★★★1/2 Después de un año de finalizado “AM, antes del mediodía”, la ganadora del Martín Fierro 2010 Verónica Lozano volvió a la pantalla con programa propio. Hecho el duelo después de una década mañanera junto a Leo Montero (también independizado con “Mejor de noche”, por Canal 9), la conductora de tevé y radio empezó a la hora de la merienda con un nuevo magazine que desde el título instala la marquesina con su nombre.
Es justo porque Lozano tiene estilo y la meritocracia está de su lado: hace años que rema, tiene una formación sólida y sobre todo, maneja la ironía, un rasgo muy difícil de encontrar en la conducción femenina. Sin dejar de ser amable (pero no contenedora como Mariana Fabbiani), con una dosis burlona (pero no canchera, como Ernestina País), sin correrse ni un milímetro de aquello que “la gente” entiende como femineidad (como sí lo hace Elizabeth Vernaci), quizá por su histrionismo cultivado o por estudiar el peso consciente e inconsciente de las palabras, Lozano es elegantemente sarcástica, efecto potenciado, además, porque es una de las mujeres más lindas del medio.
El centro del programa es “el diván”: en un espacio aparte, símil sillón psicoanálitico, la conductora entrevista a un personaje. Es lo mejor que tiene el programa porque logra un momento espontáneo, de confianza entre ambas partes. En ese ida y vuelta, resulta divertido el juego de ponerse en el lugar del otro: el entrevistado habla detrás de una foto y la identidad de otro personaje conocido. Por supuesto que depende del invitado –salió perfecto con Carina Zampini que es actriz y conductora– pero, en resumen, es el corazón de “Cortá por Lozano”.
Y después está todo ese gran problema sin resolución que es el panel de tevé. ¿A quién llevar? ¿Especialistas o charlatuttis? ¿Arrolladores o contenidos? ¿Cómo mezclarlos? En este caso, el cóctel se preparó con una chimentera cool (Connie Ansaldi), un periodista de policiales que usa la palabra “chacal” (Mauro Szeta), una periodista de política que viene de la gráfica y C5N (Paola Juárez), un médico simpático (Diego Martínez), una periodista de editoriales, con voz potente pero demasiado rímel (Liliana López Foresi) y una columnista de género y derechos humanos que busca desesperadamente un perfil propio (Agustina Kämpfer): cada uno tiene 30 segundos (sí, medio minuto) para su columna; se diría que se trata de una restricción bastante ridícula.
El programa sólo se detiene en dos instancias: la urgencia del día que, generalmente, es una noticia policial; y el seguimiento aburridísimo del programa “Despedida de soltero”, un corset incomprensible. Por lo que los monólogos del panel suelen estar protagonizados por Szeta y Ansaldi mientras Juárez mira de lejos.
No hay tiempo en apenas una hora para el aporte de cada uno: el autobombo del canal es un límite que tanto el programa como Lozano podrían obviar para atender otros costados más interesantes que un refrito.
por Leni González
Comentarios