a la perfección uno de los consejos del Padrino, Michael Corleone: “Mantén a los amigos cerca y a los enemigos más cerca”. Es por eso que le metió un abrazo de oso a Axel Kicillof, invitó al gobernador bonaerense a una cumbre del PJ y logró una foto de unidad que hace tiempo no se daba. Aunque las diferencias brotan por todos lados.

La mirada de Máximo, y también de Cristina, está en el calendario electoral 2025. Y necesitan que Kicillof tome una decisión rápida sobre el asunto: pretenden que no desdoble la elección, para darle mayores posibilidades a los candidatos peronistas a la Cámara de Diputados. Le sugieren que le conviene polarizar con Javier Milei. En su entorno no están convencidos: vieron atentamente cómo Santa Fe ya eligió una agenda bien distanciada de Nación, para evitar un posible efecto arrastre de La Libertad Avanza y una fuga de votos hacia el oficialismo. Nada está definido.

Planes 2025.

La reunión convocada por Máximo en la reserva municipal Los Robles, en Moreno, duró alrededor de cuatro horas. No fue amistosa. Evidencia de ello es la foto que se sacaron al inicio del encuentro. La militancia del PJ reparó en todos los detalles que pudo para leer qué sucede, más allá de la incipiente unidad que intentan mostrar: en el centro de la escena, Cristina, la jefa, por si quedaba alguna duda. A un lado Sergio Massa y su hijo, los organizadores del encuentro. Al otro, separado por la intendenta local, Kicillof con gesto adusto y con su cara casi tapada por su propio termo. “Ni el mate compartieron”, decía con ironía un dirigente bonaerense al ver que cada uno tenía preparada su propia infusión.

El objetivo de los organizadores era iniciar una especie de catarsis, en medio de tantas tensiones. Micrófono encendido, temario abierto. Pero el fantasma de las elecciones de medio término fue el eje principal del encuentro. Kicillof tiene la llave de ese cofre: puede decidir distanciarse y hacer su propio juego o arriesgarse y dar una mano a Cristina y al PJ nacional. Para colmo, será la primera vez que los diputados se elijan con boleta única de papel. Nadie sabe cuál puede ser el resultado.

Máximo cuenta con Massa de aliado. El ex candidato a presidente dice a viva voz que no quiere ser intermediario en la pelea entre el líder de La Cámpora y el gobernador. Pero oficia como tal: habla con uno y otro, intentando salvar las amplias diferencias entre los dos dirigentes. Una tarea que realiza sin descanso desde hace varios años: en la gestión de Alberto Fernández, cuando todavía era presidente de la Cámara de Diputados, le tocó actuar como negociador también. Esa intención de mantener unido al peronismo lo llevó primero a asumir como ministro de Economía y le valió una candidatura presidencial después.

En Moreno, la reunión sirvió para que los dirigentes se arrojaran reproches cara a cara en vez de hacerlo a través de los medios, pero lo que muchos dudan es que la catarsis haya aflojado los ánimos. Hubo tensión antes, durante y también después del evento. Kicillof reclamó banca. Cristina, a su turno, le contestó: “A ver, a ver. ¿Quién dijo que yo no lo apoyo? Lo tuve de ministro cuando la mitad del gabinete me puteaba. No hay que perder la memoria”, lo cruzó.

“Nadie duda de que Cristina lo bancó fuerte. Axel lo valora. Pero la cuestión es si lo sigue haciendo”, reprocharon en la mesa chica de Kicillof luego de escuchar la defensa de la flamante presidenta del partido.

Candidatos.

Más allá de sus intenciones, Máximo no consigue aflojar a Kicillof. El gobernador adujo problemas en la agenda y pegó el faltazo a la ceremonia de asunción de Cristina a la presidencia del PJ. Y la ex mandataria aprovechó. En medio de su discurso, hizo un tiro por elevación: “Los dirigentes políticos de nuestro partido, que muchas veces los veo convertidos en militantes electorales, tienen que volver a ser militantes políticos”, criticó.

Para no quemar las naves, Kicillof hizo un saludo formal, frío, a través de Twitter. “Felicito a @CFKArgentina y a las nuevas autoridades ante este nuevo desafío de unidad y reconstrucción del Justicialismo”, escribió. Nada más.

El reclamo de Cristina sobre la preocupación electoral podría ser un bumerán. Es que en Provincia señalan a Máximo y hablan de los rumores que corrieron sobre su propia candidatura. Es un mensaje que surgió en los últimos días y que lo propone como candidato a concejal de La Matanza. Apenas un globo de ensayo que muestra un nuevo intento de La Cámpora por ganar poder en el territorio.

El caso de Cristina también es elocuente. A diferencia de los demás dirigentes, que tendrán que trabajar para conseguir un lugar en las listas, la ex presidenta ya es vista dentro del PJ como candidata. Mantener la expectativa hasta último momento será la mejor forma de ordenar a la tropa bajo su mando. Al final, decidirá si juega o no.

Oposición.

Si bien su principal preocupación está en el fuero interno, Máximo aprovecha sus pocas apariciones públicas para fustigar a Milei. “Deje de incentivar la violencia”, le pidió en una publicación de La Cámpora.

El último cruce fue a raíz del pedido de desafuero del senador entrerriano Edgardo Kueider, un peronista que saltó a las filas del oficialismo. Más allá del hecho de corrupción, tras ser detenido con dinero sin declarar en Paraguay, lo que se disputan es una banca en el Senado. La reacción del Gobierno fue inmediata: el kirchnerismo fue por Kueider, Casa Rosada irá por todos los diputados y senadores con causas abiertas. El primer nombre que surgió fue el de Máximo, que espera una resolución de una apelación ante la Corte para saber si irá o no a juicio oral.

El hijo de la ex presidenta también le pega al PRO. La última vez, fue tras el intento de convertir Ficha Limpia en ley y que, por eso, Cristina no pueda ser más candidata. Señalando a Macri y al “partido judicial”, dijo: “La experiencia de estos poderes es que Cristina en 2019 ganó pese a los relatos de los editorialistas políticos de los diarios y el discurso homogéneo en la televisión que entre 2016 y 2019 era que ella estaba terminada, acabada, que la gente no la quiere y no puede ganar”.

Pero sus mayores reclamos no están hacia afuera, sino hacia adentro del PJ. A Kicillof y su entorno les reprocha el cambio rotundo de pensamiento. “Pasaron de necesitar a Cristina a verle todos los defectos tras la derrota del 23”, protesta. Y no cede ante sus pretensiones de ganar poder en la Provincia.

“Todos los que están acá tienen mi número”, los apuró Máximo a los presentes en la reunión de Moreno. Fue uno de los últimos oradores y se había cansado de escuchar cómo varios interlocutores lo señalaban, sin nombrarlo, como el responsable de todos los males del peronismo bonaerense.

Es que su plan no tiene demasiados secretos. Máximo debe evitar que Kicillof se escape del abrazo de oso que le dio. Si se le rebela y desdobla las elecciones a través de decreto, se reducen las chances de que el peronismo nacional, el que maneja Cristina, salga victorioso en Provincia. Por su parte, el gobernador ve en el '25 una última oportunidad de erigirse como el candidato natural del PJ a la presidencia. Sin reelección posible, debe sumar una victoria de medio término para meterle presión a los Kirchner.

El éxito de Máximo depende del fracaso de Kicillof, o al menos de su incapacidad de despegarse del kirchnerismo. Por eso, a pesar de las diferencias, hace un esfuerzo por tenerlo cerca.

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