Inflación en Argentina (CEDOC)

Carrera de precios e impacto inflacionario

El IPC subió un cambio y ahora el objetivo del Gobierno es que la economía no se descontrole ante la escasez aguda de dólares.

Otra brecha más apareció en el escenario económico argentino. Además de la cambiaria, que separa los múltiples tipos de dólares que dicen haber o la que diferencia los que más ganan con los que menos, el curso de la política económica generó otra: la comparación entre el pronóstico de inflación que el ministro Sergio Massa había hecho como resultado de las medidas tomadas y lo que realmente vino ocurriendo.

Expectativas. El economista Fernando Marull actualiza mensualmente, con cada medición del IPC oficial, esa grieta entre las expectativas y la dura realidad. Abril debería haber estado ya por debajo del 4% mensual (3,9% como techo) pero dio el doble y mayo, todo indica que esa brecha se ampliaría. Una primera lectura es la que la inflación se está acelerando: lo que hasta hace poco era un techo (6% o 7% mensual) hoy es un piso. La pregunta que asedia las proyecciones oficiales es si el ritmo de dicha aceleración coincide con el “timing” electoral.

Recientemente, el Presidente se refirió nuevamente a la inflación “autoconstruida” a partir de expectativas que el pequeño comerciante (el nuevo villano de esta saga) va remarcando por si acaso, movilizado por los saltos en la cotización del blue y la cadena de proveedores que le van agregando su propio impulso. Es una explicación que no obedece a la naturaleza “multicausal” que tanto cultivó el Gobierno, pero los datos parecen marcar algunas certezas. En primer lugar, que el dólar es el indicador al que todos miran para anticipar la suba de otros precios. No en vano, luego del anuncio por un INDEC que cada mes de somete a la presión de maquillar malas noticias, se dispararon los dólares “financieros” y el Gobierno consiguió domar los dos más utilizados (el MEP o dólar bolsa que utilizan las personas físicas y el contado por liquidación, de acceso mayorista) luego que arañaran los $500.

Sin embargo, su poder de fuego está marcado por la existencia en su propio arsenal de dólares frescos. No sirven las alquimias contables de mostrar el nivel de reservas total si al final del día no tiene divisas para atender la demanda de importadores, de pagos comprometidos a organismos internacionales y un rubro creciente: los pedidos de los bancos para retiro de depósitos. Técnicamente, las entidades financieras tienen un encaje de dichos fondos inmovilizados en el Banco Central que las cuenta, sin embargo, como parte de las “reservas internacionales”.

Sebastián Menescaldi es director asociado de la consultora Eco Go. En enero publicó la nota de tapa de NOTICIAS junto a su socia Marina dal Poggetto. Era un pronóstico para este año en el que etiquetaron la manía del equipo económico de acudir a fórmulas creativas para encontrar salidas como que hay o no hay conejos en la “galera” del mago. “Hoy vemos el escenario como el menos favorable: no hay conejos. El Banco Central no cuenta con los dólares que precisa para evitar el dilema de optar por un descontrol cambiario e inflacionario o una caída brusca de la actividad por restringir más aun las importaciones”, explica.

Dinámica semanal. La proyección que realiza EcoGo es de una inflación de 180% (un 9% mensual acumulativo), de acuerdo con sus mediciones: ya en las dos primeras semanas de mayo apuntan a una cifra cercana al 8,4% para todo el mes. “Desde principios de año, se ve claramente en las subas de las carnes, frutas, verduras y los farináceos, el fuerte impacto de la sequía”, argumenta.

A diferencia de lo que ocurrió hasta el año pasado, en 2023 el rubro de alimentos viene encabezando el ranking. María Castiglioni, directora de C&A Asesores Económicos, observa que se va desarrollando una dinámica muy complicada en el mediano plazo (de acá a fin de año) que se agrega la incertidumbre preelectoral pero también por el período de transición entre los dos gobiernos. “Además, cuando se mira lo subyacente, la macro, no hay mucho margen para el optimismo. Las estimaciones privadas de los últimos dos meses fueron desbordadas por la medición del IPC del INDEC. Sobre todo, en algunos rubros con una oferta más atomizada, con más ‘negro’ y que son más difíciles de controlar”, señala.

El otro aspecto que a juicio de la economista va pavimentando la inflación es la expansión monetaria, sobre todo los pasivos financieros (títulos para absorber la emisión fruto de déficit fiscal y cuasifiscal) y que vino creciendo a más del 100% anual. “El Gobierno, lejos de hacer una política contractiva, no acota el gasto y necesita permanentemente del financiamiento interno. Esto se potencia con la caída de la demanda de dinero que multiplica así el efecto inflacionario”, subraya. Además, añade que si el Gobierno no logra acordar con Brasil y China para poder importar de esos orígenes sin usar reservas o convencer al FMI para que adelante fondos (que también equivale a endeudarse) sin tomar medidas para bajar el déficit, se agudizará esta crisis.

Impacto. La suba de algunos rubros con más fuerza que otros, como alimentos, castiga adicionalmente a los estratos de la población que gastan más en el consumo básico más que proporcionalmente a los de más altos ingresos. Sin embargo, esta aceleración no se tradujo en un aumento similar en la tasa de pobreza. Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la UCA, expresa que, dicho indicador viene aumentando, pero “no es tan grave al lado de la catástrofe inflacionaria”. ¿Porqué? Encuentra esta explicación en que hay más trabajo, formal o informal debido a la peculiar dinámica de una economía de consumo con muchos pesos de circulación. “La pobreza creció con menos fuerza que en 2022 pero igual se sigue sosteniendo porque observamos que hay más changas y otras salidas laborales de baja calificación y con eso más la ayuda de programas sociales sirve para amortiguar la crisis”, acota. En conclusión, Salvia apunta que de esta manera los hogares siguen compensando con más trabajo la caída en sus ingresos reales y así podría terminar este semestre en alrededor del 42% y evitar un salto abrupto como el de 1989 y 2002.

Otro sector sensible a la “espiralización” de la inflación es el de los jubilados, porque si bien se hacen reajustes periódicos, toman como parámetro la inflación pasada y no la futura. Jorge Colina, economista de IDESA realizó una simulación asumiendo un 8% de alza del IPC en mayo, junio y julio, un cálculo conservador. Eso les da que, comparado con diciembre de 2019 los pasivos que se rigen por la ley de movilidad previsional habrán perdido 30% de poder adquisitivo y 40%. Si es más alta, sería del 40% la diferencia con diciembre de 2019. “La fórmula de movilidad va por detrás de la inflación y cuando baja, se recupera las jubilaciones. Pero cuando llega un nuevo ministro de Economía, para poder cerrar las cuentas públicas, usualmente intenta convalidar esa quita”, agrega. Por esta razón, Colina augura otra oleada de juicios por actualización de haberes previsionales ya que una quita piso del 30% lo justificaría. “Así, el ahorro fiscal se patea para adelante y así se vuelve a generar más deuda pública”, concluye.

Un cúmulo de factores para contabilizar, en un futuro, los costos de no haber tomado en serio la “guerra contra la inflación”.

 

 

 

 

 

 

 

 

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