¿Puede el amor sobrevivir al paso del tiempo y a los avances de la tecnología? La pregunta cobra especial relevancia en el musical "Maybe Happy Ending", que llega a Broadway bajo la producción de Diego Kolankowsky, ganador de un premio Tony por "Once on this Island". La obra, una reflexión sobre la conexión emocional en una era dominada por la inteligencia artificial, mezcla una trama futurista con un delicado mensaje sobre la soledad y la necesidad de contacto humano.
El musical se sitúa en Seúl, en el año 2064, donde dos robots, Oliver (Darren Criss) y Claire (Helen J. Shen), se encuentran en un hogar de retiro para unidades obsoletas. Ambos son "helperbots", diseñados para ayudar a los humanos y ahora desechados tras cumplir su función. Desde ese punto de partida, "Maybe Happy Ending" explora cómo dos máquinas, inicialmente construidas para servir, buscan sentido en su propia existencia al conocerse y vincularse.
La obra es una original colaboración entre el compositor Will Aronson y el letrista Hue Park, quienes originalmente concibieron el guion en inglés y, tras varias producciones en coreano, lo han reestructurado para la audiencia de Broadway. Sin embargo, más allá del multilingüismo de la obra, el tema subyacente –la lucha de seres en apariencia insensibles por encontrar el amor– revela una inquietud universal sobre el poder del afecto y la empatía.
Un amor en tiempos de silicio
Bajo la dirección de Michael Arden, "Maybe Happy Ending" logra transmitir una sensación de extrañeza y familiaridad. Los actores enfrentan el desafío de interpretar personajes que deben parecer humanos y, a la vez, exponer su naturaleza mecánica. Criss, cuyo personaje es un modelo antiguo, maneja gestos rígidos inspirados en el teatro Kabuki y el cine mudo, evocando la nostalgia de un pasado sin tecnología. Shen, por su parte, da vida a una unidad de nueva generación con movimientos suaves, lo que sugiere que su cercanía a lo humano es mayor, aunque, paradójicamente, la aleje más de la fragilidad emocional.
La obra busca resonar con un público que cada vez más encuentra compañía en la pantalla y en la inteligencia artificial, mientras que se aparta del contacto humano. Aronson y Park aluden a los hikikomori, los jóvenes japoneses que se aíslan de la sociedad y viven recluidos, en lo que parece una visión anticipada del mismo futuro al que los personajes de "Maybe Happy Ending" aspiran escapar. En una sociedad donde los sentimientos se están traduciendo en algoritmos, la historia de Oliver y Claire funciona como un reflejo incómodo pero pertinente: ¿qué queda de la autenticidad en una relación cuando los mismos "compañeros" han sido programados?
El riesgo de la desconexión
El romance robótico de "Maybe Happy Ending" plantea preguntas provocadoras sobre el futuro de las relaciones humanas. La historia de Oliver y Claire es en última instancia, un espejo que refleja cómo, en una sociedad donde la tecnología cada vez se acerca más a suplir la interacción humana, el amor podría perder su esencia. Sin embargo, Kolankowsky y su equipo en Broadway han logrado que el musical no solo toque un tema de ciencia ficción, sino que dialogue con la realidad de quienes, tras la pandemia, viven y aman detrás de una pantalla.
Es en este contexto donde la obra se convierte en una advertencia conmovedora sobre la desconexión emocional. Aunque atrae ver a dos robots "enamorarse", la audiencia también puede cuestionarse si esta historia es más real de lo que parece. Cuando el algoritmo puede predecir lo que amamos y a quién amamos, "Maybe Happy Ending" recuerda que el amor humano, por su misma fragilidad y su constante incertidumbre, sigue siendo un acto genuino y valiente.
En resumen, Maybe Happy Ending se presenta como una puesta que, más allá de sus méritos técnicos y artísticos, invita a un debate crucial: en una sociedad cada vez más solitaria y tecnificada, ¿es el amor una convención o una necesidad ineludible?
La obra es finalmente otro stop destacado en la saga de Kolankowsky como productor en en Broadway, donde ya tiene una década de éxitos entre los que se cuentan “Once on this Island” (por la que resultó ganador de un Tony Award en el rubro Best Musical Revival), “Spring Awakening”, “Gettin’ the Band Back Together”, “American Buffalo” (donde también eligió como protagonista a Darren Criss, famoso por "El asesinato de Gianni Versacce" y "Glee"), “Beetlejuice”, “The Sign in Sidney Brustein's Window” y “Ohio State Murders”.
Además, por estos días, el productor argentino tiene en la cartelera neoyorquina “Sunset Boulevard”, del mítico autor Andrew Lloyd Webber, protagonizada por Nicole Scherzinger y dirigida por Jamie Lloyd en el St. James Theatre.
por R.N.
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