Milei, estrella 51
Con Milei estamos hablando de una radicalización de la promesa menemista. Ya no se trata de un peso, un dólar, sino de convertir a Argentina en la estrella 51 de la bandera de Estados Unidos.
La búsqueda de la diagonal superadora no es novedosa en la política argentina. Sin embargo, dicho túnel mágico es como la Atlántida: muchos exploradores sueñan desde hace tiempo con ella pero, hasta hoy, nadie pudo localizarla en el GPS. Al regreso de la democracia, el alfonsinismo ensayó por el lado de una síntesis entre la tradición republicana del radicalismo y la raigambre del peronismo en los sectores populares. Tal experimento adquirió su clímax conceptual en Parque Norte en 1985, pero la hiperinflación lo terminó malogrando.
Su anticipado sucesor, el menemismo, maniobró por el lado de un versionado hereje de la vieja marcha peronista. Ya no se trataba de combatir el capital, sino de seducirlo con una oferta imposible de rechazar: un peso, un dólar. No obstante, como todo romance intenso, dejando a su tórrido paso, una cola de heridos que la ambulancia del kirchnerismo recogería a través de una red de contención social alimentada por la poderosa locomotora económica china.
Por cierto, un modelo que mostró señales de fatiga en la crisis federal de 2008, mal llamada “del campo”. Visto desde otro ángulo, ese hito le abrió las puertas al macrismo para la activación de viejos antagonismos políticos. En particular, la modernidad de la comunicación cambiemita convivió con el hit de “los 70 años de peronismo”, un chascarrillo muy simpático para el votante de provincias dónde Perón no hizo pie ni en su época de oro. Córdoba 1946 y 1952.
Y si de diagonales se trata, con Milei estamos hablando de una radicalización de la promesa menemista. Ya no se trata de un peso, un dólar, sino de convertir a Argentina en la estrella 51 de la bandera de Estados Unidos. Es el dólar, es la cultura y, a la par, es también su juguetería militar y tecnológica. En tal sentido, toda la apuesta mileísta pasa por el circuito de política exterior tendiente a abonar ese espacio dónde se cruzan Elon Musk, Peter Thiel, Mark Zuckerberg y el Silicon Valley, en simultáneo a los poderosos petroleros tejanos. Los sueños libertarios, sueños son. Por ahora, la aprobación de la Ley Bases los vigoriza.
(*) Daniel Montoya, analista político, autor de “Estados Unidos versus China, Argentina en la nueva guerra fría tecnológica”
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