El presidente de EE. UU., Donald Trump, firma el paquete de leyes para reabrir el gobierno federal en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, DC. Foto de Brendan SMIALOWSKI / AFP (AFP)

La cruzada de Trump

Rescatar cristianos acosados por yihadistas musulmanes en Nigeria, una idea del jefe de la Casa Blanca probablemente motivada por el factor Zohran Mamdani.

Cuando las torres gemelas ardieron como antorchas hasta hundirse en el vientre de Manhattan, nadie imaginó que un musulmán podría alguna vez convertirse en alcalde de la ciudad que sufrió aquel ataque exterminador. Pero 24 años después del día en que el ultraislamismo mató a miles de norteamericanos, los neoyorquinos votaron masivamente como alcalde a un mahometano.

Un año antes de que el musulmán Sadiq Khan se convirtiera en alcalde de Londres, en París Michel Houellebecq publicó “Sumisión”, la novela en la que gana la elección en Francia un partido llamado Fraternidad Musulmana y comienza su marcha hacia la islamización esa cuna del secularismo europeo.

Nueve años más tarde, al frente del gobierno de Escocia quedó el musulmán Humza Yousaf. Khan y Yousaf hicieron realidad lo que Houellebecq planteó como ficción distópica. La pesadilla que quitaba el sueño a Oriana Fallaci. Sin embargo, los gobernantes en la vida real no hicieron lo que hizo el presidente Mohammed Ben Abbes en las páginas de Sumisión: convertir Francia en una teocracia islámica.

Aparentemente, el fundamentalismo islamista no existe en la cabeza de Zohran Mamdani. El nuevo alcalde de Nueva York es un musulmán secular. Y allí apuntará su campaña de difamación Donald Trump, porque llamarlo “comunista” no le sirvió para evitar su triunfo en La Gran Manzana.

En el discurso de Mamdani hay un socialismo democrático demodé. Esa radicalidad canalizó el deseo mayoritario de resistir el capitalismo plutocrático que impulsa Trump, generando niveles obscenos de desigualdad entre las clases medias y una diminuta elite de megamillonarios.

Eso inmunizó a Mamdani a la calificación de comunista que le aplicó Trump, diciendo que los neoyorquinos huirían en masa a Miami como hacen los cubanos desde 1960. El nuevo alcalde no es comunista. El problema, en todo caso, es que su receta socialdemócrata es anticuada y con ribetes demagógicos.

En Estados Unidos es necesario un progresismo que enfrente el avance de los plutócratas, pero con recetas más actuales y menos ideológicas.

Mamdani ganó la alcaldía de Nueva York porque representó el cachetazo más sonoro en las anaranjadas mejillas de quien lo promoverá a escala nacional si cumple su amenaza de bloquear los fondos que corresponden a esa ciudad.

A partir de ahora, en el conservadurismo evangélico empezarán a describir a Zohran Mamdani como ultraislamista. Por cierto, ser musulmán no implica ser ultraislamista, y profesar el Islam, que es una religión profundamente conservadora, más bien lo acerca al fundamentalismo evangélico que apoya a Trump.

Mamdani es su opuesto absoluto por ser inmigrante y definirse como socialista. Trump ha lanzado la mayor cacería de inmigrantes en la historia del país y fue un inmigrante quien lo derrotó nada menos que en la ciudad donde nació y comenzó a amasar su fortuna.

Nunca se lo perdonará y la campaña para destruirlo incluiría  mostrarse como “cruzado” salvador de cristianos en Africa. La primera señal de lo que lucubra fue denunciar un “genocidio” de cristianos de Nigeria. El yihadismo de Boko Haram y de una facción de Estado Islámico comete masacres de cristianos, pero también masacra aldeas musulmanas donde, igual que en los demás países del Sahel, se profesa un Islam moderado y secularizado.

Suena raro que Trump reciba al ex miembro de Al Qaeda, Ahmed al Sharaa, en la Casa Blanca y levante las sanciones a Siria, y reaccione así con Nigeria. También es raro en un presidente mudo ante las masacres de cristianos en Sudán, que de repente hable de “entrar con toda la artillería” en Nigeria para atacar al yihadismo y al gobierno secular que no logra controlar esas milicias criminales.

Además, no sólo el ultraislamismo totalitario masacra a cristianos y musulmanes seculares. También hay bandas campesinas de la etnia fulani, que es minoritaria y gana tierras mediante el bandolerismo violento.

Las principales etnias nigerianas, hausa (musulmanes), igbo (cristianos) y yoruba (musulmanes y cristianos), son víctimas del yihadismo y el bandolerismo fulani. Los cristianos no están a salvo. Pero basándose en informes de organizaciones evangélicas como Open Doors, que afirman que hay más víctimas cristianas y que el gobierno nigeriano lo permite, Trump intenta actuar como un cruzado medieval que va a la guerra santa para proteger a fieles atacados por musulmanes. Y eso será parte de la propaganda contra Mamdani, el “Saladino” que conquistó la ciudad que había atacado Al Qaeda.

Mamdani no fue el único cachetazo que recibió Trump en las urnas. A las gobernaciones de New Jersey y Virginia las ganaron las candidatas demócratas. La oposición ganó también las alcaldías de Cincinnati (donde fue derrotado el hermano del vicepresidente Vance), Detroit, Atlanta y Pittsburgh. Pero la gran derrota del presidente ocurrió en California, donde un referéndum lo enfrentó con su hasta ahora mayor desafiante: el gobernador Gavin Newsom.

No obstante, Nueva York es el epicentro de la rebelión. Allí, como el candidato republicano no movía el amperímetro, Trump tuvo que apoyar a Andrew Cuomo, un demócrata que cometió dos fraudes morales: primero, la agresión sexual que lo hizo renunciar antes de cumplir su segundo mandato como gobernador. Segundo, postularse como independiente después de haber perdido las primarias con Zohran Mamdani.

El sentido común indica que quien pierde las primarias de un partido queda fuera del proceso electoral. Y Cuomo faltó a esa ética política.

Pero para evitar la victoria de un inmigrante izquierdista, el presidente cazador de inmigrantes apoyó al hijo de un prócer del progresismo: el ex gobernador Mario Cuomo.

Jugando sucio contra quien eligió como “enemigo” en La Gran Manzana, advirtió a los neoyorquinos que si ganaba Mamdani la ciudad se quedaría sin los fondos que debe recibir del Estado federal. Amenaza que en su boca es creíble porque, durante el Covid, cuando Cuomo era gobernador, Trump le retaceó financiación a los programas anti-pandemia.

Exhibiendo ese lado oscuro, fracasó en evitar que gane Zohran Mamdani. Por eso, de ahora en más, lo hará blanco de una campaña que, si no logra deportarlo como inmigrante “ilegal”, lo difamará como ultraislamista y reavivará el recuerdo de las torres gemelas hundiéndose en el vientre de Manhattan.

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