Saturday 20 de December, 2025

MUNDO | Hoy 11:36

El enemigo ideal

Donald Trump encuentra en Nicolás Maduro el mejor blanco para iniciar su influencia hegemónica en las Américas. Pero la orden del régimen a la marina venezolana de escoltar los buques petroleros desafía al magnate neoyorquino y podría detonar una guerra.

Es el blanco perfecto para inaugurar el brazo militar de su doctrina de injerencias en lo que considera su área natural de influencia. Nicolás Maduro es un dictador impresentable y el segundo del régimen es un cliché de matón. Los dos son caricaturescos, el gigantón de bigotes bailoteando en escenarios ante públicos arreados, y Diosdado Cabello reboleando un garrote de los Picapiedras en un programa de TV llamado “Con el mazo dando”. Aunque lo que convierte al régimen residual chavista en el blanco ideal para que Trump inaugure el brazo militar de su doctrina contra cualquier gravitación extra-continental desde Tierra del Fuego hasta el Ártico Canadiense, es su autoritarismo descarado, su naturaleza facinerosa y la ineptitud con que logró marcar un record calamitoso: hacer naufragar una economía que flota en petróleo.

Vladimir Putin tuvo que inventar la patraña de que el gobierno de Zelenski es nazi y que la OTAN estaba por desplegar en Ucrania misiles nucleares apuntados a Moscú, para justificar una invasión descabellada y una guerra traída de los pelos. En cambio, sobre la vileza del chavismo residual no hay que inventar nada.

Por cierto, el bananerismo ya había irrumpido. Hizo su presentación con el exuberante líder caribeño haciendo desenterrar a Bolívar para “probar” su teoría de que no murió de tuberculosis sino asesinado por Francisco de Santander y otros supuestos ancestros políticos de las dirigencias de centroderecha republicana y de centroizquierda socialdemócrata que cuestionaban su liderazgo mesiánico y el desprecio que irradiaba hacia la crítica y el pluralismo.

Fotogaleria Un hombre camina frente a un mural, en Caracas, Venezuela

Pero Chávez tenía el apoyo de las mayorías, mientras que Maduro no tardó en perder ese respaldo y avanzar hacia una dictadura lisa y llana, con cárceles colmadas de presos políticos, uso sistemático de la tortura, ejecuciones extrajudiciales, fuerzas de choque ultraviolentas inspiradas en los “basij” de la dictadura de los ayatolas persas, censura y persecución, represiones con más de medio centenar de muertes, además de desapariciones y otras brutalidades comprobadas por las principales organizaciones de Derechos Humanos y por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, antes de que la presida Bachelet, con ella en la conducción y finalmente con los sucesores de la ex presidenta socialista chilena.

Los dirigentes latinoamericanos que defienden al régimen chavista han sido todos beneficiados, en blanco y en negro (sobre todo en negro) por los petrodólares con los que, primero Chávez y luego sus patéticos herederos, financiaban la construcción de liderazgo a nivel regional y la compra de complicidades. Y de esas dirigencias cada vez son menos los que hablan al respecto. La mayoría se ha ido replegando en el silencio.

Por eso Trump eligió al régimen calamitoso que impera sobre Venezuela para inaugurar una nueva era que unifica la teoría que planteó James Monroe en la primera mitad del siglo 19 (América para los americanos), con la praxis que aplicó Theodore Roosevelt en la antesala del siglo 20, haciendo la guerra que terminó con el imperio de ultramar español. Doctrina y garrote para que no haya presencias europeas en ningún rincón de las Américas, hoy abarcando sobre todo a China y a regímenes centroasiáticos como el iraní.

Fotogaleria Soldados iraníes participan en un desfile militar durante una ceremonia que marca el día anual del ejército del país en Teherán

En lo político, Trump se mete de lleno en procesos electorales, como lo hizo en las recientes elecciones legislativas en Argentina y en los comicios presidenciales de Honduras. Y militarmente, el bautismo de fuego será en Venezuela.

De jugar al tiro al blanco sobre embarcaciones supuestamente narcos en el Caribe, asesinando a casi un centenar de personas, a iniciar vuelos sobre el territorio venezolano y apropiarse por la fuerza de un gigantesco buque cisterna que llevaba un lago de petróleo, sin que en ningún caso hubiese respuesta militar del régimen chavista.

A los aviones F-18 que sobrevolaron zonas estratégicas con el Lago Maracaibo y el estado de Falcón sin que le salieran al cruce los cazas Sukhoi que les vendió Rusia ni los F-16 norteamericanos que adquirió el gobierno democrático de la década de 1980. Algún escuadrón aéreo venezolano podría haberse acercado a los aviones intrusos, para presionarlos a abandonar el espacio aéreo, pero no se movió una hoja en las bases aéreas locales. Por supuesto, tampoco hubo fuego antiaéreo utilizando los sistemas antiaéreos Buk o los misiles S-300 que les envió Putin.

Fotogaleria Vladimir Putin, asiste a una ceremonia de firma con el presidente de Mongolia luego de sus conversaciones en Ulaanbaatar

Después de esa señal de exagerada prudencia chavista frente a la incursión aérea norteamericana, vino otra muestra similar, pero en el escenario naval. Trump fue el capitán Jack Sparrow y sus piratas del caribe, abordando un buque cisterna y secuestrándolo, sin que saliera al rescate alguna embarcación de las fuerzas navales de Venezuela. El guerrerismo de Maduro y Diosdado Cabellos se quedaba en el mundo de las palabras. Una muestra de debilidad que llevaría a Trump, en los próximos días o semanas, a la siguiente etapa: bombardeos desde el aire y desde el mar a blancos terrestres.

Perro llegó el primer desafío militar chavista. Ocurre que el bloqueo naval que anunció Trump haría colapsar en 15 o 20 días la capacidad de acopiar petróleo y PDVSA tendría que cerrar posos en actividad. Si el petróleo no puede salir por mar hacia los países compradores porque los buques norteamericanos los interceptan e incautan, el colapso llegaría pronto. Por eso a Maduro no le quedó más alternativa que salir de su decisión de dejar pasar las provocaciones y las acciones militares de Trump para no dar pie a un choque directo que haga detonar una guerra abierta. Y lo hizo al ordenar a las fuerzas navales de Venezuela escoltar a los buques petroleros que salgan de sus puertos.

De ese modo, ahora es Trump el que debe decidir si cumple su orden de bloqueo a los barcos cisterna que transporten petróleo venezolano. Si lo hace, tendrá que disparar contra los buques de guerra locales que los escolten. Y estallaría la guerra abierta.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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