Influencers en el deporte (Netflix)

De Spreen en Riestra a Tyson vs Paul: cómo los influencers coparon el deporte profesional

El boxeo de influencers crece como fenómeno. El éxito de audiencia detrás de la pelea entre Jake Paul y Mike Tyson. Polémica, sopapos y el poder de las redes.

La pelea del fin de semana pasado en Texas entre Mike Tyson y Jake Paul, el influencer y boxeador amateur convertido en celebridad mundial, generó toda una revolución en el deporte, pero también en el streaming. Transmitida por Netflix, la pelea fue un hit en views, y generó reacciones encontradas. La primera impresión para muchos fue de incredulidad por el bajo nivel físico y pugilístico de una leyenda como "Iron Mike", quien acabó derrotado por el joven youtuber. Pero también queda claro que, en la era de lo absurdo, esto es una tendencia que el público abraza en lugar de rechazar.

La idea de ver a Tyson, excampeón mundial de peso pesado, castigando a Paul con su característica ferocidad, resultaba tentadora en la previa para los nostálgicos que lo vieron campeón a mediados de los ‘80 y principios de los ‘90. Pero el combate, con un Tyson de 58 años cansado por Paul que lo castigó a la distancia, buscando quizás un nocaut tardío o un empate pactado, fue un fiasco.

Pero lejos de ser un síntoma de la decadencia del boxeo profesional, como algunos predican, esta nueva modalidad de las peleas de celebridades de redes es un fenómeno aparte. Según una encuesta de Harris Poll, el boxeo sigue siendo el cuarto deporte más popular en Estados Unidos, superando a las artes marciales mixtas (MMA) y solo detrás del fútbol americano, el béisbol y el basquet. En el Reino Unido, el índice de compromiso deportivo de EY lo sitúa bastante más atrás, en el octavo lugar, pero trepando desde el décimo en el último lustro.

Y es que desde 2018, cuando Jake Paul debutó en el cuadrilátero, el llamado "boxeo de influencers" ha crecido de forma explosiva captando una buena parte de la audiencia que tenía el deporte, e incluso acercando a nuevos públicos y pantallas, como pasó con Netflix, que compró los derechos del enfrentamiento entre Paul y Tyson.

Retador

El caso de Jake Paul es a la par paradigmático: desde su primera pelea, su patrimonio neto pasó de 21 a 45 millones de dólares, en gran parte gracias a los ingresos generados por estas exhibiciones. Y es que el atractivo de este tipo de peleas no radica en la técnica ni en la calidad atlética, sino en el show filo bizarro y la capacidad de atraer atención masiva que busca más los traspiés torpes que la calidad técnica de los púgiles. Al igual que ocurre con los realities de figuras como las Kardashian, estas peleas apelan a la curiosidad morbosa: no importa si son ruidosas, irritantes o carentes de mérito deportivo, porque esos mismos elementos potencian su éxito en términos de audiencia y métricas digitales.

Pero, aunque a primera vista estas peleas puedan parecer un circo, no deben subestimarse los esfuerzos detrás de ellas. El boxeo, aunque accesible para cualquiera, exige un nivel de disciplina impresionante. Paul muestra en el documental que Netflix estrenó una semana antes de la pelea, “Cuenta regresiva”, cómo entrenó con el equipo estadounidense de boxeo olímpico, intensamente durante meses, para entrar en forma para la pelea. Y cómo el hecho de subirse al ring implicó un compromiso físico y mental significativo para enfrentar a uno de sus ídolos de juventud: el picante Tyson.

El problema más profundo en estas peleas circenses radica en cómo esta tendencia refleja un cambio cultural más amplio, la sustitución de la meritocracia por un sistema que recompensa exclusivamente la atención y el alcance: un fenómeno que expuso por otro lado en el fútbol local el debut en Riestra del youtuber Spreen, que fue luego repudiado por la AFA y varios jugadores de la selección argentina.

Críticas

Figuras como Carl Froch, excampeón mundial, han calificado a Paul como un "payaso". Promotores de renombre como Eddie Hearn y Frank Warren consideran que peleas como esta son un retroceso para el deporte. Lo cierto es que el boxeo, y el deporte en general, al igual que otras expresiones culturales, se ha convertido en "contenido".

Ya no importa tanto la habilidad, sino cuánto puede captar nuestra atención. Y esto no significa que el boxeo profesional esté en peligro. Este año, los fanáticos disfrutaron de combates de élite como Artur Beterbiev vs. Dmitry Bivol, o Tyson Fury vs. Oleksandr Usyk, peleas que definieron campeonatos y mostraron el verdadero arte del boxeo. Sin embargo, cada vez que los críticos se indignan por las peleas de influencers, están alimentando el algoritmo que prioriza la atención sobre el mérito.

Argentina no es la excepción. Por el contrario, hace tiempo se subió a la tendencia y la ha cultivado. El 13 de octubre pasado, el teatro Gran Rex, se llevó a cabo "La Gran Pelea", velada boxística entre artistas y creadores de contenido locales que buscó captar la atención de las redes sociales y el público joven.

En su primera edición en Argentina, "La Gran Pelea" presentó nueve combates entre personalidades del mundo digital. La principal enfrentó a Yao Cabrera, conocido por su polémica trayectoria, con Tomás Holder, el ex participante de Gran Hermano, ambos conocidos por la controversia que generan en redes: el youtuber apareció del brazo de la madre del ex GH para picantear aún más el encuentro.

Otros encuentros destacados de esa noche incluyeron a L-Gante, representante de la cumbia 420, frente a HDR, un creador de contenido viral; y un combate entre Gonzalo "El Patón" Basile, un boxeador profesional y ex guardaespaldas de Guillermo Moreno, y Julio Pitbull, boxeador famoso en redes por sus ideas libertarias, probando que la grieta puede colarse en todos lados, y subirse también al ring.

El auge de estas peleas responde a un fenómeno de "hibridación" entre el deporte y la cultura de las redes sociales, donde el entretenimiento se adapta a las demandas de nuevas generaciones de espectadores. La interacción entre los peleadores y sus seguidores en redes, sumada a la transmisión en vivo y a los comentarios en tiempo real, crea una experiencia inmersiva y viral que amplifica el impacto mediático de cada combate.

Además, el evento se completó con shows musicales en los intervalos, manteniendo la atención del público con un formato dinámico que no dio lugar a pausas ni tiempos muertos, potenciando la sensación de espectáculo.

Revancha

Fue tal el éxito de la noche pugilística con giro influencer, que habrá rematch antes de fin de año: el 28 de diciembre, nuevamente en el Gran Rex, se presentará "La Gran Pelea II", segunda edición del evento. Gisela Gordillo, madre de Tomás Holder, será una de las protagonistas en el ring. La podóloga rosarina de 44 años, que capturó miradas en la primera edición por su carisma fuera del cuadrilátero, ahora se enfrentará a Rocío Cisneros, influencer con más de 370 mil seguidores en Instagram: Gordillo ya muestra en redes su dedicación al entrenamiento, combinando sesiones de cardio y boxeo.

Además, el evento traerá de regreso a Gonzalo "El Patón" Basile, quien buscará redimirse tras su derrota por nocaut en la primera edición. Y también destacan combates entre figuras populares de TikTok como Marito Laurens, "el carnicero de las redes", que se medirá contra Víctor Ríos, apodado "el panadero".

Y a estas contiendas se sumará la ya tradicional mezcla de shows musicales y momentos virales, lo que asegura una experiencia completa para los asistentes y los espectadores que seguirán la transmisión en vivo. Con un cartel diseñado para capturar a audiencias masivas, "La Gran Pelea II" promete cerrar el 2024 con una explosión de entretenimiento y viralidad controversial, los ingredientes de este combo.

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