Santiago Caputo (CEDOC)

Quiénes son los dos lobbistas involucrados en la denuncia contra Santiago Caputo

Barry Bennett y Leonardo Scatturice, socios en una consultora contratada por la SIDE, quedaron en el centro de una denuncia que volvió a encender las alarmas sobre el uso de canales paralelos de poder e influencia.

La denuncia que salpica al asesor presidencial Santiago Caputo puso bajo la lupa a dos lobbistas con vínculos políticos y empresariales de alto nivel: el estadounidense Barry Bennett y el argentino Leonardo Scatturice. Ambos son socios en la consultora internacional que fue contratada por la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y cuya operatoria ahora es investigada por la Justicia.

Según surge de la presentación judicial, la empresa fue contratada para actuar como nexo entre el Gobierno argentino y actores políticos y económicos de Estados Unidos. La denuncia sostiene que ese rol habría implicado la creación de canales informales de gestión —por fuera de la Cancillería— y tareas de lobby político, algo expresamente prohibido por la ley de inteligencia.

Barry Bennett no es un nombre nuevo en la política argentina. Tal como reveló tiempo atrás una investigación deNOTICIAS, el lobbista estadounidense ya había tenido un rol activo durante la transición que llevó a Javier Milei a la Casa Rosada. Con llegada directa a sectores del Partido Republicano y al entorno de Donald Trump, Bennett fue señalado como un operador clave en Washington para tender puentes con el nuevo gobierno libertario.

Leonardo Scatturice, en tanto, aparece como el socio local y dueño de la consultora contratada por la SIDE. Empresario con pasado vinculado al mundo de la inteligencia y contactos en redes conservadoras internacionales, Scatturice es mencionado en la denuncia como una figura central en el armado del contrato que hoy está bajo investigación.

La presentación judicial —impulsada por la ex vice de la UIF María Eugenia Talerico— apunta a posibles delitos como tráfico de influencias, abuso de autoridad y violación de la Ley de Inteligencia Nacional. El foco está puesto en si la SIDE fue utilizada para financiar y canalizar tareas de lobby político y relaciones internacionales paralelas.

Mientras la causa avanza en Comodoro Py, los nombres de Bennett y Scatturice vuelven a emerger como actores clave de una trama donde se cruzan inteligencia, poder, negocios y la interna más sensible del Gobierno.

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