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POLíTICA | 26-10-2017 12:57

Muerte de Nisman: el informe que no cierra

NOTICIAS accedió a las 388 páginas del peritaje de Gendarmería. Contradicciones e imágenes inéditas de la recreación.

En la página Nº 363 del “Estudio pericial interdisciplinario” realizado por la Gendarmería están las conclusiones finales sobre cómo habría sido la muerte del fiscal Alberto Nisman. La información se difundió varios meses antes de presentarse en el expediente, pero el textual es impactante: “Los integrantes de esta junta interdisciplinaria de Gendarmería Nacional se encuentran en condiciones de concluir que la muerte violenta de quien en vida fuera el Dr. Natalio Alberto Nisman se trató de un homicidio”.

Como adelantó este medio, el peritaje de Gendarmería tiene inconsistencias, vacíos y hasta disparates muy difíciles de explicar en el marco de la hipótesis de un crimen perpetrado entre dos fantasmales sicarios.

Para empezar, Gendarmería insiste en sostener que la dirección de la bala fue de atrás hacia adelante. Cabe aclarar que ya no quedan dudas sobre el orificio de entrada, el cual quedó ubicado unos pocos centímetros por encima de la oreja y unos pocos milímetros por delante de ella, a contramano de lo que había trascendido de boca de la propia Sandra Arroyo Salgado, madre de las hijas del fiscal.

La hipótesis de Gendarmería es totalmente opuesta a la que había planteado el cuerpo de peritos forenses de la morgue judicial, quienes habían establecido y documentado en imágenes que la dirección de la bala fue “levemente de adelante hacia atrás y levemente de abajo hacia arriba”. Esto se puede observar también en la radiografía del lado izquierdo de la cabeza de Nisman, que ilustra esta nota, donde se ve cómo quedó alojada la bala dentro del cráneo. Si se compara con el orificio de entrada, se puede apreciar que la bala viajó de adelante hacia atrás. La forma de la bala se ve deformada, porque luego de estrellarse con la parte interior del cráneo el plomo se deformó. Ahora, NOTICIAS agrega la imagen de la bala justo en el momento en que fue extraída del cerebro de Nisman. Allí se puede ver que quedó aplastada. La imagen es una captura de pantalla del video crudo de la autopsia que fue analizado por este medio.

Sangre. Otro aspecto que debilita la hipótesis de los dos sicarios que imaginó Gendarmería es la cantidad de gotas de sangre que quedaron dispersas por todo el baño. No sólo en el vanitory, sino también en el piso y en la zona del bidet e inodoro. En este punto, la parte que presentó disidencia fue la querella de Sara Garfunkel y la de las hijas de Nisman, quienes sostienen que las gotas que cayeron en el centro del baño son producto de un goteo que se produce mientras Nisman es “asistido al caer”, es decir que alguien lo sostiene con los brazos hasta que el cuerpo llega al piso. La explicación técnica de las gotas, según los peritos de Gendarmería, es que “han sido realizadas a través de una dinámica que posee una determinada velocidad y fuerza, la cual no sería coincidente con los movimientos previos a una caída asistida, en donde el perpetrador del hecho deposita el cuerpo en el piso para luego colocarlo en la posición final tal como se observa en el momento del hallazgo”. El primer vacío que deja esta teoría es que no explica cómo llegan esas manchas al piso, habiendo una persona de por medio. La segunda duda es: ¿cómo es posible que ambos sicarios hayan salido del baño sin siquiera pisar ni una sola gota? Esta duda Gendarmería no la responde.

Otras gotas que también llaman la atención son las que están dentro del lavatorio. La presencia de esos “patrones hemáticos”, como se los llama en el expediente, va en contra de la hipótesis de que el asesino se lavó las manos, como afirmaba la querella.

Drogas. El hallazgo de la ketamina es una pieza fundamental dentro de la hipótesis del asesinato perpetrado por dos sicarios. Para Gendarmería, Nisman fue manipulado luego de ser anestesiado por una dosis de ketamina. Pero según el informe, no se pudo determinar la cantidad de esta droga que el fallecido fiscal tenía en las vísceras. Para los peritos, la concentración de la sustancia es “no cuantificable”. Las otras drogas halladas fueron Alprazolam, clonazepam y cafeína. El cóctel de clonazepam y ketamina también se usa con fines recreativos.

Para Gendarmería, gracias a que Nisman estaba anestesiado, fue sostenido por un corpulento killer, que lo abrazó para mantenerlo arrodillado con una de sus piernas flexionadas mientras un segundo asesino lo tomó del pelo para luego dispararle. ¿Es posible manipular un persona de 1.80 metros en peso muerto? Al parecer, para los gendarmes, sí. A esto habría que sumarle que los peritos detectaron una supuesta fractura de tabique que no había sido observada en la pericia inicial hecha en la morgue judicial. Esta hipótesis encuentra un vacío cuando se analiza la forma en que fluye la sangre en la cara de Nisman. En las imágenes del peritaje se ve apenas un pequeño hilo de sangre que sale del orificio izquierdo de la nariz. Si le fracturaron la nariz, ¿no debería haber más sangre en esa zona? Si lo redujeron con un golpe en la nariz antes de manipularlo para colocarlo en la posición para el disparo, no debería haber manchas de sangre que acompañen esa hipótesis? El flujo de sangre en la cara de Nisman es siempre hacia la izquierda y hacia abajo. Este argumento es sostenido por la defensa del técnico informático Diego Lagomarsino -colaborador de Nisman y dueño del arma que lo mató- para afirmar que el fiscal siempre estuvo en la misma posición y nunca fue arrastrado. Según su defensa, si hubiera sido asistido al caer, el flujo de sangre hubiese sido diferente.

Manos. Las manchas en ambas manos del fiscal también son motivo de debate. La hipótesis de los dos sicarios sostiene que las manos de Nisman no tocaron el arma al momento del disparo, lo cual explicaría la ausencia de pólvora en ellas. En un principio, la querella de las hijas de Nisman había afirmado que Nisman no tenía pólvora en la mano porque su mano había sido tapada por la mano del asesino. Es decir que ellos sostenían que la mano de Nisman había sido acompañada por la mano de otra persona. Los peritos de Lagomarsino ponen un manto de sospecha sobre el momento en que se levantaron las muestras. “¿Y si la muestra está mal levantada?”, se preguntan. Para ellos las partículas de pólvora podrían estar tapadas por la sangre. Sobre los residuos de disparo hay material académico que podría aportar información al expediente: un trabajo publicado en la revista The American Journal of Forensic Medicine and Pathology, publicado en septiembre del 2007 por el maestro de peritos Vincent Di Maio, entre otros, afirma que luego de realizar un estudio en 116 casos confirmados de suicidios llegaron a estos sorprendentes resultados: sólo se encontraron restos de residuos de disparo en el 50% de los casos. Y de ese 50%, el 11% corresponde a una pistola calibre 22, como la Bersa que acabó con la vida de Nisman. El perito Vincent Di Maio es reconocido por sus colegas de Gendarmería. Lo citan en el informe interdisciplinario por su libro “Heridas por arma de fuego”, publicado en Argentina en 1999 por ediciones La Rocca.

Las hipótesis sobre quién disparó el arma son importantes porque están atadas a los patrones de sangre en las manos del fiscal. Sobre este asunto hay tres miradas. La querella sostenía que la mano del fiscal fue acompañado de por la mano del supuesto asesino y que eso explica la ausencia de sangre en un sector de la mano. Esta teoría dice que la sangre en la mano izquierda se debe a que el asesino tocó la mano de Nisman cuando lo acomodó en la posición final. La defensa de Lagomarsino afirma que Nisman se ayudó con las dos manos y apoyó la mano la izquierda sobre la derecha y por eso tiene sangre en ambas manos. La nueva hipótesis aportada por Gendarmería afirma que Nisman nunca estuvo en contacto con el arma y que por eso no pudo recibir sangre directa de la explosión que se produjo en su cabeza, sino que fue manchado cuando uno de los asesinos le tocó ambas manos mientras lo acomodaba. Como ya se dijo, el asesino lo habría acomodado sin alterar ni una sola gota de las que cayeron en el centro del baño. De película.

Justicia. Ante las inconsistencias que surgieron a partir del análisis del peritaje de Gendarmería, el fiscal Eduardo Taiano aclaró que este informe era “una prueba más” dentro del expediente que ya tiene alrededor de 85 fojas.

Tanto Taiano como el juez Julián Ercolini están frente a una oportunidad histórica de recabar la suficiente información para desarrollar la convicción que les permita resolver este caso. Es cierto que el expediente les llegó como un carbón al rojo vivo y están al frente de una de las causas más politizada de los últimos años. Sea lo que decidan, será cuestionado, porque el caso Nisman tiene condimentos similares a la religión. Quienes creen que lo asesinaron no conciben una hipótesis que contradiga sus creencias y viceversa.

Pero la justicia no es una cuestión de fe, sino de analizar hechos.

El día que decidieron asumir su rol como jueces y fiscales, Ercolini y Taiano también firmaron un compromiso con la verdad.

por Rodis Recalt

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