Boom de series políticas (CEDOC)
Qué ver en Netflix: el boom de las series políticas
El estreno de El mago del Kremlin y A House of Dynamite en Venecia confirma el revival del thriller político en cine y streaming.
En la apertura del Festival de Venecia 2025, una de las películas más comentadas no es una superproducción de Hollywood ni un drama de autor intimista, sino una adaptación literaria cargada de tensión política: “El mago del Kremlin”, de Giuliano da Empoli, llevada al cine por Olivier Assayas.
Con Jude Law en la piel de un joven Vladimir Putin y Paul Dano como su enigmático spin doctor, el filme propone una ficción que se mueve en la frontera entre el retrato histórico y la parábola política contemporánea. “No buscábamos la controversia por la controversia misma”, dijo Law en Venecia, remarcando que el objetivo no era la caricatura ni el golpe de efecto fácil, sino un relato sobre cómo se moldea el poder en la era contemporánea.
La elección de este texto como material de base no es casual. Desde su publicación en 2022, la novela de Da Empoli se convirtió en un éxito europeo por su capacidad de condensar en clave de thriller los engranajes del poder ruso, al tiempo que trazaba paralelismos con un ecosistema global cada vez más signado por liderazgos autoritarios y la manipulación mediática. La traslación al cine, en un contexto de guerra en Ucrania y tensiones geopolíticas crecientes, confirma que el thriller político vive un nuevo auge.
Lejos de la frialdad documental, estas historias vuelven a apostar por el suspenso, el retrato de pasillos oscuros y la figura del estratega en la sombra. En este sentido, “El mago del Kremlin” se suma a una lista creciente de ficciones que han devuelto vigencia al género: desde series como “House of Cards” y “Borgen” hasta películas recientes que recuperan la estética de la conspiración propia de los setenta. En tiempos de desinformación, líderes mesiánicos y tensiones globales, el thriller político se reactualiza como espejo de las democracias en crisis. Y Venecia, con Jude Law como Putin y un relato que incomoda tanto como fascina, marca el pulso de esta tendencia.
Nuclear
La sintonía del festival con esta corriente quedó aún más clara con el estreno de “A House of Dynamite”, el esperado regreso de Kathryn Bigelow al terreno geopolítico. La directora que retrató la locura bélica en “The Hurt Locker” y la cacería de Bin Laden en “Zero Dark Thirty” vuelve ahora con un relato de suspenso nuclear que sitúa al espectador en los pasillos de la Casa Blanca frente a un misil sin autor identificado. Con un elenco encabezado por Idris Elba y Rebecca Ferguson, la película parte de un escenario tan verosímil que podría confundirse con un titular de prensa: la inminencia de una catástrofe atómica y la desesperación por descifrar quién está detrás.
Bigelow lo definió con claridad en Venecia: “Crecí en una época en la que esconderse bajo un pupitre era el protocolo para sobrevivir a un ataque atómico. Hoy el peligro es mayor, múltiples naciones poseen armas capaces de destruirlo todo en minutos. Y sin embargo, hay una especie de adormecimiento colectivo”.
Si “El mago del Kremlin” ilumina las entrañas del poder ruso, “A House of Dynamite” examina los reflejos norteamericanos bajo presión, en plena era de armas hipersónicas y tensiones globales. Venecia, entonces, se erige en escaparate de un resurgir del thriller político donde la ficción dramatiza los miedos de un mundo en permanente estado de alarma.
Series
Pero el renacer del género no se limita a la gran pantalla ni a los estrenos de festivales. Netflix, que en los últimos años encontró un nicho seguro en este terreno con propuestas como “The Diplomat” o “Anatomy of a Scandal”, acaba de sumar un nuevo título a su catálogo: “Hostage”. La miniserie, protagonizada por Julie Delpy y Suranne Jones, pone en escena un ficticio enfrentamiento diplomático entre Francia y el Reino Unido atravesado por secuestros, chantajes y conspiraciones internacionales.
Su arranque, recibido con un 83% de aprobación en Rotten Tomatoes, confirma que el público mantiene un apetito constante por relatos de pasillos, decisiones límite y juegos de poder donde la política se confunde con el thriller.
A diferencia de otros dramas extensos de la plataforma, “Hostage” apuesta por un ritmo ágil y comprimido, cinco episodios que condensan tensión y giros narrativos sin estiramientos innecesarios. La crítica destacó tanto la química entre sus protagonistas como el subtexto feminista que atraviesa la historia: dos mujeres que deben sostener el liderazgo de naciones enteras mientras enfrentan presiones personales y amenazas globales. Con este estreno, Netflix convierte a “Hostage” en una pieza más de su estrategia de consolidar el thriller político como un formato de referencia.
Trump
El fenómeno, sin embargo, venía gestándose desde principios de año con títulos que dialogaron directamente —y a veces de forma inquietante— con la realidad de la administración Trump. Allí están “Zero Day”, con Robert De Niro como un expresidente cuestionado en medio de un ciberataque que paraliza a Estados Unidos, o “G20”, en la que Viola Davis encarna a una mandataria secuestrada en plena cumbre global por mercenarios que buscan manipular los mercados a través de deepfakes y criptomonedas.
Incluso “Paradise”, la serie de Hulu que imagina un refugio subterráneo de élites tecnológicas tras un desastre climático, resonó como alegoría de las tensiones actuales entre poder político, cambio climático y magnates con aspiraciones mesiánicas.
La coincidencia entre estas ficciones y los vaivenes del presente —desde las guerras comerciales hasta la amenaza nuclear o la desinformación digital— refuerza la idea de que el thriller político volvió para quedarse.
Ya no se trata solo de entretenimiento, sino de un género capaz de capturar la ansiedad colectiva frente a un orden internacional impredecible. Cine y plataformas, desde Venecia hasta Netflix y Prime Video, confluyen así en un mismo diagnóstico: la política real, convertida en espectáculo permanente, necesita de la ficción para ser comprendida.
Grietas
La lista no estaría completa sin “Civil War”, la impactante película de Alex Garland estrenada a comienzos de 2024, que retrató un Estados Unidos fracturado por la violencia interna y la polarización política. Su distopía bélica, con periodistas recorriendo un país en guerra civil, fue leída como una parábola de la grieta abierta por Trump: un recordatorio de que el thriller político ya no solo apunta a los enemigos externos, sino al riesgo de la implosión democrática desde adentro.
Y también sin “Conclave”, el otro gran hit del género en 2024 que deslumbró en los Oscar. Basada en la novela de Robert Harris, la película —con Ralph Fiennes como cardenal Lomeli— recreó con tensión milimétrica el proceso de elección de un Papa en medio de intrigas vaticanas y conspiraciones geopolíticas. Su éxito confirmó que el thriller político no necesita siempre explosiones ni choques militares: basta con el secreto, la manipulación y el poder en juego para generar la misma adrenalina que un filme de acción.
En conjunto, desde “Conclave” hasta “El mago del Kremlin”, pasando por Bigelow, Netflix y las producciones que orbitan el caos trumpista, el panorama es claro: el thriller político ha vuelto al centro de la conversación cultural. Como dijo Law en Venecia, “sentí confianza en que esta historia iba a ser contada con inteligencia y matices”. Y como resumió Bigelow: “Hablamos de la transformación de la política en nuestra vida. Hacer una película sobre eso es hablar del presente, pero también del futuro que nos acecha”.
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