Wednesday 11 de December, 2024

POLíTICA | Ayer 04:09

El primer aniversario de Milei: el año del Mesías

El libertario sopla las velas por primera vez en la Casa Rosada. Profecías divinas y el peso de su mirada religiosa en el Gobierno. El tema tabú que nadie hoy va a recordar.

Javier Milei tiene hoy dos motivos para festejar.

El primero es claro: llegó al primer año de su gobierno, fecha que muchos pronosticaron que no vería desde la Casa Rosada, y encima con un alto índice de aprobación. La otra razón de su felicidad es menos evidente, menos estridente, algo que el libertario probablemente festejará con un puño debajo de la mesa y sin la alharaca con la que suele anunciar el resto de sus éxitos. Es que el grueso de la cobertura, nacional e internacional, sobre el aniversario su administración no va a mencionar un tema que para él es tan sensible que de hecho juró destruir a la editorial Perfil por atreverse a publicarlo: hoy va a ser casi imposible leer en cualquier análisis el pequeño detalle de que el Presidente jura ser un enviado de Dios en la tierra, con el cuál se comunica a través de los oficios de su perro muerto y por la intermediación de su hermana médium.

Lo contado hasta parece no revestir mayor importancia si se pasa por la cobertura de la fecha. Que el Presidente crea tener un vínculo con un ser sobrenatural que le encomendó una misión divina -le pronosticó, a fines de 2020, que sería presidente de Argentina cuatro años después- o el hecho de que diga jugar todas las mañanas con un animal que no existe, por sólo nombrar algunos eventos extraordinarios (en el sentido literal de la palabra), son temas alejados de la agenda política y mediática de la jornada.

Cuando, rara vez, alguien abordó alguno de estos temas durante este año se lo hace como quien cuenta una excentricidad graciosa o, por el contrario, se los saca a la luz sólo para criticar a quienes lo investigan, asegurando que son asuntos de índole privada que no revisten interés público alguno.

Pero, a pesar de los esfuerzos, en muchas ocasiones estos capítulos sensibles de la vida de Milei saltan la barrera y aparecen en la discusión cotidiana. Cuando eso ocurre, incluso a veces por obra del propio Milei, la cobertura no suele pasar de lo meramente descriptivo. 

No es el propósito de esta nota juzgar ningún otro trabajo. Tomados como hechos aislados, las particularidades personales de Milei bien pueden parecer eso: aspectos de su esfera íntima sin mayor relevancia para el resto de la sociedad que gobierna. Hay además una cosmovisión hipermoderna que empuja todo esto debajo de la alfombra: la sociedad occidental se acostumbró a que religión y política corran por andariveles separados.

Sin embargo, habría que empezar a tomarlas como un todo. La convicción mística de Milei no sólo es literalmente el evento que lo empujó a la política –después de 50 años de vida alejada de ella y hasta detestándola- sino que es lo que lo explica y lo que le da fuerzas. Lo que ordena su narrativa, cada vez más decidida y vehemente, de la lucha del “bien” -como dijo en el posteo que hizo en sus redes por el aniversario- contra el “mal”, la “luz” versus “la oscuridad”. Presentando como excentricidades o episodios anecdóticos, estos son los hechos y situaciones que revelan una realidad más compleja y preocupante, una máscara que esconde al verdadero Milei.    

Esta es la columna vertebral de este fenómeno. Milei es mucho más que un político o un economista. Es el elegido por un ser superior. Y, como cualquier mesías, busca la transformación radical de una sociedad que el  “Uno” le encomendó para liderar.

Esta realidad, lejos de ser una creencia individual y privada del Presidente, explica decisiones trascendentales del Gobierno y de quien lo conduce. Explica la inserción de Milei en el mundo, el campo global en el que las fuerzas de “la luz” luchan contra “la oscuridad” y explica la cosmovisión misma del oficialismo. Explica también la fuerza que tiene su narrativa oficial, que divide a la sociedad argentina en dos y cuyos seguidores, como dijo en la CPAC, tienen que estar dispuestos a dar la vida. Este fue el año del Mesías. Y esta historia divina recién arranca.

 

 

 

 

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Juan Luis González

Juan Luis González

Periodista de política.

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