Apertura de la muestra "Los jóvenes recordaron sus canciones". (Grupo Mass)

Gabriel Chaile: la muestra que todos quieren ver en José Ignacio

Es la primera vez que expone en Punta del Este. Cómo es la obra "site-specific" que creó en las instalaciones de la Fundación Cervieri Monsuárez.

Punta del Este siempre fue una geografía atractiva para la actividad artística, donde el tiempo libre del verano favorecía un diálogo más profundo con los espectadores, en galerías, ferias y centros de exhibición.

En la última década, ese diálogo ha ganado en formalidad y amplitud. Un movimiento que se traduce en muestras cada vez más importantes de los artistas destacados de la región y de notables visitantes internacionales, y se constituye en actividad central para quienes pasan las vacaciones en la costa de Uruguay.

Uno de los artistas argentinos con mayor proyección en el exterior, el tucumano Gabriel Chaile, es el gran protagonista de la temporada 2025, en uno de los nuevos espacios de arte de José Ignacio: la Fundación Cervieri Monsuárez. Allí puede visitarse, desde el 6 de enero, “Los jóvenes recordaron sus canciones”, el proyecto “site-specific” que Chaile y su equipo montaron en sus instalaciones, bajo la curación de Pablo León de la Barra. Una exhibición que alrededor de una escultura central recrea un paisaje, sus habitantes y las historias que su memoria no quiere dejar de contarnos.

Las formas

Creadas en barro, las inmensas esculturas de Gabriel Chaile reformulan las piezas de cerámica de los pueblos originarios, en la zona cultural y geográfica del lugar donde el artista nació: Tucumán. A escala sobre humana, cada pieza se impone como eslabón del conocimiento histórico que se transmite de generación en generación y es imagen de la resistencia frente a la discriminación y el maltrato impuestos a las poblaciones que habitan ese territorio, desde tiempos previos a la colonización.

“El barro, que además tiene el mismo color de su piel, marrón, sirve como material que evidencia la fragilidad de estas historias por sobrevivir las narrativas oficiales de la blanquitud, que de manera constante intentan apagar e invisibilizar las historias de los otros”, explica Pablo León de la Barra, curador de la muestra. Junto a él, Chaile realizó también una importante exhibición-perfomance en los Estados Unidos, en el Museo Guggenheim, llamada 'Centro cultural ambulante'. Los jóvenes que tocaron los tambores en Nueva York, en esa ocasión, estuvieron presentes también en la inauguración de Punta del Este, para recordar las canciones que fueron olvidadas y que deben volver una y otra vez a la memoria.

La escultura “La Yunga” ocupa el centro de la sala. El término refiere a las selvas de montaña centrales en la geografía de Tucumán. “La selva es salvaje -describe Chaile-, no obedece a un patrón humano, sino a uno propio, autónomo. Allí sucedieron tantas cosas en tiempos distintos. Los tiempos distintos que guarda la tierra y la selva los protege a su manera. La selva nunca está quieta, se mueve y mueve la tierra. Los movimientos sacan cosas de adentro hacia afuera y nos revelan testimonios de ahora, de ayer y de otros tiempos. La revelación de una acción grandiosa o siniestra que brota al presente en forma de cerámicas de culturas primarias, de objetos bélicos en tiempos de dictaduras”.

El artista hace, en “La Yunga”, un homenaje al paisaje de su provincia, y también al tapir, un animal en peligro de extinción. Sobre la superficie de la escultura hay historias dibujadas, testimonio de los enfrentamientos armados del ejército con la gente en los 60 y los 70; batallas que son una cita de la obra “El fusilamiento” del pintor tucumano Ezequiel Linares.

Las paredes de la sala también tienen rastros de la vegetación de esa selva que esconde las heridas que la dictadura dejó sobre su suelo. “'La Yunga' es una escultura guerrera, enojada, que tiene colmillos y un rostro feroz, pero es también una escultura que llora y contiene dolor, que ha sido testigo de innumerables violencias contra la naturaleza, los animales y los hombres mismos”, explica Pablo León de la Barra.

La locación

El espacio donde se desarrolla “Los jóvenes recordaron sus canciones” merece una mención especial. Fundada por los abogados Virginia Cervieri y Pablo Monsuárez, la “Fundación Cervieri Monsuárez”, se planteó desde su apertura, hace tan solo un año, dedicarse a la exhibición y difusión del arte contemporánero latinoamericano e integrar a Uruguay en el circuito artístico internacional.

Su sede está ubicada en el pueblo de José Ignacio y es uno de los últimos diseños realizados por el arquitecto uruguayo Rafael Viñoly. Dentro de las peculiaridades de su construcción, además de su perfecta armonía con el entorno natural, se destaca una pared hecha en piedra según las técnicas de los antiguos artesanos incaicos. Para realizarla, 20 especialistas viajaron especialmente desde Perú. El edificio tiene 900 m2 divididos en tres pisos y ventanales que ofrecen maravillosas vistas del mar.

Las reminiscencias andinas del diseño de Viñoly dialogan a la perfección con la obra de Gabriel Chaile. A su manera, ambos afirman la presencia de la cultura local y la necesidad de declarar, en cada creación, el rastro de la historia que los contiene.