Miguel Uribe (CEDOC)

A dos meses del atentado muere el candidato presidencial colombiano Miguel Uribe

Miguel Uribe Turbay murió tras dos meses en UCI luego de un atentado; su crimen sacude el panorama electoral colombiano.

La muerte de Miguel Uribe Turbay estremece a Colombia. La noticia se confirmó en la madrugada de este lunes 11 de agosto, cuando la Fundación Santa Fe de Bogotá informó que el senador y precandidato presidencial no sobrevivió a las graves heridas sufridas en un atentado a tiros ocurrido el 7 de junio pasado. Tenía 39 años y, hasta el momento del ataque, encabezaba las encuestas internas del Centro Democrático con miras a las presidenciales de 2026.

Uribe Turbay fue baleado a la salida de un acto político en la localidad de Fontibón, Bogotá. Recibió al menos tres disparos —dos de ellos en la cabeza—, lo que derivó en un traslado de urgencia y múltiples intervenciones neuroquirúrgicas que mantuvieron en vilo al país durante dos meses. A pesar de los esfuerzos médicos y de una intensa cadena de oración ciudadana que incluyó una multitudinaria “Marcha del Silencio”, su cuadro neurológico empeoró hasta derivar en su muerte.

El impacto político es inmediato. Uribe Turbay no era un dirigente más: abogado, con formación en la Universidad de los Andes y en Harvard, nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala e hijo de la periodista Diana Turbay —asesinada en 1991 por el narcoterrorismo—, representaba para amplios sectores de la centroderecha una renovación generacional con experiencia y proyección nacional. Fue concejal de Bogotá, presidente del Concejo, secretario de Gobierno de la capital y, desde 2022, el senador más votado del país.

En los últimos meses había endurecido su discurso contra el presidente Gustavo Petro, al que acusó de impulsar un “autogolpe de Estado” con un decreto para convocar una consulta popular sin aprobación del Congreso. Antes del atentado, preparaba acciones judiciales contra el mandatario y sus ministros, consolidando su perfil como opositor frontal en temas de institucionalidad y seguridad.

Su asesinato se produce en un momento de fuerte tensión política y de repunte de la violencia contra líderes sociales, candidatos y figuras públicas en Colombia. El crimen no solo trunca la carrera de un aspirante presidencial, sino que agrava la percepción de que la competencia electoral sigue siendo, en muchos casos, una actividad de alto riesgo. La investigación sobre el móvil y los responsables apenas comienza, pero la naturaleza del ataque refuerza la sospecha de un componente político.

 

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