Misoginia en la política y en la vida
La denuncia contra Fernández tiene la gravedad del lugar que ocupaba, pero a la vez demuestra que la violencia machista es un problema estructural, histórico y que atraviesa todos los sectores.
Rara paradoja de esta época, frente a un hecho de violencia por motivos de género las apuntadas somos las feministas, precisamente quienes posibilitamos que se hable, se denuncie y se busque justicia.
La denuncia contra Alberto Fernández tiene la gravedad del lugar que ocupaba, el máximo puesto institucional de nuestro país, pero a la vez demuestra que la violencia machista es un problema, como tantas veces dijimos, estructural, histórico y que atraviesa todos los sectores, clases y espacios sociales.
Nuestras diferencias políticas con Alberto Fernández preceden desde mucho antes a esta denuncia. Fue un presidente que defraudó su contrato electoral y, aún antes, los acuerdos de la coalición y el programa de gobierno. Porque el triunfo del Frente de Todos en 2019 inauguraba una esperanza de mejor vida para la sociedad que naufragó en pocos meses. Cristina no fue escuchada y el tiempo terminó dándole la razón sobre cada cosa que señalaba.
Aun así, ya sabiendo el proceso que acabamos de atravesar, ahora nos enfrentamos a una denuncia de violencia de género. Y pareciera que, como suele sucederle a las víctimas de violencia, la culpa no es del agresor sino nuestra, de las feministas. Nada más lejano.
Sería imposible hablar de estos temas, acá, en medios masivos, en la calle, en todos lados, si no fuera por la irrupción del feminismo de masas que tuvo su quiebre inicial en 2015 con Ni Una menos, su ola de masividad en 2018 y 2020 con las marchas por la legalización del aborto. Fuimos y somos nosotras las que hicimos posible que hoy un ex presidente no quede impune a sus actos. Fuimos y somos nosotras las que hemos cambiado la historia para que nunca más (sí, nunca más) el poder patriarcal encubra o silencie situaciones de violencia por motivos de género.
Las feministas buscamos una vida justa. A veces es difícil que algunos sectores, acostumbrados a sus privilegios de clase y de género, puedan comprenderlo. No queremos escarnios públicos ni lógicas punitivas cuando se comete un delito por motivos de género. Siempre le creemos a las víctimas. Queremos actos de justicia que sean reparadores. Y que, por supuesto, no reproduzcan la impunidad y la inmunidad de los varones violentos. El caso de Alberto Fernández no escapa a esta lógica.
De estas situaciones que nos duelen por lo que representan políticamente y por lo que significan en la vida de las mujeres, es que debemos fortalecernos para construir algo mejor, para recuperar el horizonte. El futuro será feminista.
*Por Mónica Macha, diputada nacional de Unión por la Patria.
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